Corrupción, justicia independiente y freno a los oligarcas: los retos de Ucrania para entrar en la UE
Kiev cumple de momento dos de las siete condiciones exigidas por Bruselas para iniciar las negociaciones de acceso
La bandera de la Unión Europea ondea en multitud de edificios de la Ucrania libre. En ayuntamientos, escuelas y empresas. Incluso ondeó en el centro de Jersón el día de noviembre de 2022 en el que la ciudad fue liberada del invasor ruso. El azul y las estrellas de la UE son símbolo de un futuro mejor para la abrumadora mayoría de los ucranios, según reiteran las encuestas. El presidente del Consejo Europeo, ...
La bandera de la Unión Europea ondea en multitud de edificios de la Ucrania libre. En ayuntamientos, escuelas y empresas. Incluso ondeó en el centro de Jersón el día de noviembre de 2022 en el que la ciudad fue liberada del invasor ruso. El azul y las estrellas de la UE son símbolo de un futuro mejor para la abrumadora mayoría de los ucranios, según reiteran las encuestas. El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, ha puesto este lunes fecha para que, en sus palabras, lo que hoy es un sueño pase a ser una realidad: 2030 es el plazo que se ha marcado para abordar la tantas veces anunciada ampliación de la UE.
Ucrania tiene siete años por delante para llevar a cabo las profundas reformas que le deben garantizar el acceso a la UE. El reto es titánico para un país que sufre la guerra a gran escala más sangrienta en décadas, con cerca del 20% de su territorio en manos del ejército ruso y que depende de la ayuda internacional. La Comisión Europea eleva a 65.000 millones de euros la ayuda que la UE y sus Estados miembros han aportado a Ucrania. Solo Estados Unidos ha transferido ayuda valorada en 104.000 millones de euros. Pero la invasión rusa también aceleró el reconocimiento de Ucrania como candidato por parte de la UE, en junio de 2022, un objetivo que el país había reclamado en varios momentos durante tres décadas, desde poco después de su independencia.
La Comisión Europea ha establecido siete puntos que el candidato debe cumplir para iniciar las negociaciones de la adhesión. El objetivo de Kiev era satisfacer estos requisitos en 2023, pero la viceprimera ministra para Asuntos Europeos, Olga Stefanishina, admitió el pasado 17 de agosto que no lo conseguirían. El primer ministro, Denís Shmihal, afirmó el pasado enero que aspiraba a acceder a la UE en dos años, pero la realidad es más compleja: el 22 de junio, el comisario europeo para Ampliación y Política de Vecindad, Olivér Várhelyi, ya advirtió que Ucrania solo cumplía por el momento dos de los siete puntos para iniciar las negociaciones.
Los dos aspectos que Bruselas considera favorablemente están vinculados a reformas legales impulsadas por el presidente, Volodímir Zelenski. Por un lado, Várhelyi remarcó que la nueva ley que regula el mercado de los medios de comunicación cumple con los estándares de la UE, en especial, la obligación de las empresas de comunicación de declarar quiénes son sus propietarios para reducir el poder de la clase oligarca.
Bruselas celebra la ley, pero organizaciones de defensa del derecho a la información la han criticado. Organismos como la Federación Internacional de Periodistas, la Federación Europea de Periodistas o el Sindicato Independiente de Medios de Ucrania han advertido de que la norma da un gran poder al órgano regulador del sector, dependiente del Gobierno, para cerrar medios de comunicación que pongan en peligro la seguridad del Estado, entre otras condiciones que debe valorar este organismo. Medios críticos con Zelenski, como Pravda, también han señalado que los grupos privados de televisión afines a la presidencia están recibiendo tratos de favor irregulares.
La Comisión Europea se muestra también satisfecha con la reforma del Consejo Superior de Justicia de Ucrania, que le otorga más independencia, y de la Comisión de Selección de Jueces, “que está trabajando en un sistema de selección por méritos”. Várhely concedió que ha habido progresos en la introducción de normas para garantizar la independencia del Tribunal Constitucional.
Pero el camino para consolidar una separación de poderes y un sistema judicial plenamente democrático es farragoso, como lo demuestra el largo tiempo que requirió Zelenski —más de dos años— para nombrar en 2022 al fiscal anticorrupción, o la detención el pasado mayo del presidente del Tribunal Supremo, Vsevolod Knyazev, acusado de recibir un soborno de 2,5 millones de euros para decidir una sentencia a favor del oligarca Kostiantin Zhevago.
Equiparar la corrupción con la traición
La lucha contra la corrupción es uno de los puntos que la Comisión remarca que a Ucrania todavía le queda mucho por mejorar. Los casos de corrupción se suceden mensualmente. En agosto, Zelenski relevó a todos los jefes de las oficinas provinciales de reclutamiento militar ante las pruebas que se acumulan de gestiones fraudulentas para la incorporación a filas. El presidente anunció este domingo en una entrevista televisada que propondría a la Rada —el Parlamento ucranio— que apruebe una ley que equipare la corrupción en tiempo de guerra con el delito de traición.
Otras exigencias en las que Ucrania necesita progresar son el blanqueo de capitales y la reforma del sistema de poder de los oligarcas. Tras la desintegración de la Unión Soviética, se produjo un vacío legal y de poder político en el que los principales activos industriales públicos pasaron a manos de unos pocos hombres de negocios. Estas personas continúan teniendo una influencia decisiva en el desarrollo de la vida empresarial y política ucrania. En una entrevista de este lunes con EL PAÍS, Mark Savchuk, consejero del Consejo Nacional de la Oficina Nacional de Anticorrupción de Ucrania, advertía que pese a que las mejoras han sido evidentes desde 2014, el nivel de corrupción es muy elevado y el país está lejos de cumplir con los estándares de la UE.
Uno de los puntos más sensibles que Bruselas exige a Kiev —y en los que percibe menos progresos— es en el respeto a las minorías nacionales y sobre todo, el uso de las lenguas de estas. Estas minorías incluyen, entre otros, a los grupos húngaros en la región de los Transcárpatos, al pueblo gitano, a los judíos, a los rumanos o a los tártaros. Pero también a la población bielorrusa y, sobre todo, a la que utiliza el ruso, un idioma que, pese a su extenso uso, no es reconocido como idioma oficial. La invasión del país por parte de Rusia complica todavía más la situación.
Michel ha afirmado en su discurso de este lunes que lo más difícil de la ampliación de la UE es que los ciudadanos sientan la Unión “en su corazón”. En Ucrania este es un reto de primer orden. En una información publicada el pasado febrero por EL PAÍS, destacados expertos ucranios subrayaban que el pasado soviético del país y las décadas infructuosas de negociaciones para acercarse a la UE mantenían a la mayoría de la población lejos de sentirse europea. Otro obstáculo mayúsculo será, como ha indicado el presidente del Consejo Europeo, que la entrada en la UE de candidatos como Ucrania forzará que países que son hoy beneficiarios netos de fondos económicos comunitarios lo dejarán de ser. Polonia, aliado fiel de Ucrania en su defensa en la guerra, ha defendido a capa y espada aplicar aranceles sobre los productos agrarios del país vecino, desoyendo las peticiones en contra de la Comisión Europea.
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