Israel y Turquía reanudan relaciones plenas tras más de una década de tensión
Ambos países vuelven a intercambiar embajadores impulsados por la cooperación en materia de seguridad y energía
Israel, principal aliado de Estados Unidos en Oriente Próximo, y Turquía, miembro de la OTAN clave en el Mediterráneo oriental, han anunciado este miércoles la reanudación de plenas relaciones tras más de una década de tensión y desencuentro. El regreso de los respectivos embajadores a ambos países marca un hito de normalización diplomática en medio de un rosario de altibajos. La crisis de la flotilla humanitaria a Gaza en 2010, en la que murieron 10 turcos en un asalto israelí; el reconocimiento de Jerusalén como...
Israel, principal aliado de Estados Unidos en Oriente Próximo, y Turquía, miembro de la OTAN clave en el Mediterráneo oriental, han anunciado este miércoles la reanudación de plenas relaciones tras más de una década de tensión y desencuentro. El regreso de los respectivos embajadores a ambos países marca un hito de normalización diplomática en medio de un rosario de altibajos. La crisis de la flotilla humanitaria a Gaza en 2010, en la que murieron 10 turcos en un asalto israelí; el reconocimiento de Jerusalén como capital del Estado judío por EE UU, en 2017, y, en especial, la matanza de decenas de palestinos en la frontera de Gaza por francotiradores del Ejército de Israel en 2018, congelaron sucesivamente los contactos hasta bordear la ruptura.
Las dos potencias militares regionales dejan así de contar con meros encargados de negocios en sus respectivas legaciones. El acercamiento se escenificó en marzo con la visita oficial del presidente del Estado de Israel, Isaac Herzog, a Ankara, donde su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan, le recibió por todo lo alto. “La restauración de los lazos supone un importante paso para la estabilidad de la región y tiene un gran significado económico”, aseguró el primer ministro israelí en funciones, Yair Lapid, en un comunicado, tras mantener una conversación telefónica con Erdogan, quien la semana pasada no vaciló en acusar a Israel de “matar a niños” en la última ofensiva en Gaza.
El jefe de la diplomacia turca, Mevlüt Çavusoglu, confirmó en Ankara la normalización de relaciones diplomáticas plenas, que atribuyó en gran parte a la vista de Herzog (la primera de un jefe de Estado israelí desde 2008), así como a sus continuos contactos con Erdogan. El ministro matizó: “Continuaremos defendiendo los derechos de Palestina, de Jerusalén (Este) y de Gaza, y también es importante que enviemos mensajes con nuestra opinión de estos temas a nivel de embajadores”. Ankara defiende la solución de dos Estados y ha condenado el reconocimiento estadounidense de la capitalidad exclusiva de Jerusalén en favor de Israel, contraviniendo un consenso internacional hasta entonces unánime.
En calidad de ministro de Exteriores, Lapid visitó Ankara en junio, oportunamente tras un complot de supuestos agentes iraníes contra ciudadanos israelíes que fue desbaratado por las fuerzas de seguridad locales. Las relaciones entre Turquía e Irán, que durante la última década fueron muy estrechas, han evolucionado hacia una tensa guerra fría, en la que ambos países tratan de manejar a grupos afines en Irak y Siria. El Ejecutivo hebreo agradeció públicamente que los servicios secretos turcos desmantelaran a tiempo la red iraní cuando se disponía a atentar contra turistas y diplomáticos israelíes.
Pese a las malas relaciones y a los continuos cruces de acusaciones entre los dirigentes de ambos países, el comercio bilateral entre Turquía e Israel no ha parado de crecer durante la última década, y en 2021 alcanzó los 8.400 millones de dólares (8.265 millones de euros). Durante el primer trimestre de este año, los intercambios comerciales crecieron un 37% respecto al mismo periodo del pasado año. La cooperación en materia de seguridad ha sido constante.
La grave crisis económica que atraviesa Turquía ha llevado al Gobierno de Erdogan a buscar una política exterior más pragmática y menos conflictiva. De ahí la reciente reconciliación con, entre otros países, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos e Israel, y el proceso de acercamiento a Egipto para hacer frente a un adversario común: Irán.
Turquía fue uno de los primeros países del mundo en reconocer al Estado de Israel, en 1949, y entre ambos se forjaron importantes lazos de colaboración, sobre todo en el apartado militar. Sin embargo, el asalto israelí a una flotilla fletada por una ONG islamista turca con ayuda humanitaria dirigida a la franja de Gaza, marcó el inicio de una cadena de encontronazos y rupturas diplomáticas. Israel, por su parte, había apostado por reforzar sus relaciones con otros adversarios de Ankara en el Mediterráneo oriental como Grecia, Chipre y Egipto. La presencia de dirigentes del movimiento islamista palestino Hamás acogidos en territorio turco ha enturbiado, además, las relaciones entre ambos países.
”Las expectativas de suministro de gas (del Mediterráneo oriental) a través de Turquía hacia Europa han impulsado en parte la actual normalización”, apuntó el ex cónsul general de Israel en Estambul Moshe Kamhi. “Pero no conozco ningún otro país cuyas relaciones con Israel estén sujetas a tantos vaivenes”, advirtió el diplomático en una conferencia virtual con periodistas extranjeros.
Cruce de caminos de redes de energía
Turquía es un importante cruce de caminos de las redes de energía que fluyen hacia Europa. Y el hallazgo de grandes yacimientos de gas a partir de 2010 en el Mediterráneo oriental, en aguas de Israel, Chipre, Líbano y Egipto, ha representado un cambio de paradigma en la región. El Estado judío es por ahora el principal y más avanzado beneficiario, con reservas ya operativas y gasoductos en funcionamiento en dirección a Jordania y Egipto. Este último país posee, además, dos plantas de licuefacción de gas para permitir su transporte inmediato por vía marítima.
Antes de firmar un acuerdo trilateral de suministro con Egipto e Israel, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, exploró en junio en una gira por Oriente Próximo “vías destinadas a incrementar la cooperación en materia de energía frente al chantaje del Kremlin” a consecuencia de la guerra en Ucrania. Los Veintisiete dependen en un 40% del gas ruso, situación que Bruselas pretende eliminar antes de 2027.
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