Donald Trump saborea su venganza contra los republicanos que apoyaron el ‘impeachment’
Solo dos de los 10 congresistas de su partido que votaron juzgar políticamente a Trump tienen opciones de repetir mandato
Donald Trump ni olvida ni perdona. Cuando la Cámara de Representantes votó someterle a su segundo impeachment, un juicio político en el Senado, esta vez por el asalto al Capitolio, 10 congresistas republicanos votaron a favor de la decisión. Trump les declaró la guerra y su venganza ha sido exitosa. Solo dos podrán optar a la reelección en los comicios de medio mandato que se celebrarán el 8 de noviembre, donde aún tendrán que vencer a sus rivales demócratas. Q...
Donald Trump ni olvida ni perdona. Cuando la Cámara de Representantes votó someterle a su segundo impeachment, un juicio político en el Senado, esta vez por el asalto al Capitolio, 10 congresistas republicanos votaron a favor de la decisión. Trump les declaró la guerra y su venganza ha sido exitosa. Solo dos podrán optar a la reelección en los comicios de medio mandato que se celebrarán el 8 de noviembre, donde aún tendrán que vencer a sus rivales demócratas. Queda una última congresista que se somete este martes a primarias. Se trata de la republicana más odiada por Trump, Liz Cheney, que también parece condenada a la derrota.
“La mayoría de los impeachers se han ido o se están yendo. La loca Liz Cheney, que rara vez sale de Virginia, será despedida por el gran pueblo de Wyoming el próximo martes”, tuiteó Trump en su red social este viernes. Encontró tiempo el mismo día en que se publicó la orden de registro de Mar-a-Lago, la mansión de Trump en Palm Beach (Florida), que mostraba que está bajo investigación por tres posibles delitos y el inventario de bienes incautados, entre ellos numerosos documentos etiquetados como de alto secreto.
Wyoming es el Estado menos poblado y más trumpista de todo el país. El expresidente logró en 2020 el 70% de los votos y ganó a Biden por más de 43 puntos. Trump promovió allí a otra candidata, Harriet Hageman, a la que apoyó y financió. Hageman tiene una amplia ventaja en las encuestas. El registro de la mansión de Trump le ha servido para mostrar su adhesión, denunciando “persecución política”. “Si el FBI puede tratar a un expresidente de esta manera, imagine lo que pueden hacer con el resto de nosotros. Es un sistema de justicia de doble rasero: uno para las élites y otro para sus enemigos políticos”, dijo la candidata. Hageman, no hace falta preguntarlo, da por hecho el bulo del amaño electoral.
La hija del vicepresidente Dick Cheney, mientras, se ha convertido en una proscrita en su propio partido. Ni siquiera puede dar mítines por temor a incidentes. Cheney es una conservadora de pura cepa, antiabortista, proarmas, defensora de los combustibles fósiles, de las bajadas de impuestos, del gasto en armamento y de una política exterior dura. Su oposición al matrimonio homosexual la enfrentó públicamente con su hermana lesbiana, Mary. Pero su gran pecado fue reconocer lo obvio, la victoria de Biden en 2020. Por eso, en la arenga previa al asalto al Capitolio, Trump llamó a deshacerse de “los congresistas débiles”, los “Liz Cheney del mundo”. Cheney apoyó el impeachment de Trump por incitación a la insurrección y ha desempeñado un papel destacado en la comisión de investigación del 6 de enero. Los votantes republicanos de su Estado no se lo perdonan.
Trump se conjuró para que ninguno de los 10 que apoyaron su procesamiento político repitiesen mandato. Hubo cuatro que tiraron la toalla y ni siquiera se presentaron a las primarias: Anthony Gonzalez (Ohio), Adam Kinzinger (Illinois), John Katko (Nueva York) y Fred Upton (Michigan), algunos dando un portazo y otros más discretamente. “Grandes noticias, otro que muerde el polvo”, iba celebrando Trump.
Los otros seis lo han intentado, pero con escaso éxito. El primero en caer, en junio, fue Tom Rice (Carolina del Sur). Le venció Russell Fry, apadrinado por Trump, que puso en el eje de su campaña “la traición” al expresidente. Rice era también un conservador ortodoxo, que no se solía apartar de la línea del partido hasta el impeachment y se quejó de la venganza del expresidente cuando fue a hacer campaña. “Trump está aquí porque le consume el rencor como a nadie que haya conocido. Tuve un voto que no le gustó y ahora ha elegido apoyar a un hombre-sí, que se plegará a todo lo que diga, sin importar qué”, dijo en un comunicado.
David Valadao devolvió algo de esperanza al grupo al imponerse en su distrito de California gracias a la división de los candidatos trumpistas. Aun así, pasó el corte por unos 1.500 votos y, con un 25,6% de los votos, se quedó a 20 puntos del demócrata Rudy Salas, en unas primarias abiertas en que los votantes podían elegir candidatos de cualquiera de los dos partidos. Valadao y Salas se enfrentan el 8 de noviembre, pero hay serios riesgos de que el republicano pierda, especialmente si no logra movilizar el voto trumpista.
La semana pasada llegó el supermartes del impeachment. Tres candidatos se medían en las primarias, dos en el Estado de Washington y otro en Michigan. Peter Meijier, de Michigan, un joven conservador de 34 años, tenía una carrera prometedora en el partido antes de censurar la actuación de Trump. Dijo ser consciente de que su futuro político podría haber acabado por su decisión. Fue derrotado por estrecho margen por el trumpista John Gibbs, promotor de teorías conspiranoicas y tan extremista que los demócratas vieron en él la oportunidad de ganar el escaño en noviembre. Lanzaron una campaña que simulando criticarle en realidad le reforzaba: “Es demasiado conservador”, “está respaldado por Trump”, “apoya la línea dura contra la inmigración en la frontera” y la “educación patriótica” eran las críticas, música para los oídos de sus potenciales votantes. Los demócratas lograron su propósito, ahora falta ver si podrán derrotarle.
En el Estado de Washington cayó también la semana pasada la representante Jaime Herrera Butler tras seis mandatos en la Cámara de Representantes. Le disputaban el puesto tres leales a Trump, negacionistas de la victoria de Biden. Uno de ellos, Joe Kent, se medirá con la demócrata Marie Perez en noviembre. Cuando Herrera Butler defendió su voto por el asalto al Capitolio, dijo: “No estoy eligiendo un bando; estoy eligiendo la verdad. Es la única manera de vencer el miedo”. Trump se ha regodeado ahora de su derrota: “Joe Kent acaba de ganar una increíble votación contra todo pronóstico en el Estado de Washington. Y lo que es más importante, ha eliminado a otra impeacher, Jaime Herrera Beutler, que tan estúpidamente ha hecho el juego a los demócratas”, escribió la semana pasada en su red social.
Dan Newhouse, también de Washington, es casi la única esperanza del grupo. Ganó las primarias la semana pasada con más votos que su rival demócrata. Lleva cuatro mandatos en el Congreso, su campaña estaba bien financiada y en su contra tenía un voto trumpista dividido. Se dedicó a atacar al recomendado de Trump, con insinuaciones de corrupción, y le dio resultado.
Este martes llega el último capítulo de la venganza de Trump contra los 10 miembros de la Cámara de Representantes que apoyaron su segundo juicio político. Trump celebrará por todo lo alto la derrota de Liz Cheney. Será, además, un aviso a navegantes para quienes no cierren filas con el expresidente a raíz de sus problemas judiciales.
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