Los globos estratosféricos irrumpen con estruendo en los sistemas de vigilancia militar
El incidente del artefacto chino derribado por Estados Unidos revela el creciente interés de las superpotencias por un objeto de bajo coste, difícil detección y una larga duración del vuelo
El incidente del globo chino no solo ha provocado un intenso rifirrafe entre las dos superpotencias planetarias. Su vuelo truncado por el disparo de un caza estadounidense ha revelado que ahí fuera, en lo alto, hay una intensa actividad aerostática, o al menos eso denuncian China, Estados Unidos y otros países. Estos artefactos tienen potencial para ser empleados en el terreno civil, militar y también dual, y las grandes potencias muestran un crec...
El incidente del globo chino no solo ha provocado un intenso rifirrafe entre las dos superpotencias planetarias. Su vuelo truncado por el disparo de un caza estadounidense ha revelado que ahí fuera, en lo alto, hay una intensa actividad aerostática, o al menos eso denuncian China, Estados Unidos y otros países. Estos artefactos tienen potencial para ser empleados en el terreno civil, militar y también dual, y las grandes potencias muestran un creciente interés para incorporarlos a sus sistemas de vigilancia y defensa.
Tras el derribo del globo, hace dos semanas, Washington acusó a China de ejecutar un programa al servicio del Ejército de Liberación Popular (el Ejército chino) que envía por todo el mundo globos destinados a la vigilancia. Los artefactos habrían penetrado en los últimos tiempos el espacio aéreo de diversos países en los cinco continentes, según han denunciado fuentes de Defensa estadounidenses.
China, en cambio, defiende que el globo abatido se trataba de un artefacto destinado a la investigación “principalmente meteorológica” que perdió su ruta debido a los vientos del Oeste. Pekín lamentó el incidente —lo que equivaldría a una disculpa—, pero también respondió con un dardo que revelaba la existencia de aún más globos, en este caso estadounidenses: los de Washington penetraron el espacio aéreo del gigante asiático en hasta 10 ocasiones en el último año, aseguró el pasado lunes un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino.
Desde el incidente, las aeronaves parecen haber abandonado su sigiloso vuelo. El Gobierno de Japón ha denunciado que sospecha de al menos tres incursiones desde 2019. Y los cielos de Taiwán, la isla autogobernada cuya soberanía reclama Pekín y que recibe apoyo militar de Estados Unidos, habrían sido atravesados por globos militares chinos “con mucha frecuencia”, según ha contado Financial Times esta semana citando fuentes oficiales anónimas.
El Ministerio de Defensa del enclave aseguró de inmediato que todas las aeronaves detectadas tenían fines meteorológicos y no representaban una amenaza. Y el jueves las autoridades militares de Taiwán hallaron los restos de un presunto artefacto meteorológico chino en uno de sus islotes del estrecho de Formosa, en primera línea frente a las costas de China continental, uno de esos pedacitos de tierra en disputa en la región más sensible del teatro geopolítico de Asia Pacífico.
Los globos estratosféricos tienen capacidad de volar suficientemente alto como para evitar ser abatidos por armas antiaéreas y se mueven lentamente, lo cual dificulta su detección. “Es una zona de operación gris”, explica el doctor Lin Ying-Yu, profesor asistente de la Universidad de Tamkang (Taiwán), especializado en las capacidades del Ejército Popular de Liberación chino.
A diferencia de los satélites, centrados en captar imágenes, estos artefactos pretenden recopilar lo que en jerga militar se denomina C4ISR (por las siglas en inglés de Comando, Control, Comunicaciones, Ordenadores, Inteligencia, Vigilancia y Reconocimiento). A través de sensores ubicados en estos globos, el EPL (Ejército Popular de Liberación) trataría de “recoger la información eléctrica” proveniente de radio y comunicaciones, especialmente de fuerzas estadounidenses, mientras realizan ejercicios, añade el analista Lin en un encuentro en línea con corresponsales extranjeros.
“Los globos estratosféricos pueden actuar como cuasisatélites en una guerra”, afirma Wang Haili, un coronel de la fuerza aérea del ELP retirado del servicio en 2019, citando un artículo de instituto estadounidense Hudson. Wang lleva años dedicado a la enseñanza y a la investigación de cuestiones de seguridad nacional y es autor de numerosos artículos académicos en publicaciones como la Revista de la Universidad de Defensa Nacional del Ejército Popular de Liberación. Recibe a EL PAÍS en la sede del instituto de pensamiento Taihe, con sede en Pekín, pero deja claro que su visión es una opinión personal que no representa a Taihe ni a Pekín.
“Un problema muy profundo”
El exmilitar acude a un viejo proverbio chino para explicar el incidente del globo. “Cuando cae una hoja, sabemos que se acerca el otoño”. La hoja sería el artefacto chino derribado; el otoño, al momento actual que atraviesan las relaciones chino-estadounidenses. “Aunque se trata de un asunto menor refleja un problema muy profundo”, dice Wang, en cuya opinión la crisis muestra que hay un problema de confianza en China por parte de Estados Unidos —que nunca dio crédito a las explicaciones de Pekín—.
Wang explica que algunos países tienen proyectos que usan globos para el reconocimiento militar, pero admite que es imposible saber qué Estados y el contenido de los programas, porque es un “secreto militar” en la mayoría de casos. Desconoce de la existencia de proyectos de seguridad y defensa relacionados con estos equipos en China. Pero afirma que el país sí cuenta con proyectos civiles de investigación científica.
De los programas civiles hay rastro público, como las pruebas realizadas en septiembre por el Instituto de Investigación de Información Aeroespacial (AIR) de la Academia China de Ciencias (CAS), con un globo científico “casi espacial” que se elevó a una altitud de 30 kilómetros con una carga útil de 1,2 toneladas, según recoge una noticia del organismo.
El interés por estos artefactos en los círculos de Defensa en Pekín se deduce de fuentes secundarias. “En los últimos años, algunos países han realizado grandes esfuerzos en torno al uso de globos militares”, dice un artículo publicado hace un año en el Diario del Ejército de Liberación Popular, el periódico de la Comisión Militar Central, el máximo órgano castrense del Partido Comunista, presidido por el presidente del país, Xi Jinping.
El texto analizaba las ventajas en el campo de batalla de estas aeronaves lentas en un mundo de proyectiles de velocidad hipersónica, y recordaba la relevancia del ejercicio militar Thunder Cloud (2021) de las fuerzas estadounidenses, en el que se “probaron globos de gran altitud”, según la web del Ejército de EE UU.
Washington también ha mostrado un interés creciente en este campo. Tiene intención de incrementar el presupuesto hasta los 27,1 millones de dólares (unos 25,15 millones de euros) en 2023, según adelantaba Politico en mayo de 2022. “Los globos de gran altitud, que vuelan a entre 60.000 y 90.000 pies [entre 18.288 y 27.432 metros] se añadirían a la extensa red de vigilancia del Pentágono y podrían llegar a utilizarse para rastrear armas hipersónicas”, aseguraba el medio estadounidense.
La Estrategia de Defensa Nacional, publicada por Estados Unidos en octubre, afirmaba que en las dos últimas décadas, China ha avanzado “espectacularmente en el desarrollo de tecnologías y capacidades de misiles balísticos e hipersónicos convencionales y nucleares”, acortando distancias con Estados Unidos. El informe no hace mención a los globos.
El Ministerio de Defensa británico también ha lanzado un programa de globos estratosféricos destinados “a la inteligencia, vigilancia y reconocimiento”, cuyos artefactos son desarrollados por Sierra Nevada Corporation. La siguiente fase incluye un vuelo de prueba de 60 días, según un comunicado de octubre de la compañía, que también desarrolla equipos de carácter civil.
El coronel retirado Wang explica que en el formato de guerra actual en el que la tecnología permite que los combates se desarrollen “más allá del campo de visión” los globos pueden desempeñar una función de reconocimiento. “Cualquier fuerza militar debe resolver el problema de que necesita encontrar el objetivo lo antes posible, y luego esforzarse por tener más tiempo para contraatacarlo”. Este problema, añade, se ha agravado con el creciente desarrollo de misiles hipersónicos.
Los globos estratosféricos tienen la ventaja de un bajo coste, una larga duración del vuelo, una amplia visión y una difícil detección. “Desde un punto de vista militar”, añade, “los estadounidenses pueden desarrollar globos de gran altitud y acercarse lo más posible a la frontera china, cooperando al mismo tiempo con radares terrestres, satélites espaciales y otros medios, con el fin de detectar lo antes posible las armas relevantes que puedan suponer una amenaza”.
En cualquier caso, cree que pronto concluirá la refriega aerostática. El episodio es “una pequeña ola en el vasto océano de relaciones entre ambas superpotencias”, dice. Cree que en los últimos días, tanto China como Estados Unidos han mostrado su actitud de sofocar el “incidente” lo antes posible.
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