Antauro Humala recorre Perú haciendo campaña: “El poder deben ejercerlo los de piel cobriza”
El ultranacionalista que estuvo preso por alzarse en armas contra la corrupción de Toledo en 2005 pretende inscribir dos partidos políticos y ser candidato presidencial
Aprovechando el descrédito de la clase política y las promesas incumplidas del presidente peruano Pedro Castillo, el ultranacionalista Antauro Humala, un mayor del Ejército en retiro, se ha reencontrado con los veteranos de las revueltas que encabezó en 2000 y 2005 contra la corrupción de los presidentes de entonces, y dice estar listo para inscribir dos partidos, competir con las reglas electorales de la democracia. Todo eso para promover un gobierno de mestizos, en el que el poder lo ejerzan los de piel “color cobrizo, como la mayoría de los peruanos”.
El hermano del expresidente Olla...
Aprovechando el descrédito de la clase política y las promesas incumplidas del presidente peruano Pedro Castillo, el ultranacionalista Antauro Humala, un mayor del Ejército en retiro, se ha reencontrado con los veteranos de las revueltas que encabezó en 2000 y 2005 contra la corrupción de los presidentes de entonces, y dice estar listo para inscribir dos partidos, competir con las reglas electorales de la democracia. Todo eso para promover un gobierno de mestizos, en el que el poder lo ejerzan los de piel “color cobrizo, como la mayoría de los peruanos”.
El hermano del expresidente Ollanta Humala salió de prisión el 20 de agosto, después de cumplir una condena de 18 años de cárcel por rebelión y asesinato de cuatro policías en enero de 2005, cuando tomó por asalto una comisaría al sur del país para forzar la renuncia del entonces presidente, Alejandro Toledo. El militar en retiro logró su libertad algo más de un año antes estudiando y trabajando en la cárcel.
En una rueda de prensa con medios extranjeros este martes, Antauro, de 58 años, sostuvo que aunque una prueba de absorción atómica determinó que él no efectuó disparos en la toma de la comisaría de Andahuaylas (región Abancay), fue acusado de homicidio y ha sido el último en salir de prisión. Unos 170 ex militares y seguidores que lo acompañaron en esa sublevación también estuvieron presos.
También asegura que los policías que cayeron en el Andahuaylazo, como se conoce ese golpe frustrado, fueron asesinados por francotiradores enviados para sofocar la revuelta; para ello compartió los informes de necropsia que indican que los disparos entraron al cuerpo de los agentes de atrás hacia adelante, y de arriba hacia abajo. Humala encabeza el movimiento etnocacerista que agrupa principalmente a veteranos militares -llamados reservistas o antauristas-, rechaza la élite blanca y promueve que descendientes de indígenas accedan al poder, pues de acuerdo a la ideología que formuló su padre, Isaac Humala, la “raza cobriza” debe gobernar el país andino.
“Voy a hacer una reconstrucción de los hechos”, anunció el político sobre su viaje de este sábado a Andahuaylas. El lunes, en la plaza de armas de Puno —en la frontera con Bolivia— un grupo de reservistas anunció la llegada su líder y el recorrido por varias provincias de esa región altiplánica a partir del 17 de septiembre.
Humala respondió a EL PAÍS que está listo para inscribir dos formaciones políticas. “Tenemos el aparato y la organización: es como si contáramos con un excelente camión, pero que nos falta la placa (la matrícula), a diferencia de la política peruana de puras placas sin camión”, comentó. “Estamos aceptando las reglas del estado de derecho y estamos inscribiendo dos movimientos en paralelo: el Partido Etnocacerista Revolucionario Unido (PERÚ) y la Alianza Nacional de Trabajadores, Agricultores, Universitarios, Reservistas y Obreros (Antauro)”, añadió.
Desde que salió de prisión, el político ultranacionalista es tema de conversación en las plazas, los taxis, la sobremesa de la clase media, y también en los medios sociales. “En las ferias dominicales, los antauristas venden diarios, hablan sobre él y la gente escucha y aplaude”, cuenta una profesora residente en Andahuaylas.
“Los reservistas se reunieron la semana pasada en una plaza de Tacna –frontera con Chile- y dijeron que están a la espera de las órdenes de su líder”, reportó uno de los asistentes a la cita en la ciudad que estuvo bajo ocupación chilena entre 1883 y 1929 cuando Perú perdió la Guerra del Pacífico.
Tres días después de la liberación del líder etnocacerista, un taxista en Lima había sido testigo del robo de móvil en una avenida. “El ladrón estaba en moto y la jovencita iba conversando desprevenida: ojalá gane Antauro y bote a los venezolanos”, lanzó el conductor, uno de los limeños que atribuye el incremento de la delincuencia a los migrantes.
En la rueda de prensa el político afirmó que no se aliaría con ninguno de los partidos existentes, ni siquiera con el ultraizquierdista Perú Libre, que llevó al poder a Castillo en las elecciones de 2021. Los antauristas fueron parte de los cordones de seguridad en la campaña electoral de segunda vuelta del maestro rural, que hoy afronta seis investigaciones fiscales por corrupción en menos de un año de gestión.
“Yo también estoy decepcionado del presidente Castillo, no honró su palabra de maestro pese a que dos veces prometió indultarme, y ahora me entero que está involucrado en corrupción, pero hay mucha diferencia con la corrupción de alto vuelo, es como un ladrón de gallinas en comparación con los presidelincuentes”, aseguró refiriéndose a Alberto Fujimori, Alejandro Toledo, Alan García, su hermano Ollanta y Pedro Pablo Kuczynski. “Si no están presos, están prófugos y uno se suicidó por vergüenza. Ellos son los culpables de la hecatombe del Estado peruano hace 30 años”, expresó.
Propuestas extremas
El líder del movimiento etnocacerista cuestiona “el neoliberalismo de la Constitución de Fujimori” y considera que la república peruana que surgió hace 200 años “está agonizando”. Entre los diez puntos que propone si llegara al poder, quiere acusar y procesar a seis presidentes y a 1.200 congresistas desde el autogolpe de Fujimori del 5 de abril de 1992. “Es una medida necesaria para moralizar la república, debe haber un escarmiento histórico de la clase política peruana”, justifica.
Para Humala, debería aplicarse la pena de muerte para los presidentes por traición a la patria en casos de alta corrupción. No le interesa que su hermano pueda caber en esa categoría, como expresidente enjuiciado por haber recibido supuestos sobornos de la transnacional Odebrecht al adjudicar la obra de un gasoducto durante su mandato. “Antauro está loco, no le importa ni su hermano”, apunta una trabajadora administrativa de una pequeña empresa en Miraflores, un barrio acomodado de la capital.
El historiador y profesor universitario Michael Mendieta Pérez explica que el movimiento etnocacerista se ha mantenido “muy vigente” mientras Antauro Humala estuvo preso y “continuará teniendo repercusión en la zona surandina”. Aunque el investigador académico cree que el político tendrá que gestionar algunas divisiones internas en el movimiento y pelear en esa organización para ser el candidato presidencial en 2026, “puede ganar adeptos en la selva (Amazonía) y en el norte del país”.
Humala no se define de izquierda ni de derechas, pero Mendieta hace notar que su discurso contra el mercado y a favor de expropiaciones y del Estado lo ubica en la izquierda populista. “Puede llegar a tener el apoyo de un 15% (del electorado), formado por jóvenes de origen provinciano, personas con muchas dificultades económicas o que viven en la informalidad. Su discurso conservador puede tener mucha pegada”, agrega.
El ultranacionalista dice que ha abandonado “la vía rebelde”, pero entre sus propuestas incluye devolver al Estado las empresas que fueron compradas por compañías extranjeras, “empezando por todo lo chilenizado”, y supeditar el mercado “a la nación soberana”. El militar en retiro no retoma las armas, pero su discurso radical raspa como una lija al establishment político y empresarial peruano. En la impredecible política peruana, con cuatro presidentes en los últimos cinco años, no hay certeza de que los próximos comicios serán en 2026 o se adelantarán para salir de la crisis política permanente en que vive el país andino desde 2018. El caudillo radical está a la espera.
Suscríbase aquí a la newsletter de EL PAÍS sobre Colombia y reciba todas las claves informativas de la actualidad del país.