Bielorrusia condena a ocho años al periodista que detuvo tras desviar un vuelo de Ryanair a Minsk
Roman Protasevich ha sido declarado culpable de conspirar contra el Estado por organizar supuestamente disturbios contra el régimen de Lukashenko
Roman Protasevich, el periodista bielorruso que fue detenido en mayo de 2021 después de que el avión en el viajaba fuera obligado a aterrizar en Minsk, ha sido condenado este miércoles a ocho años de cárcel, por conspirar contra el Estado. Protasevich, de 27 años, ha sido declarado culpable de organizar disturbios masivos, incitar a cometer actos terroristas y calumniar al presidente bielorruso, Alex...
Roman Protasevich, el periodista bielorruso que fue detenido en mayo de 2021 después de que el avión en el viajaba fuera obligado a aterrizar en Minsk, ha sido condenado este miércoles a ocho años de cárcel, por conspirar contra el Estado. Protasevich, de 27 años, ha sido declarado culpable de organizar disturbios masivos, incitar a cometer actos terroristas y calumniar al presidente bielorruso, Alexandr Lukashenko, según la agencia de noticias estatal Belta.
Este periodista trabajaba en el célebre canal de Telegram Nexta, transmitido fundamentalmente desde Polonia, que informó ampliamente sobre las protestas masivas contra Lukashenko en 2020, tras unas elecciones que tanto la oposición como los países occidentales denunciaron como fraudulentas.
El fundador de Nexta, Stsiapan Putsila, y su ex redactor jefe Yan Rudik, también han sido juzgados en ausencia por el mismo tribunal y condenados a 20 y 19 años respectivamente. Los fiscales habían inculpado a los tres acusados de al menos 1.586 delitos, entre ellos “el de “conspiración para tomar el poder del Estado”, el de pedir sanciones contra Bielorrusia y también el de “crear o dirigir un grupo extremista”.
Protasevich se encontraba a bordo de un avión de la compañía Ryanair que viajaba de Grecia a Lituania el 23 de mayo de 2021, cuando el control aéreo bielorruso desvió el vuelo y le obligó a aterrizar en Minsk, so pretexto de una supuesta amenaza de bomba, que después se reveló falsa. El periodista fue entonces detenido y encarcelado junto con su novia, Sofia Sapega, de 24 años y de nacionalidad rusa, condenada también a seis años de cárcel, que tendrá que cumplir en su país de origen, adonde será trasladada en una fecha que aún no ha sido revelada. El desvío del avión y las circunstancias de la detención de Protasevich provocaron la indignación internacional y motivaron las sanciones de la Unión Europea contra Lukashenko.
La líder de la oposición en el exilio, Sviatlana Tsikhanouskaya, calificó el juicio de “farsa” y subrayó que estas sentencias se han conocido este miércoles, 3 de mayo, cuando se celebra el Día Mundial de la Libertad de Prensa. Protasevich, aseveró la opositora, ha sido un “rehén del régimen desde el secuestro de Ryanair”, en alusión a la compañía aérea a la que pertenecía el avión desviado a Minsk en el que viajaban Protasevich y Sapega.
Sospecha de torturas
Tras su detención, Protasevich apareció en un vídeo difundido por la televisión estatal y por Telegram. En las imágenes, el periodista, que aparecía fundido en lágrimas, confesaba su participación en las protestas antigubernamentales así como en una conspiración para derrocar a Lukashenko.
La oposición bielorrusa en el exilio calificó entonces esta confesión de falsa y aseguró que se había conseguido con torturas. El breve vídeo, al estilo de los orquestados tradicionalmente por el KGB bielorruso, inquietó también a organizaciones internacionales como Naciones Unidas. Protasevich, alertó entonces el portavoz de la oficina de derechos humanos de la ONU, Rupert Colville, parecía coaccionado en las imágenes e incluso mostraba señales de golpes aparentes.
El periodista, que dirigía el canal Nexta, se convirtió en enemigo prioritario de Lukashenko después de las protestas de 2020. En noviembre de ese año, las autoridades declararon Nexta y Nexta Live (con más de dos millones de suscriptores) “organización extremista”, y Protasevich y otros compañeros fueron incluidos por los servicios secretos bielorrusos (que mantienen su nombre soviético, KGB) en la lista de personas buscadas, acusados de “organizar desórdenes masivos, alterar el orden público e incitar al odio social”.
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