Trump afirma que “animará” a Rusia a que haga “lo que diablos quiera” con los aliados de la OTAN que no paguen en defensa
El secretario general de la Alianza, Jens Stoltenberg, ha acusado al candidato presidencial republicano de “socavar la seguridad” de los países miembros
El previsible candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, ha sostenido que “animará” a Rusia a “hacer lo que diablos le dé la gana” contra cualquier país de la OTAN que, en su opinión, no gaste lo suficiente en la defensa colectiva. Sus comentarios han desencadenado la alarma y la condena entre unos aliados que aún tienen muy presente las amenazas contra la Alianza, y las exigencias para que sus miembros aumentaran sus contribuciones, que el entonces presidente multiplicó durante su mandato. En ...
El previsible candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, ha sostenido que “animará” a Rusia a “hacer lo que diablos le dé la gana” contra cualquier país de la OTAN que, en su opinión, no gaste lo suficiente en la defensa colectiva. Sus comentarios han desencadenado la alarma y la condena entre unos aliados que aún tienen muy presente las amenazas contra la Alianza, y las exigencias para que sus miembros aumentaran sus contribuciones, que el entonces presidente multiplicó durante su mandato. En Bruselas, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, le acusó sin nombrarle de “socavar la seguridad” de esas naciones.
En declaraciones durante un mitin en Carolina del Sur, Trump aludió a una supuesta conversación durante su presidencia (2017-2021) con el líder de un “gran país” de la OTAN, que le preguntó qué ocurriría si no pagaran y Rusia les atacara. “Yo dije: ‘¿Que no pagan? ¿que son acreedores? No, no les voy a proteger. De hecho, les voy a animar (a Rusia) a que hagan lo que diablos les dé la gana. Tienen que pagar. Tienen que pagar sus facturas”.
A lo largo de su encuentro con votantes de Carolina del Sur, antes de las primarias en ese Estado que pueden terminar de sellar la designación de Trump como candidato oficial republicano en las elecciones de noviembre, el expresidente ―de siempre tan crítico con la Alianza como cálido con el presidente ruso, Vladímir Putin― se explayó en sus críticas contra la OTAN. “(La institución) estaba manga por hombro hasta que llegué yo”, afirmó. Y recordó que durante su mandato dejó muy claro a los países miembros que “todo el mundo tiene que pagar”.
El domingo, lejos de echarse atrás, veía su propia apuesta y la doblaba en las redes sociales: “no debería darse ningún dinero en forma de ayuda exterior a ningún país excepto si se hace como préstamo, no como donación”, escribía en mayúsculas en su Truth Social. “No tenemos que dar más dinero”, sostenía, “sin esperanzas de recuperarlo, o sin ‘condiciones’ impuestas”.
Los comentarios de Trump meten de lleno a la Alianza en una campaña electoral estadounidense desbordante de animadversión. Y han reabierto la incertidumbre en Europa sobre el futuro de una institución clave en las relaciones transatlánticas desde la posguerra si el magnate inmobiliario regresa a la Casa Blanca, y lo fiable que pueda ser Estados Unidos como socio. El candidato republicano ha prometido “reevaluar de modo fundamental” el “propósito y misión” de la OTAN si vuelve a ser elegido presidente. Algo que inquieta, en especial, a los países europeos vecinos de Rusia: Finlandia, Polonia y los bálticos Letonia, Lituania y Estonia.
“Cualquier sugerencia de que los aliados de la OTAN no se defenderían entre sí socava toda la seguridad de la Alianza y pone en riesgo a los soldados estadounidenses y europeos”, ha dicho en un comunicado Stoltenberg. “Cualquier ataque a la OTAN recibirá una respuesta unida y contundente”, ha zanjado el diplomático noruego. En Varsovia, el ministro de Defensa polaco, Wladyslaw Kosiniak-Kamysz, advertía en redes sociales que “ninguna campaña electoral amerita el jugar con la seguridad de la Alianza”. “El lema de la OTAN ‘todos para uno, uno para todos’ es un compromiso concreto”, recordaba.
Gasto del 2% del PIB en defensa
Las palabras de Trump llegan precisamente en pleno debate en la Alianza sobre el porcentaje que dedican los aliados a defensa que, según el compromiso de Gales —en 2014— es del 2% del PIB. Los aliados acordaron en la cumbre de Vilnius (Lituania), el pasado julio, navegar más allá. Stoltenberg repite, por ejemplo, que esa cifra debe ser el suelo y no el techo. Sin embargo, solo algunos de sus 31 aliados (Finlandia fue el último en unirse, en abril de 2023) dedican el 2%, aunque el gasto se ha incrementado tras la guerra de Rusia contra Ucrania.
España, por ejemplo, dedica un 1,3% del PIB a gasto militar y planea llegar al 2% en 2029. Mientras, dedica un 29% a las inversiones en capacidades (lo acordado en Gales es el 20%) y hace contribuciones sustanciales a misiones, explican fuentes diplomáticas. Todo dentro del debate sobre si la contribución a la seguridad aliada debe medirse de manera más clara y pública apuntando a distintas variables. El gasto en defensa en medio de las llamadas de advertencia de líderes europeos sobre una guerra larga en Ucrania y la amenaza rusa —en algunos, como Bélgica, han hablado incluso de volver al sistema de reservistas— se debatirá el jueves, durante la reunión de ministros de Defensa de la OTAN, en Bruselas, que, sin duda, estará marcada por la nueva salida de tono de Trump.
El expresidente también se ha pronunciado cuando la ayuda estadounidense a Ucrania, que ese país necesita con urgencia para tratar de repeler la invasión rusa, se encuentra atascada en el Congreso en Washington desde hace meses. El Senado trata de aprobar una partida presupuestaria extraordinaria que incluye 61.000 millones de dólares para su aliado, y este mismo domingo daba un nuevo paso adelante en una votación de procedimiento. Aunque la Cámara alta acabe dando luz verde al proyecto de ley, se desconoce qué hará la Cámara de Representantes, donde es mucho mayor el rechazo de los legisladores republicanos a dedicar más fondos a esa guerra. Trump, que mantiene un control cada vez más firme de su partido en el Congreso, se ha declarado una y otra vez opuesto a continuar la asistencia a Kiev.
Algunos miembros de la OTAN han expresado su temor a que, si EE UU da la espalda al aliado al que ha prometido ayudar “con todo lo que haga falta, mientras haga falta”, Putin se sienta alentado a atacar otros países después de Ucrania.
La Administración Biden ha multiplicado su presión sobre el Congreso y sus contactos con los aliados en las últimas semanas para tratar de sacar adelante la asistencia al país invadido. El viernes, el presidente estadounidense se reunió en la Casa Blanca con el canciller alemán, Olaf Scholtz, con quien se mostró de acuerdo en mantener el respaldo a Kiev. Una semana antes había viajado a Washington el propio Stoltenberg.
Hace una semana, Biden, que en enero se reunió con los líderes de ambos partidos en el Congreso para presionar en favor de esos fondos, comparecía ante las cámaras para reclamar a los legisladores que aprobaran la partida de asistencia.
Desde su investidura en 2021, el presidente estadounidense ha buscado dar garantías a la OTAN sobre el compromiso de EE UU con la institución. El mes pasado firmó una nueva ley de Defensa que prohíbe a cualquier presidente ordenar la salida unilateral de la Alianza.
En un comunicado, la Casa Blanca ha criticado duramente los comentarios de Trump: “Alentar a que regímenes asesinos invadan a nuestros aliados más próximos es deplorable y desquiciado. Pone en peligro la seguridad nacional de Estados Unidos, la estabilidad global y nuestra economía”, ha afirmado el portavoz Andrew Bates.
Las declaraciones de Trump introducen un nuevo factor en las disputadas elecciones estadounidenses, donde la población originaria de Estados europeos vecinos de Rusia cuenta con suficiente peso específico como para decidir el resultado en varios estados bisagra. El digital Politico recuerda que Biden ganó Pensilvania en 2020 por 82.116 votos, un 1,18%, y la población polaca, finlandesa y báltica allí suma 900.000 personas. Las mismas que en Michigan, donde el presidente se impuso por 154.181 votos, un 2,78%. En Wisconsin, que el demócrata se adjudicó por 20.682 votos, o el 0,63%, representan medio millón.
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