El adiós a Kissinger de China, última estación del artífice del deshielo entre Washington y Pekín
El exsecretario de Estado estadounidense era respetado en la potencia asiática, que le veía como “buen amigo del pueblo chino”
Henry Kissinger, en China, era un hombre querido. Se le consideraba el estratega detrás de la recuperación de las relaciones entre Pekín y Washington en 1972, y por tanto un interlocutor con la mano tendida y un “amigo de China”. La muerte del exsecretario de Estado estadounidense no ha pasado inadvertida. Ha sido recogida por la prensa estatal, incluso por la de línea dura, con tono amable, los líderes han envia...
Henry Kissinger, en China, era un hombre querido. Se le consideraba el estratega detrás de la recuperación de las relaciones entre Pekín y Washington en 1972, y por tanto un interlocutor con la mano tendida y un “amigo de China”. La muerte del exsecretario de Estado estadounidense no ha pasado inadvertida. Ha sido recogida por la prensa estatal, incluso por la de línea dura, con tono amable, los líderes han enviado sus condolencias y ciudadanos han dejado palabras sentidas en las redes sociales.
El mensaje del presidente chino, Xi Jinping, ha sido remitido este jueves a su homólogo estadounidense, Joe Biden. Es un texto emotivo en el que ha destacado su faceta como “estratega de renombre mundial” además de “un viejo amigo” y “buen amigo del pueblo chino”, según ha recogido la agencia oficial Xinhua. “Hace medio siglo, con su destacada visión estratégica, hizo contribuciones históricas a la normalización de las relaciones sinoestadounidenses, que no solo beneficiaron a ambos países sino que cambiaron el mundo”, ha escrito Xi. “El pueblo chino siempre recordará y echará de menos al Dr. Kissinger”.
El exsecretario de Estado visitó el país en más de un centenar de ocasiones a lo largo de sus 100 años. En su último viaje a Pekín, el pasado mes de julio, probablemente su movimiento final en el tablero del ajedrez geopolítico, fue recibido por Xi. No fue un gesto cualquiera. Los lazos entre ambas superpotencias pasaban por su peor momento en décadas. Kissinger trataba de remar para reflotarlos. “Nunca olvidaremos a nuestro viejo amigo y su histórica contribución a la promoción del desarrollo de las relaciones sinoestadounidenses”, le dijo Xi entonces, al recibirlo.
Ese postrer encuentro tuvo lugar en la misma estancia de la residencia de Diaoyutai (donde suelen alojarse las visitas oficiales) en la que Kissinger se reunió en secreto con los líderes comunistas en su primera visita a China en 1971. Él era entonces asesor de Seguridad Nacional del presidente Richard Nixon y había recibido en plena Guerra Fría el encargo de articular un acercamiento con el país asiático, cuyo ascenso, a ojos de Washington, podría ejercer de contrapeso a la Unión Soviética.
Durante un viaje a Pakistán, Kissinger fingió estar enfermo y desapareció durante 48 horas en las que voló a Pekín para negociar con el entonces primer ministro chino, Zhou Enlai, mano derecha de Mao Zedong, los mimbres para una visita oficial de Nixon a China, la primera de un presidente estadounidense desde el establecimiento de la República Popular en 1949. El pasaje es uno de los más apasionantes de su monumental obra On China (Sobre China, 2011). “La confrontación no tenía sentido para ninguna de las partes; por eso estábamos en Pekín”, escribió Kissinger.
Otro pasaje memorable relata la negociación del llamado comunicado de Shanghái, redactado como colofón al encuentro entre Nixon y Mao en 1972, y aún hoy una de las piedras angulares del ambiguo equilibrio diplomático en torno a la cuestión de Taiwán, la isla autogobernada que Pekín reclama como parte inalienable de su territorio y que, entonces, albergaba el Gobierno chino que Washington reconocía como legítimo. Se disputaban hasta las comas. El párrafo clave es breve, pero llevó casi dos noches de trabajo y de discusiones. Arranca: “Estados Unidos reconoce que todos los chinos a ambos lados del estrecho de Taiwán sostienen que solo hay una China y que Taiwán forma parte de China”. Puro funambulismo dialéctico.
“Relación vital para la paz”
En aquel último encuentro con Xi, Kissinger recordó la vigencia del texto: “En las circunstancias actuales, es importante atenerse a los principios establecidos en el comunicado de Shanghái”, subrayó, según la lectura oficial del encuentro de julio que hizo el Gobierno de Pekín. “La relación entre Estados Unidos y China es vital para la paz y la prosperidad de ambos países y del mundo en general”, añadió Kissinger. Aunque es difícil saber hasta qué grado, su visita surtió efecto y contribuyó a que Xi y Biden se vieran las caras hace un par de semanas en San Francisco, la muestra más reciente de estabilización en las relaciones.
El mandatario chino también mencionó la importancia del encuentro con Kissinger, y con otros estadounidenses con los que se había entrevistado recientemente, durante un discurso pronunciado en una cena con empresarios en San Francisco. “Les dije que la esperanza de la relación entre China y EE UU reside en la gente, que sus cimientos están en nuestras sociedades, que su futuro depende de la juventud y que su vitalidad proviene de los intercambios a nivel subnacional”.
El primer ministro chino, Li Qiang, y el ministro de Exteriores, Wang Yi, han enviado igualmente sendos mensajes de condolencias a la familia de Kissinger y al secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, según ha indicado este jueves el portavoz de Exteriores Wang Wenbin durante una comparecencia rutinaria. “El pueblo chino recordará al Dr. Kissinger por su sincera devoción y su importante contribución a las relaciones entre China y Estados Unidos”, ha agregado Wang.
El medio estatal CGTN ha destacado “su importante papel como mediador en el acercamiento de ambos países hace más de cinco décadas”. El diario Global Times, de línea dura, ha reseñado el comentario de dos usuarios de Weibo, una red social china: “Descansa en paz, fuiste un amigo nuestro para siempre” y “La historia no olvidará tu nombre”. Otro más, visto por este diario, tenía un toque más lúgubre: “Quedan pocos hombres sabios en Estados Unidos, y una era ha terminado”.
Kissinger consideraba un “honor” haber recibido el encargo de Nixon de acudir a Pekín a recuperar las relaciones. Durante décadas forjó un vínculo único con el país. “Como muchos visitantes a lo largo de los siglos, he llegado a admirar al pueblo chino, su resistencia, su sutileza, su sentido de la familia y la cultura que representa”, dejó escrito.
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