Marruecos inicia con cautela el acercamiento a Argelia en la cumbre de la Liga Árabe
El ministro de Exteriores marroquí asiste en Argel a los preparativos del foro regional pese a la ruptura de relaciones desde 2021
Marruecos ha emprendido con cautela y recelo un acercamiento a Argelia tras más de un año de ruptura de lazos diplomáticos cuyas consecuencias repercuten en ambas orillas del Mediterráneo. Cortado el gasoducto Magreb-Europa (del sur argelino a España a través del Estrecho) y con las fronteras comunes totalmente clausuradas, el ministro marroquí de Exteriores, Naser Burita, ha viajado este fin de semana a Argel para participar en las sesiones ...
Marruecos ha emprendido con cautela y recelo un acercamiento a Argelia tras más de un año de ruptura de lazos diplomáticos cuyas consecuencias repercuten en ambas orillas del Mediterráneo. Cortado el gasoducto Magreb-Europa (del sur argelino a España a través del Estrecho) y con las fronteras comunes totalmente clausuradas, el ministro marroquí de Exteriores, Naser Burita, ha viajado este fin de semana a Argel para participar en las sesiones preparatorias de la cumbre de la Liga Árabe, prevista para los dos primeros días de noviembre.
Al cónclave regional ha sido formalmente invitado Mohamed VI, quien todavía no ha confirmado su asistencia. El rey de Marruecos no ha viajado a Argel desde 2005, precisamente con ocasión de otra cumbre árabe. El enfrentamiento sobre el Sáhara Occidental envenena desde hace casi cinco décadas las relaciones entre los dos vecinos norteafricanos y planea sobre la primera cumbre panárabe que se celebra tras la pandemia. Su eco resuena además en la comunidad internacional, donde la ONU persigue sin éxito una solución al contencioso. Y en particular retumba en España, expotencia colonial del territorio, después de haber abandonado la apariencia de neutralidad en el conflicto.
En la capital argelina, donde se observa un extraordinario despliegue de seguridad en medio de la indiferencia ciudadana, la presencia del jefe de la diplomacia de Rabat ha sido recibida con protocolaria sordina. La agitación que ha producido su visita en el tirante ecosistema digital del Magreb ha forzado, sin embargo, la intervención de portavoces y medios oficiales para sofocar el enconamiento en las redes sociales.
Primero tuvo que ser el embajador argelino ante la ONU, Nadir Larbaui, en calidad de coordinador del foro diplomático, quien desmintió la asistencia a la cumbre del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali. “La República Árabe Saharaui Democrática no forma parte de la Liga Árabe”, zanjó. Después fue la agencia estatal de noticias marroquí MAP la que se vio obligada negar como “desprovisto de todo fundamento” que el ministro Burita hubiese abandonado Argel dando un portazo.
La cuestión del Sáhara queda por ahora bajo las alfombras de la cumbre árabe, aunque el Ministerio de Exteriores argelino aprovechó para difundir, precisamente el sábado, su opinión contraria a “una desnaturalización del proceso (de paz en Naciones Unidas), que sería perjudicial para la seguridad y la estabilidad regionales”.
Los foros de la Liga Árabe apenas han contribuido en sus 77 años de historia a solventar las diferencias entre los Estados que la integran, cuyas 22 banderas ondean ahora las avenidas y plazas de Argel, engalanadas con réplicas de los monumentos de los países miembros. Sirvieron al menos para formular consensos como la Iniciativa Árabe de Paz de 2002 frente a Israel o para suspender la participación de Siria tras el estallido de la guerra civil en 2011.
Además del presidente Bachar al Asad, de la cumbre de Argel estarán ausentes, entre otros, el príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed Bin Salman, quien ha alegado con inusual antelación motivos de salud, y previsiblemente el exgeneral Michel Aoun, quien acaba de dejar de ser jefe del Estado en plena interminable crisis política de Líbano.
Argelia confía en que los líderes de 17 países, incluidos el egipcio Adbdelfatá al Sisi o el catarí Tamin bin Hamad al Thani, se sienten el martes en la gran mesa del Centro Internacional de Conferencias, en la costa de las afueras de la capital, bajo el lema de “reunificación bajo una acción árabe conjunta”. La cuestión palestina ha sido una prioridad histórica para el Gobierno argelino, que en las últimas semanas ha convocado en Argel a las facciones políticas enfrentadas en Cisjordania y la franja de Gaza para mediar en favor de su reconciliación.
La Iniciativa Árabe de paz (el reconocimiento del Estado judío a cambio de la creación de un Estado palestino) se dispone, empero, a chocar por primera vez en un cónclave panárabe con los Acuerdos de Abraham. Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Marruecos y Sudán normalizaron en 2020 relaciones diplomáticas con Israel sin contar con los palestinos, y apadrinados por Estados Unidos en los últimos meses de la presidencia de Donald Trump.
El regreso a la política de bloques de la guerra fría, agudizado por la guerra en Ucrania, también amenaza con fracturar el foro de Argel. Sobre más de 140 millones de ciudadanos de países árabes sobrevuela el peligro de la inseguridad alimentaria. Naciones como Líbano importan de Ucrania hasta el 80% de los cereales que consumen.
El realineamiento de las alianzas militares también resquebraja la entente de los Estados árabes y pone en riesgo los esfuerzos de acercamiento diplomático que favorece su foro regional. Pocos días después de la cumbre de Argel, unidades militares de Rusia participarán en las maniobras conjuntas Escudo del Desierto, que se desarrollarán cerca de la frontera con Marruecos. Los ejercicios castrenses con el principal aliado y suministrador de armamento de Argelia son interpretados como una respuesta a la operación de adiestramiento León de África, las mayores maniobras organizadas en África, en la que se desplegaron en junio fuerzas de Estados Unidos en Marruecos.
Sigue toda la información internacional en Facebook y Twitter, o en nuestra newsletter semanal.