El Jubileo convierte Roma en una jungla del alquiler vacacional
El número de apartamentos turísticos crece ante el inminente año de celebración que atraerá a millones de visitantes a la capital de Italia y está vaciando el centro de la ciudad de viviendas para arrendar a largo plazo
Roma celebra cada 25 años el jubileo o año jubilar. Un tiempo para la redención y la indulgencia plenaria, para la reconciliación, la conversión y la penitencia. Un momento extraordinario para la Iglesia católica, que comenzará el 24 de diciembre con la apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro y la frase del Papa que se repite en el mismo ritual desde el siglo XV: “Esta es la Puerta del Señor, por la que entrarán los justos”. Esa puerta, sin embargo, puede ser también el agujero por...
Roma celebra cada 25 años el jubileo o año jubilar. Un tiempo para la redención y la indulgencia plenaria, para la reconciliación, la conversión y la penitencia. Un momento extraordinario para la Iglesia católica, que comenzará el 24 de diciembre con la apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro y la frase del Papa que se repite en el mismo ritual desde el siglo XV: “Esta es la Puerta del Señor, por la que entrarán los justos”. Esa puerta, sin embargo, puede ser también el agujero por el que se cuelan todos los pecados mundanos de una ciudad condenada al caos y a la picaresca cuando se abre el periodo de concesiones públicas y aparecen los turistas. Roma se prepara para recibir a millones de visitantes (en 2020 fueron 25 millones), según cálculos del Ayuntamiento, la mayoría peregrinos, que querrán celebrar un momento tan especial. Y lo hace con decenas de incómodas obras, con una subida de precios del alquiler inasumible para las familias, aumento de las tasas por pernoctación y sombras de corrupción en los contratos públicos. El Ayuntamiento asume ya el coste electoral de lo que deberá afrontar.
La ciudad debe ponerse a punto para la gran celebración. Y el Consistorio, que dirige el socialdemócrata Roberto Gualtieri, dispone de unos 1.800 millones de euros para poner en marcha más de un centenar de obras, entre las que destacan la ampliación del metro (con una estación en la plaza Venecia, proyectada desde los años setenta), un amplio paseo peatonal entre el castillo de Sant’Angelo y San Pedro —con su paso subterráneo— o la restauración del baldaquino de la basílica, obra de Gian Lorenzo Bernini, que costará unos 700.000 euros. Más allá de la incomodidad para los vecinos, algunas asociaciones y expertos alertan del peligro que supone para la infiltración de organizaciones corruptas y mafias que estas obras sorteen los controles habituales al realizarse por procedimiento de urgencia.
El despacho de abogados Satta Romano, uno de los mayores especialistas en derecho administrativo del país, lleva meses alertando sobre esta cuestión. Anna Romano, una de sus socias, subraya que los procesos de urgencia con los que se están licitando las obras pueden perjudicar la calidad. “Bajan los controles y el problema es que luego tenemos un producto final peor. Las obras del Jubileo tienen una importancia que va más allá del evento: tranvías, calles, instalaciones… actuaciones que si no se hacen bien crearán problemas. E ir deprisa también rebaja la intensidad de los controles, y eso aumenta el riesgo de infiltración mafiosa y de la corrupción. En Roma es especialmente grave porque hay intersecciones entre PNNR (los fondos del plan de recuperación pospandemia) y el Jubileo. Hay una gran presión sobre la Administración para lograr esas concesiones”, señala apuntando a un problema histórico en Italia con las mafias. Pero la dificultad principal, más allá de las obras, será el alojamiento. Al menos para los turistas y los residentes que busquen apartamento en esas fechas.
De 2.800 a 12.000 euros al mes
La capital de Italia lleva años siendo una jungla del alquiler vacacional. La mayoría de edificios del centro ha perdido ya a gran parte de sus vecinos para transformarse en pisos turísticos o pequeños hostales automatizados. En casi todas las porterías pueden verse carteles anunciando esos diminutos establecimientos. Los propietarios prefieren eso al alquiler de larga duración, que entraña problemas y un rédito mucho menor. En 2023 se firmaron en Roma unos 20.000 contratos de corta duración, el doble que el estándar (de cinco años). Fabrizia Preli, por ejemplo, propietaria de un apartamento de 180 metros cuadrados en la plaza Cairoli de Roma, cobraba hasta hace un año 2.800 euros de alquiler a sus inquilinos. Cuando terminó el contrato, explica, decidió no renovárselo pensando que ganaría más poniendo el apartamento en Airbnb. “Ahora lo alquilo por 550 euros la noche. Es decir, en un mes puedo ganar unos 12.000 euros teniéndolo ocupado unas 20 noches. Durante el Jubileo, claro, será más”, prevé.
La tendencia es generalizada, como apuntan en las agencias inmobiliarias. Y se ha convertido en un problema para los vecinos de Roma, que tienen enormes dificultades para encontrar una vivienda en el centro o en lugares situados cerca de una boca de metro. “Es una crisis nunca vista. Faltan apartamentos, y los propietarios que son conscientes de tener casas muy singulares hacen lo que quieren y piden lo que quieren. La subida ha sido de al menos un 10% en el último año. Y además piden todo tipo de contratos cortos, de 18 meses, garantías… Una situación un poco trágica, la verdad”, señala Daniela Manco, agente inmobiliaria de la empresa Engel & Völkers.
La falta de controles sobre los inmuebles que no tienen licencia ha favorecido la proliferación de este tipo de negocio, que se ha convertido en un vehículo financiero recurrente para las familias que pueden permitirse comprar una vivienda con esa finalidad. Según el Ayuntamiento, ahora mismo hay 12.000 alojamientos ilegales. Además, Roma contaba con otros 17.950 apartamentos turísticos en regla en 2019 que, en vista del Jubileo, han pasado a ser 22.828 en 2023. El Gobierno ha estimulado la situación con medidas aprobadas en el Parlamento para el alquiler breve. “Hay que tener una licencia especial. Pero no hay muchos controles. Todo el mundo que tiene una casa la quiere poner bajo el régimen de los alquileres breves. En pandemia ha habido un baño de sangre. Todos los que tenían cuatro o cinco apartamentos de 2.000 o 3.000 euros para alquilarlos se quedaron sin esos ingresos. Y cuando pasó la pandemia, todos han querido recuperar el dinero. El Jubileo ha sido la guinda del pastel”, insiste Manco.
Italia multó a la plataforma de alquileres turísticos Airbnb con 576 millones de euros por no haber pagado los correspondientes impuestos en los últimos años. Y en el Ayuntamiento de Roma crecen las voces que piden utilizar parte de ese dinero para hacer frente a la emergencia de la vivienda. También lo ha solicitado el Sindicato de Inquilinos. Mario Breglia, presidente del Instituto Escenarios Inmobiliarios, confirma que el mercado se ha transformado radicalmente en los últimos dos años por efecto de los alquileres temporales. “Roma va muy tarde en los controles. Antes, los alquileres breves eran solo en el centro histórico. Luego fueron creciendo y ahora afectan a toda la ciudad, mucho más que en otras urbes europeas. Mientras haya una boca de metro cerca, todo es alquiler breve. Es un fenómeno impresionante porque no hay casas. Y eso significa que los estudiantes o las parejas jóvenes no encuentran una vivienda. Y eso es algo que afecta a toda la ciudad”.
El Jubileo, después de perder la posibilidad de acoger la Expo de 2030, es la punta de lanza para la transformación de Roma y la manera de canalizar fondos del Estado para obras públicas. Sin embargo, puede ser también la puntilla que condene a sus vecinos más vulnerables.
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