El reto social de América Latina

La región afronta el desafío de impulsar el proceso de desarrollo y progreso económico tras una pandemia que acentuó el parón de la actividad, la pobreza y la desigualdad, y que recrudeció las tensiones sociales

La directora de EL PAÍS, Pepa Bueno, entrevista al presidente chileno, Gabriel Boric, durante el foro celebrado en Santiago de Chile el pasado viernes.Foto: Sebastián Carozzi

En América Latina, la región con mayores desigualdades del planeta y donde la covid-19 dejó al menos 1.600.000 muertos, sus líderes buscan fórmulas para superar los efectos de la crisis sanitaria y los problemas estructurales que no permiten al conjunto de países que la forman el salto al desarrollo. “No podemos prescindir del Estado como gran productor de bienes sociales”, ha dicho Ernesto Samper, que presidió Colombia entre 1994 y 1998, en la conferencia inaugural del ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

En América Latina, la región con mayores desigualdades del planeta y donde la covid-19 dejó al menos 1.600.000 muertos, sus líderes buscan fórmulas para superar los efectos de la crisis sanitaria y los problemas estructurales que no permiten al conjunto de países que la forman el salto al desarrollo. “No podemos prescindir del Estado como gran productor de bienes sociales”, ha dicho Ernesto Samper, que presidió Colombia entre 1994 y 1998, en la conferencia inaugural del foro El reto social de América Latina, reformas, derechos y diálogo social, organizado por Prisa Media y con la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), que se celebró el viernes 30 de septiembre en Santiago de Chile y se cerró con la entrevista de la directora de EL PAÍS, Pepa Bueno, al presidente chileno Gabriel Boric.

Ernesto Samper, expresidente de Colombia.Sebastián Carozzi

Samper aseguró antes que, en el marco de la crisis sanitaria, “el proteccionismo sanitario echó por tierra la solidaridad global”, y además de criticar el mal estado de la ciencia y la tecnología para efectos sociales en América Latina, se preguntó: “¿Quién pagará la factura de la pandemia y sus costos sociales?¿Las víctimas?¿O será que tenemos que hacer ajustes para que los grandes ganadores —las farmacéuticas o los gigantes digitales— paguen a través de mayores contribuciones?”. Para el abogado y economista la guerra entre Rusia y Ucrania ha dejado al mundo en un proceso de desglobalización y, en medio de un contexto de sanciones y bloqueos, “debemos pensar en una nueva globalización”.

Es un mundo diferente al de antes de marzo de 2020, según Samper, que ha echado por tierra los compromisos medioambientales de la región “pese a que como latinoamericanos nos afecta sustancialmente el cambio climático y el calentamiento global”. En ese sentido, resulta fundamental la posición que en esta materia han manifestado los presidentes Gustavo Petro (Colombia), Gabriel Boric (Chile) o el candidato Lula da Silva (Brasil), porque tienen “un efecto positivo en el cambio de agenda latinoamericana”, según el exmandatario colombiano.

Antonia Urrejola, canciller de Chile y expresidenta de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).Sebastián Carozzi

En su conferencia, que inauguraba el foro y congregó a líderes del Gobierno de Chile, como la canciller socialista Antonia Urrejola, Samper se refirió a los factores internos en la región que son los reproductores de la desigualdad. Junto a destacar que la educación no está cumpliendo un papel de reparación de estas inequidades, apuntó a la informalidad: un 56% de los trabajadores de América Latina se desempeñan fuera de los canales oficiales.

Samper habló de otro asunto: la fiscalidad. “Mientras en Europa llega al 45-50%, la nuestra apenas alcanza al 18-20%. ¿Cómo se puede hacer un cambio social con eso?”, se preguntó Samper. “Necesitamos empezar a repartir la vaca. La desigualdad no se resuelve solo repartiendo la leche”, ejemplificó el viernes en Santiago de Chile, en un foro donde el expresidente uruguayo José Mujica envió un saludo reflexivo a través de un vídeo: “Si no influimos en el rumbo de nuestra vida, el mercado se va a encargar de que envejezcamos pagando en cuotas y que vivamos confundiendo felicidad con tener”, aseguró Mujica, en un discurso muy aplaudido y convocante.

El expresidente de Uruguay, José ‘Pepe’ Mujica, durante su intervención virtual en el foro.Foto: Sebastián Carozzi

Aumentar la ayuda social

¿Qué hacer en adelante para reducir la desigualdad?, se preguntó Samper. En primer lugar, se hace imprescindible luchar por el derecho social al Estado, porque hay lugares de la región donde el Estado no llega. Agregó que resulta fundamental aumentar las políticas de focalización social, “porque los indicadores que estamos usando no son buenos” y la pobreza “se entiende solo bajo un concepto multifuncional”, por lo que se hacen necesarias rentas básicas mínimas.

En este sentido, el expresidente colombiano hizo un llamamiento a la integración. “Nunca habíamos estado tan desintegrados como en esta época de la pandemia y nunca había sido tan necesaria”, aseguró Samper. “Tenemos que construir una región entre nosotros mismos”, reivindicó, a la vez que criticó el modelo «mercadista y neoliberal” imperante en América Latina. Según el exdirigente colombiano, debemos apuntar a un nuevo hombre latinoamericano: “Un hombre más solidario en lo social, más competitivo en lo económico, más participativo en lo político y, sobre todo, más convencido de que ser latinoamerocano vale la pena”.

Desde la izquierda, Fernando Carrillo, exministro, exprocurador y constituyente colombiano; Carol Proner, abogada y miembro del Secretariado Internacional de la Asociación Brasileña de Juristas por la Democracia (ABJD); Jan Martínez Ahrens, director para América de EL PAÍS, y Cristóbal Bellolio, académico chileno.Sebastián Carozzi

Una oportunidad perdida

En el panel Las bases de un nuevo contrato social para América Latina, que moderó Jan Martínez Ahrens, director para América de EL PAÍS, el académico chileno Cristóbal Bellolio ofreció un completo análisis respecto del camino constituyente chileno, que continúa su curso tras el rechazo a la propuesta de texto de la convención, por un 62%, en el plebiscito del pasado 4 de septiembre. Para Bellolio, autor del ensayo El modelo populista chileno, se trata de un proceso “semifallido” y lo describió como “un penal sin arquero cuya pelota se mandó a las nubes”, en referencia a la oportunidad perdida por el oficialismo y los sectores progresistas. El académico hizo una enumeración de las lecciones políticas sacadas por Chile en estos meses, que pueden servir de ejemplo al resto de la región, entre las que destacó que en un proceso constituyente “no resulta conveniente exagerar la tecla identitaria”, y que vale la pena preguntarse: ¿una constitución busca ser vanguardia o identificarse con los valores comunes del pueblo y ser socializada entre la opinión pública? Para Bellolio, en cualquier caso, no se trata de un triunfo de la derecha: “En Chile sigue habiendo una percepción de que hay abusos, sigue existiendo la necesidad de cambios importantes y de relegitimar el pacto social, por lo que el amplísimo triunfo del rechazo no es la victoria de un sector político en particular”.

María Inés Salamanca, coordinadora de ONU Mujeres en Chile y especialista de Alianzas de ONU Mujeres para las Américas y el Caribe.Cristobal Venegas (© CRISTOBAL VENEGAS)

En opinión de Bellolio, “cualquier constitución será letra muerta si no va acompañada de una práctica política” y realizó una especial mención a la forma en que la ciudadanía se encierra en sus propias convicciones a través de las redes sociales. “Quizá un cambio en la actitud de cómo entendemos al adversario político sea fundamental para la reconstrucción de un pacto social”. En la misma línea, el exministro, exprocurador y constituyente colombiano Fernando Carrillo aseguró que “las constituciones que han funcionado en América Latina han sido producto de consensos ciudadanos, políticos y estratégicos sin antecedentes” y que “no se puede iniciar un proceso constituyente con la búsqueda de revancha”.

Carrillo enumeró deberes aprendidos en los procesos constituyentes en los últimos 30 años en la región: “Se trata de la mejora de la capacidad de diálogo político y social, porque el debate público en América Latina indiscutiblemente está en declive”, algo que se ha visto en la campaña presidencial de Brasil, aseguró. “Estamos en una burbuja, cada uno lee y escucha en las redes sociales lo que quiere porque estamos gobernados por algoritmos que no tienen una brújula ética”, aseguró Carillo, quien agregó que el espíritu de reforma tiene que “unir y no polarizar”, porque de otra forma una constitución no se sostiene. “Raparle la agenda social a los violentos resulta fundamental en un continente donde la desigualdad es una falla geológica del sistema político”, analizó el exministro colombiano, que habló de un momento de crisis de la democracia representativa.

En la búsqueda de nuevas formas para combatir la desigualdad y fundar un nuevo contrato social en América Latina, Brasil aparece constantemente en el discurso de sus líderes. Para la abogada brasileña Carol Proner su país “enfrenta una crisis constitucional, institucional y en todos los niveles, por lo que se está en constante revisión”. Resulta fundamental mirar el futuro, pero sin pactar un nuevo silencio en la democracia de baja intensidad que se vive en Brasil, según la abogada y miembro del Secretariado Internacional de la Asociación Brasileña de Juristas por la Democracia (ABJD), que habló de “desinstitucionalización intencional” y “desestabilización”, ejemplificándolo con casos como el proceso de destitución de Dilma Rousseff en 2016. Para Proner, la sujeción de América Latina a las reglas del derecho internacional “son sumamente vulneradoras de nuestra soberanía y deberían ser revisadas por una cuestión de defensa interna”.

Sergio Díaz-Granados, presidente de CAF-Banco de Desarrollo de América Latina. Sebastián Carozzi

La abogada se centró en las reformas políticas de calidad democrática que se deberían considerar en los países de la región de forma preventiva, “porque las pocas garantías que habíamos conquistado en nuestras democracias incompletas e insuficientes pueden desaparecer con procesos que no podemos definir, que no son violentos en el sentido tradicional, son sin fuerzas armadas, sin graves problemas y con apariencia de legalidad y de constitucionalidad”. Según Proner, desde el derecho resulta desafiante analizar la trayectoria constitucional latinoamericana, “que no ha sido suficiente para garantizar la estabilidad, porque han sido arrancados por modelos políticos regresivos y destructivos”. Son tiempos en que, según la jurista brasileña, la regresión ha llegado a la institucionalidad política y pueden ganar las elecciones, tanto en Brasil como en otros países de América Latina.

Desde la izquierda, Alicia Bárcena, embajadora de México en Chile y ex secretaria ejecutiva de la CEPAL; Carlos Gabas, exministro de Desarrollo de Brasil; Carlos Malamud, catedrático del Real Instituto Elcano, y Luis Maira, académico y diplomático chileno.Sebastián Carozzi

Objetivos para la nueva izquierda

América Latina ha encadenado una serie de victorias electorales que encarnan la llamada nueva izquierda. La lideran el presidente chileno Gabriel Boric y Gustavo Petro en Colombia, quienes se suman a una tendencia iniciada en 2018, desde Argentina hasta México. De sus diferencias, similitudes y retos se discutió en el foro El reto social de América Latina. El socialista Luis Maira, académico y diplomático chileno, se refirió a cómo han cambiado los protagonistas y los contenidos de los nuevos líderes de izquierda, distintos a los de hace una década. Boric y Lula da Silva —si gana la segunda vuelta— “corresponden a un momento largo de maduración de nuevas organizaciones sociales: ambientalistas, feministas, ligadas a pueblos originarios, regionalistas”, afirmaba Maira. “Pero nacieron en los años 60. Se fueron consolidando y se expresan en torno a estos nuevos gobiernos”, añadía. Por eso cree que la novedad está en su crecimiento y no en su existencia, y aclara que “van a tener marcadas diferencias con los gobiernos de izquierda que conocimos hasta ahora”.
Pero, ¿es lo mismo López Obrador que Boric?. Carlos Malamud, catedrático del Real Instituto Elcano, aseguraba que no. “Las diferencias políticas, ideológicas, generacionales sobre cómo se ve el mundo en la región son muy diferentes”, aclaraba. Malamud descartaba que exista un giro hacia la izquierda; lo que hay es “una sensación de fuerte descontento con los oficialismos”. Como dato para ejemplificarlo mencionó que de las 14 últimas elecciones presidenciales, en 13 perdió el oficialismo. El catedrático también rechazó la idea de que haya un nuevo modelo social: “Seguimos anclados en los mismos paradigmas del pasado”. Lo que sí aprecia es el nacimiento de nuevas políticas sociales, como las reformas tributarias que se intentan sacar adelante.
Carlos Gabas, exministro de desarrollo de Brasil, defendió sobre este punto que “no es posible hablar de protección social sin hacer una reforma tributaria, responsable y justa”. Gabas se sacudió de los fantasmas sobre expropiaciones al hablar de redistribución de la riqueza, postulando que basta con aumentar los impuestos. La embajadora de México en Chile, Alicia Bárcena, alertó sobre cómo la desregulación financiera llegó a un extremo tal que condujo a una “hiperglobalización concentrada en las manos de unos pocos”. Bárcena afirmó que “el mundo se está regionalizando” y a América Latina la pilla “muy mal parada en el sentido de integración’’. En el caso de que gane Lula, adelantó la gran oportunidad que se abre para que México y Brasil lideren un proyecto regional más allá de los nacionalismos.

Sigue toda la información internacional en Facebook y Twitter, o en nuestra newsletter semanal.

Sobre la firma

Más información

Archivado En