“Iglesia por cárcel” para los nazarenos de Nicaragua: Ortega prohíbe las procesiones de Semana Santa

La decisión del régimen supone otro duro golpe al catolicismo, la religión mayoritaria, en medio de una persecución feroz que incluye la condena de 26 años al obispo Rolando Álvarez

Una procesión durante el Domingo de Ramos, en Nicaragua, en 2016.Europa Press/Contacto/Kobby Dagan

La imagen de Jesús Nazareno no pudo salir de la iglesia El Calvario en Nandaime, un municipio sureño del departamento de Granada, este 24 de febrero, primer viernes de cuaresma. Las cinco procesiones del viacrucis, además de todas las de Semana Santa, han sido prohibidas por las autoridades del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo. La decisión no sólo afecta a este templo, cuyo párroco fue el primer religioso arrestado y co...

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La imagen de Jesús Nazareno no pudo salir de la iglesia El Calvario en Nandaime, un municipio sureño del departamento de Granada, este 24 de febrero, primer viernes de cuaresma. Las cinco procesiones del viacrucis, además de todas las de Semana Santa, han sido prohibidas por las autoridades del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo. La decisión no sólo afecta a este templo, cuyo párroco fue el primer religioso arrestado y condenado por el sandinismo durante la persecución religiosa que el catolicismo sufre, sino a todas las parroquias de Nicaragua.

Diversas iglesias del país comunicaron en sus perfiles de Facebook y chats grupales la prohibición de sacar los viacrucis a las calles, sin hacer mayores aspavientos por temor a que los párrocos puedan ser apresados. “El vicario general nos informó que viacrucis por orden de la Policía se va hacer en torno a la manzana [de la iglesia]”, dijo al finalizar una misa el sacerdote Julián Duarte de la iglesia Guadalupe, en Chinandega. “Vamos a orar, a hacer actos piadosos; sin comentarios por el amor de dios, por favorcito”, pidió el religioso a los fieles.

Limitar las procesiones del viacrucis es otro duro golpe a la fe católica de Nicaragua, la religión mayoritaria, en medio de una persecución feroz que incluye la condena de 26 años contra el obispo Rolando Álvarez, sacerdotes desterrados y despojados de su nacionalidad, acoso paramilitar a los templos y ataques directos del presidente Daniel Ortega.

Hace seis días, el caudillo sandinista arremetió en cadena nacional contra la Iglesia Católica, la institución con mayor aprobación en el país, según las encuestas. “Los curas, los obispos y los papas son una mafia”, dijo el mandatario. “Miren cuántos crímenes han cometido [religiosos católicos]. Crímenes por tener regulaciones absurdas. Que comenten en el campo financiero, por malversar millones. Cargamos con esos horrores de quienes se presentan como santos”, sostuvo Ortega. Y añadió furibundo: “¿Qué respeto le puedo tener a los obispos que he conocido en Nicaragua, si eran somocistas? Era un niño cuando pasó el funeral de [Anastasio] Somoza [García, en 1956] y los obispos enterraron a Somoza como príncipe de la Iglesia, es decir como si era un cardenal de la Iglesia Católica”.

La decisión de las autoridades limita por completo las procesiones de Semana Santa, las más solemnes y concurridas del calendario católico en Nicaragua. En algunos casos, la policía dejó que el primer viacrucis de la cuaresma se celebrase en los atrios de las iglesias, pero en otras fueron más prohibitivos: obligaron a realizar el rito al interior de los templos, de acuerdo a múltiples reportes recabados por EL PAÍS.

“No se contempla la salida a las calles por dos razones: por presencia policial de vez en cuando y por las insinuaciones del Estado de Nicaragua”, dijo bajo condición de anonimato un sacerdote del norte del país.

La parroquia Santa María de los Ángeles, en Managua, informó el primer viernes de cuaresma que fueron visitados por el inspector policial Orlando Cano, quien les informó la prohibición. “Existe la orden de que si el templo quiere salir en procesión, primero el sacerdote debe pedir la autorización al jefe policial de su distrito. Es la orden”, dijo un miembro de la pastoral de esa iglesia.

Imponer “iglesia por cárcel” a los santos no es nuevo bajo el régimen Ortega-Murillo. La táctica comenzó a implementarse en septiembre de 2022, cuando la policía acordonó las dos principales iglesias de la ciudad de Masaya, uno de los bastiones de las protestas sociales de 2018. Las masivas procesiones de los patronos San Miguel Arcángel y San Jerónimo no fueron celebradas, aunque los fieles se reunieron en torno a los templos, neutralizando a los oficiales de las fuerzas especiales.

“Por motivos de seguridad”

Desde el pasado miércoles de ceniza, la Policía comenzó a visitar diferentes templos de Managua y otros departamentos para notificar verbalmente que los permisos a las procesiones de cuaresma y semana santa estaban prohibidas. De acuerdo a las fuentes eclesiales, la institución armada atribuyó la medida a “razones de seguridad”.

Hasta el momento, ni la alta jerarquía de la Iglesia Católica ni la misma Policía han emitido algún comunicado en el que se oficialice la prohibición. Sin embargo, una fuente de comunicación de la iglesia católica relató que la orden que ha dado el cardenal Leopoldo Brenes al respecto es que “obedezcan”.

“Los Ortega-Murillo tienen la intención desalmada e ilógica de aniquilar la fe católica del país, porque saben que la Iglesia Católica es la única institución creíble, respetada y amada que, a la luz del evangelio, está anunciando y denunciando todas las arbitrariedades y maldades que comete la dictadura”, dijo la abogada e investigadora en el exilio Martha Patricia Molina. Ella es autora de un informe titulado “Nicaragua: ¿una iglesia perseguida?” y recoge que, entre abril de 2018 y octubre de 2022, el régimen sandinista ejecutó 396 ataques contra el catolicismo. Siendo lo más palpable la represión hacia los sacerdotes y obispos que incluye asedio, encarcelamientos, expulsiones, procesos penales y cierre de medios de comunicación administrados por el catolicismo.

El obispo Silvio Baéz, exiliado en Miami y a quien también el régimen Ortega-Murillo despojó de su nacionalidad, dijo en su primera homilía de cuaresma este 26 de febrero que “el poder es un ídolo mortífero, delante del cual los tiranos se postran”. " Un ídolo al cual le ofrecen como sacrificio la libertad y la esperanza de los pueblos. El diablo le revela a Jesús que el poder, las riquezas y las glorias mundanas son suyas y que él las da a quien lo adora. Por eso, quien tiene poder mundano es un ministro del diablo. Quienes usan del poder para excluir, someter y oprimir, sirven al diablo y viven arrodillados ante el diablo”.

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