La UE explora fórmulas para fomentar la migración legal mientras trata de acelerar las expulsiones de personas sin derecho a asilo
La entrada de más de 1.200 personas en Lampedusa en un solo día pone en jaque la política de Meloni
La Comisión Europea quiere facilitar la llegada de trabajadores migrantes de forma regular para hacer frente a la creciente escasez de mano de obra en la UE mientras frena las entradas irregulares. Bruselas implantará un programa para poner en contacto a empleadores europeos con personas de fuera de la Unión para cubrir vacantes en ciertos sectores, un sistema con el que el Ejecutivo comunitario busca contribuir no solo a reducir esa brecha laboral sino también a disuadir la migración irregular. Y mientras el bloque comunitario refuerza sus fronteras, diseña más acuerdos con países de origen y...
La Comisión Europea quiere facilitar la llegada de trabajadores migrantes de forma regular para hacer frente a la creciente escasez de mano de obra en la UE mientras frena las entradas irregulares. Bruselas implantará un programa para poner en contacto a empleadores europeos con personas de fuera de la Unión para cubrir vacantes en ciertos sectores, un sistema con el que el Ejecutivo comunitario busca contribuir no solo a reducir esa brecha laboral sino también a disuadir la migración irregular. Y mientras el bloque comunitario refuerza sus fronteras, diseña más acuerdos con países de origen y tránsito —como el polémico de Túnez— para el control de los flujos migratorios y aumenta las devoluciones, la Comisión se mantiene de perfil ante el acuerdo de Italia con Albania, que contempla la construcción de campos de acogida en el país balcánico para miles de migrantes rescatados en el mar. El Ejecutivo comunitario asegura, que a priori, ese marco no viola la legislación comunitaria porque no es aplicable.
Dentro de esa política de amplio enfoque, la Comisión Europea pondrá en marcha una plataforma digital para poner en contacto a empleadores certificados con trabajadores de fuera de la UE, según ha anunciado este miércoles. El mecanismo se dirige a sectores como sanidad, tecnología, construcción o los cuidados y dará más puntos a los migrantes de países con los que la UE tiene acuerdos —Egipto, Marruecos, Túnez, Bangladés y Pakistán— y hayan participado en programas de formación financiados por la UE. La participación de los Estados miembros en esa “plataforma europea de talento” es voluntaria y solo podrán inscribirse los solicitantes de empleo extranjeros que residan fuera de la UE y no quienes están ya en suelo comunitario, ha explicado la comisaria de Interior, Ylva Johansson, en un pequeño encuentro con medios. La Comisaria de Interior destaca la necesidad de “atraer habilidades” a la UE. “Las necesidades laborales de la UE van a ser enormes. Ya son enormes”, ha dicho.
“Nuestro impulso para llenar los vacíos del mercado laboral tiene que comenzar en casa, con medidas sólidas para apoyar a la fuerza laboral nacional”, ha destacado también el vicepresidente para Estilo de Vida Europeo, Margaritis Schinas, durante la presentación de la plataforma. “Pero la migración laboral puede ser un medio complementario importante para llenar vacíos persistentes”, ha añadido.
Ese cauce legal es una de las vías que la UE quiere explorar a fondo. Pero sin dejar de promover las fórmulas para parar las llegadas irregulares. Bruselas ultima ahora un plan contra las mafias que trafican con personas y ultima el diseño de un acuerdo migratorio con Egipto (similar al de Túnez) para proporcionar ayuda económica a ese país a cambio de que contribuya en la gestión de fronteras y acepte a migrantes deportados. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que impulsó el controvertido acuerdo con Túnez que ahora está en duda por las maniobras del presidente tunecino Kais Said, viajará pronto a El Cairo para tratar con el Gobierno egipcio el pacto, aunque su manejo del memorándum firmado con Said suscitó el malestar de los Estados miembros. No por la idea propuesta sino porque la legislación comunitaria marca que la política exterior es competencia de los socios y estos no conocían la letra pequeña antes de que Von der Leyen viajase al palacio de Said para rubricarlo.
Esas iniciativas se producen mientras continúa la polémica por el pacto que Italia ha alcanzado con Albania. Otra fórmula más de externalizar la gestión de la migración y alejarla de las fronteras comunitarias. “La evaluación preliminar de nuestro servicio jurídico es que esto [el plan italiano en Albania] no viola la legislación de la UE, está fuera de la legislación de la UE”, ha dicho este miércoles la comisaria de Interior. El Gobierno de Giorgia Meloni planea abrir la próxima primavera dos centros en Albania, uno para detenerlos mientras procesa sus solicitudes de asilo y otro para examinarlas. Campamentos que funcionarían bajo la jurisdicción italiana y con personal de Italia en Albania. “La ley de la UE no es aplicable fuera del territorio de la UE, pero la ley italiana sí”, ha apuntado la responsable de inmigración. Italia, sin embargo, es un Estado miembro del club comunitario y debe respetar una serie de obligaciones.
El acuerdo de la ultraderechista Meloni, firmado con su homólogo albano, Edi Rama y que se verá materializado en 2024, significa un verdadero salto en el proyecto de deportar de forma encubierta a migrantes y de externalizar los centros de internamiento para aliviar la presión dentro de las fronteras nacionales y evitar el rechazo popular. Italia sigue así los pasos del Reino Unido, que en 2022 aprobó enviar a los solicitantes de asilo a Ruanda. Una medida que el Tribunal Supremo del Reino Unido ha confirmado este miércoles como ilegal.
Los intensos flujos migratorios, las constantes oleadas de desembarcos y la extrema presión en los centros de acogida de Italia están muy lejos de solucionarse con el gobierno de Meloni. En las últimas 26 horas han llegado a la isla de Lampedusa, el territorio italiano más próximo a África, otras 1.202 personas en una decena de embarcaciones procedentes de distintos puntos del Mediterráneo. Una nueva muestra de que ninguna de las promesas en esta materia que realizó la primera ministra italiana a su llegada para frenar el flujo de migrantes se ha cumplido.
La Cruz Roja, que gestiona el centro de primera acogida de Lampedusa, donde se identifica a los migrantes antes de trasladarlos a otros centros, ha recordado ya algunas veces que la infraestructura tiene capacidad para unos 400 huéspedes. Tras la última oleada, alberga de momento a 1.430 migrantes. Ayer, a las siete de la tarde, después de que fueran trasladadas 262 personas, los internos se habían reducido a 138. Si no hubiera coincidido con dicho movimiento, las llegadas de las últimas horas hubieran generado una situación humanitaria difícil de gestionar, tal y como ya pasó a mediados de septiembre cuando llegaron 5.000 personas en 24 horas.
El elevado número de llegadas a Italia, con cifras que no se veían desde 2016, está poniendo en jaque no solo el sistema de acogida de Lampedusa y de todo el territorio italiano en general, sino que está minando también las relaciones del país transalpino con sus socios europeos. En lo que va de año han llegado 145.889 migrantes a las costas italianas. Una cifra enorme teniendo en cuenta que en el mismo periodo del año pasado fueron 89.700 y en 2021 alcanzaron las 57.295.
Además, la nueva oleada de desembarcos vuelve a poner en entredicho todas las estrategias del ejecutivo de derechas que gobierna Italia, que ha tenido que poner sobre la mesa soluciones que rozan la legalidad y aumentan las fricciones con los socios de la Unión Europea. Hace una semana, la líder ultra, anunció que su país construirá en Albania centros de identificación y acogida para los migrantes rescatados por sus equipos de salvamento en el Mediterráneo.
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