Biden y Trump se retan con sus visitas simultáneas a la frontera con México

El presidente presiona para que los republicanos aprueben una ley migratoria mientras que su antecesor denuncia una “invasión”

El presidente Biden habla con agentes de la Patrulla Fronteriza en Brownsville (Texas), el 29 de febrero.Kevin Lamarque (Reuters)

Duelo cuerpo a cuerpo a 500 kilómetros de distancia. Joe Biden y Donald Trump acuden este jueves a dos puntos de la frontera con México, en el Estado de Texas, en lo que supone un enfrentamiento directo sobre política migratoria de los dos probables candidatos a las presidenciales de noviembre. Para Trump es un terreno conocido. Sus mensajes xenófobos le abrieron el camino a la Casa Blanca en las elecciones de 2016 y ha vuelto a sac...

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Duelo cuerpo a cuerpo a 500 kilómetros de distancia. Joe Biden y Donald Trump acuden este jueves a dos puntos de la frontera con México, en el Estado de Texas, en lo que supone un enfrentamiento directo sobre política migratoria de los dos probables candidatos a las presidenciales de noviembre. Para Trump es un terreno conocido. Sus mensajes xenófobos le abrieron el camino a la Casa Blanca en las elecciones de 2016 y ha vuelto a sacar el mismo libreto. Para Biden, es uno de sus puntos débiles, ante la llegada récord de inmigrantes durante su mandato. El presidente, sin embargo, ha encontrado argumentos para dar la batalla.

Trump ha acudido a Eagle Pass. Biden, a Brownsville. Ambas localidades están unidas por el río Bravo (río Grande en Estados Unidos), el curso de agua de más de 3.000 kilómetros que sirve de frontera con México desde El Paso hasta su desembocadura y cuyas corrientes desafían miles de inmigrantes cada año para atravesarlo.

En Brownsville, cerca ya del Golfo de México, el río dibuja caprichosos meandros que arrinconan lenguas de tierra de un país en el interior del otro. Siguiendo el curso del río está la base de SpaceX, propiedad del multimillonario Elon Musk, un inmigrante sudafricano convertido ahora en uno de los que más alimenta el discurso xenófobo. Biden ha escogido este lugar del valle del Río Bravo cuidadosamente. Durante nueve años, este corredor fue el más transitado por los cruces ilegales, pero en los últimos meses han disminuido considerablemente. En su agenda tiene una reunión en la frontera, luego otra con diversos servicios migratorios y finalmente, un discurso. Para Biden es su segunda visita a la frontera como presidente, pues fue a El Paso en enero del año pasado.

Donald Trump en la frontera entre Eagle Pass y Piedras Negras, este martes.Go Nakamura (REUTERS)

Trump, mientras, intervendrá en el que es hoy el punto más caliente del problema migratorio, Eagle Pass, que se ha convertido en el epicentro de una dura batalla, con implicaciones constitucionales, que enfrenta al Gobierno federal con el de Texas por el control de la inmigración. Allí llegó este mismo mes una caravana de seguidores del expresidente en apoyo del gobernador, Greg Abbott, que ha desafiado a Washington en su intento de arrancar el control migratorio a las autoridades federales.

En concreto, Trump hablará desde Shelby Park, un parque del que tomó posesión Abbott y en el que prohibió operar a los agentes de la Patrulla Fronteriza. El Gobierno de Biden presentó una demanda y el Tribunal Supremo permitió a los agentes federales cortar la alambrada que rodeaba el parque. Abbott, sin embargo, ha colocado más alambradas desde entonces, desafiando así la autoridad federal. En otro capítulo de ese enfrentamiento, este mismo jueves, un tribunal federal de Austin ha suspendido, a petición del Gobierno de Biden, la aplicación de una ley de Texas que permitiría a la policía estatal y local detener a los inmigrantes que crucen desde México sin autorización.

La masiva llegada de inmigrantes y los mensajes alarmistas al respecto han hecho que la inmigración se haya convertido en el problema más grave del país en opinión de los estadounidenses, según una encuesta de Gallup publicada esta misma semana. A pesar de que el mercado laboral absorba (y necesite) toda la mano de obra llegada y de que las cifras de delincuencia se hayan reducido, la retórica xenófoba se extiende como la pólvora, azuzada con frecuencia por Trump y el resto de los republicanos.

Esta misma semana, el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, se encargaba de denunciar crímenes supuestamente cometidos por inmigrantes. “Las políticas del presidente Biden son directamente culpables de esta catástrofe en curso, ya que su Administración ha liberado en masa a ilegales y criminales peligrosos en nuestro país. ¡Detenga la locura, señor presidente! Ya es hora de que ponga al pueblo estadounidense en primer lugar y utilice sus facultades ejecutivas para asegurar la frontera”, reclamó.

Hay pocas dudas de que Trump volverá esta tarde a mezclar inmigración y delincuencia en el mitin que dará en Eagle Pass, donde en la mañana de este jueves se ultimaban los preparativos para su mitin. Ahora, sin embargo, Biden tiene por fin algo con lo que contraatacar en su viaje a Brownsville, donde se reunirá con agentes de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos, fuerzas del orden, personal de primera línea y líderes locales.

Durante varios meses, el Gobierno de Biden ha estado negociando con un grupo de senadores de ambos partidos para presentar un proyecto de ley que incluyese reformas y financiación para hacer frente al problema de la frontera. El texto destinaba 20.000 millones de dólares a reforzar los medios de las patrullas fronterizas, de los servicios de inmigración, de los agentes de asilo y de los jueces encargados de los asuntos migratorios.

Cuando se llegó al acuerdo, sin embargo, Trump presionó a los senadores del Partido Republicano para que votasen en contra por puro cálculo electoral. La aprobación de esa ley no le convenía para su mensaje. Si al aplicarse tenía resultados, no podría cabalgar a lomos de ese problema. E incluso si no daba muchos frutos, permitía a Biden argumentar que estaba tomando medidas consensuadas entre ambos partidos. Trump prefiere seguir echando gasolina al fuego que apagarlo y en eso le ha apoyado también Mike Johnson.

Biden no ha logrado la ley que quería, pero al menos tiene argumentos: “Cada día, de aquí a noviembre, el pueblo estadounidense va a saber que la única razón por la que la frontera no es segura es Donald Trump y sus amigos republicanos MAGA”, dijo a principios de este mes, en referencia al lema Make America Great Again del expresidente. Esta visita a Brownsville es una prueba de ello.

El expresidente, mientras, está endureciendo sus mensajes xenófobos y ha llegado a usar una retórica que historiadores han comparado con la de los nazis, al señalar que los inmigrantes “envenenan” la sangre de los estadounidenses. Eso a pesar de ser hijo, nieto y marido de inmigrantes. Trump afirma que las cosas estaban mucho mejor durante su presidencia. “[Tenemos] la peor frontera de la historia y todo el país se está desmoronando, y los criminales están entrando en nuestro país por millones. Y voy a conseguir detenerlo todo y lo haré rápido”, sostiene Trump.

Aparentemente, la visita de Biden es respuesta al acto de Trump. “Finalmente, encontré la manera de llevarlo a la frontera. Dejamos caer que íbamos el jueves (...) y de repente, de la nada, anunció que iba a ir”, dijo el expresidente. Biden lo atribuye a la casualidad: “Lo planeé para el jueves, lo que no sabía es que mi buen amigo aparentemente va a ir”, dijo el lunes, en referencia a Trump, al ser preguntado en una heladería de Nueva York.

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