La candidatura de Ucrania espolea la impaciencia de los Balcanes para ingresar en la UE

Bulgaria bloquea la apertura de negociaciones y provoca la indignación de los líderes de Albania y Macedonia del Norte

El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel (izquierda), y el presidente serbio, Aleksandar Vucic, este jueves en Bruselas.Foto: OLIVIER HOSLET (EFE) | Vídeo: EPV

La invasión rusa de Ucrania ha convertido Europa en un complejísimo tablero de ajedrez en el que cada movimiento tiene el potencial de marcar el destino del continente. La partida se disputa en estos momentos en el Este: a las puertas de la cumbre de los Veintisiete que se celebra este jueves y viernes en Bruselas, en la que las capitales tienen previsto concederle a Ucrania el estatuto de candidato —salvo sorpresa mayúscula—, l...

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La invasión rusa de Ucrania ha convertido Europa en un complejísimo tablero de ajedrez en el que cada movimiento tiene el potencial de marcar el destino del continente. La partida se disputa en estos momentos en el Este: a las puertas de la cumbre de los Veintisiete que se celebra este jueves y viernes en Bruselas, en la que las capitales tienen previsto concederle a Ucrania el estatuto de candidato —salvo sorpresa mayúscula—, la UE ha querido celebrar además un encuentro previo con los países de los Balcanes occidentales. “Es una cumbre geopolítica”, sentencia una alta fuente comunitaria.

El encuentro con los países balcánicos perseguía, por un lado, revitalizar el proceso de adhesión languideciente de varios países ya candidatos (Albania, Macedonia del Norte, Montenegro y Serbia). Esos países, estancados desde hace años, pueden sentirse afectados por la llegada de Ucrania y Moldavia a su club por la vía rápida. Por otro lado, la cumbre buscaba delimitar por dónde discurre la trinchera frente a Rusia, que parece dispuesta a aprovechar cualquier hueco o grieta, especialmente en Belgrado. Serbia, país con el que Moscú mantiene buenas relaciones históricas, es el lugar donde se proyecta con más fuerza la sombra del Kremlin.

Tras la cita, que ha sido tensa y más larga de lo esperado, los líderes de Albania, Macedonia del Norte y Serbia han comparecido malhumorados y han mostrado un enfado considerable ante un proceso de adhesión cuyo espíritu consideran “turbio”, en palabras de Edi Rama, primer ministro de Albania. Han cargado contra una UE “dividida” que aún los trata como “invitados”. Han reclamado un sistema de adhesión diferente para evitar que un solo país pueda bloquear el acceso de otro, como hace Bulgaria con Macedonia del Norte. Y han subrayado que se vuelven a casa como llegaron: sin ningún acuerdo concreto, ni fechas, ni hitos sobre su futuro en la UE.

Buena parte de los Veintisiete pretenden dejarle claro al líder serbio, Aleksandar Vucic, que en estos momentos no hay gamas de grises. Los tiempos bélicos exigen tomar partido. “Antes de dar futuros beneficios a Serbia, tenemos que tener claro su compromiso de alineamiento con los valores europeos”, asegura una alta fuente diplomática. “Este es el momento de la definición. Y los actos son lo que te definen. Esperamos de Serbia mucho más”, apunta. “Seremos francos con ellos”, añade otro diplomático de primer rango. “Pediremos de forma clara un alineamiento con las sanciones de la UE contra Rusia”. Esta misma exigencia aparece también escrita de modo contundente como aviso a todos los candidatos en el borrador de conclusiones de la cumbre, al que ha tenido acceso EL PAÍS. Pero el aviso apunta de manera velada a Serbia.

La guerra ha provocado que la UE pise de nuevo el acelerador de las adhesiones. “Ucrania ha servido de rompehielos”, añade una de las fuentes citadas; la incursión militar ordenada por Vladímir Putin y el acercamiento de Kiev a Bruselas podría ser como una conjunción astral, el chispazo que revitalice una ampliación anquilosada. “La Unión Europea expresa su compromiso pleno e inequívoco con la perspectiva de pertenencia a la UE de los Balcanes occidentales y pide que se acelere el proceso de adhesión”, proclama el borrador de conclusiones del Consejo Europeo.

Las candidaturas de Macedonia del Norte y Albania

Entre los países sumidos en este largo proceso se encuentran Macedonia del Norte y Albania, candidatos a la adhesión desde 2005 y 2014, respectivamente. Pero pesa todavía sobre ambos —y les impide avanzar de momento— el conflicto entre Bulgaria y Macedonia del Norte. Sofía mantiene aún su veto a Skopje por un conflicto histórico y lingüístico, y la decisión se encuentra directamente conectada con la turbulencia política que vive Bulgaria en estos momentos, donde este miércoles prosperó una moción de censura contra el actual Gobierno de coalición, liderado por el primer ministro búlgaro, Kiril Petkov.

Los Veintisiete se están planteando incluso si convendría separar ambas candidaturas y avanzar solo con la de Albania. La decisión resulta delicada: podría dejar en la estacada a una Macedonia del Norte que ha hecho enormes sacrificios políticos para resolver su conflicto con Grecia. “Macedonia del Norte ha cambiado su nombre para poder convertirse en miembro de la Unión Europea”, ha recordado el canciller alemán, Olaf Scholz, antes de adentrarse en el edificio del Consejo. ”Este es solo un ejemplo de muchos esfuerzos”.

El primer ministro de Albania, Edi Rama, ha mostrado su furia a las puertas del Consejo: “Es una vergüenza que un país de la OTAN, Bulgaria, secuestre a otros miembros de la OTAN, Albania y Macedonia del Norte, en medio de una guerra caliente en el patio trasero de Europa, con otros 26 países sentados en un espectáculo de miedo e impotencia”, ha sentenciado. “Necesitamos continuar construyendo más Europa”, ha añadido, y ha reclamado unos Balcanes “abiertos para todo el mundo”.

En su entrada al edificio del Consejo, en Bruselas, el serbio Vucic ha concentrado todas las miradas. Durante unos días incluso se cuestionaba que fuera a asistir a la cita. “Pero aquí estamos para discutir nuestro futuro europeo”, ha replicado en una comparecencia. Vucic ha expresado su esperanza en que el Consejo recoja unas “buenas conclusiones” para los Balcanes occidentales, aunque sin demasiado entusiasmo: “Si sucede está bien; si no sucede, no importa. De todos modos, estamos profundamente agradecidos a la UE por invertir en nuestros países donando enormes cantidades de dinero”.

Entre los Veintisiete, un buen número de socios ven a Serbia como un caballo de Troya de Rusia. Belgrado ha condenado la invasión rusa a Ucrania en la Asamblea General de Naciones Unidas, pero Vucic se ha negado a sumarse a la oleada de sanciones de la UE contra Moscú. Hasta que Putin inició la guerra a gran escala contra Ucrania, Serbia había jugado la carta de ser un país amortiguador entre la UE y Rusia. Ahora, muchos en Bruselas instan a Belgrado a elegir bando. “Llegará un momento en que tendrá que definir su postura”, según un alto mandatario de uno de los grandes partidos políticos europeos.

Sin embargo, el país balcánico no parece dispuesto por ahora a abandonar las lisonjas a Vladímir Putin, que le han garantizado lo que Vucic ha denominado el precio del gas “más favorable de Europa”, con un acuerdo recién renovado por unos 400 euros por cada 1.000 metros cúbicos, una cantidad mayor al pacto anterior que estaba a punto de expirar (de unos 238 euros), pero aun así más baja que el precio de mercado, que está entre 700 y 800 euros. El nuevo acuerdo estará en vigor hasta 2025.

Belgrado trata de obtener beneficios de ambos lados, pero alejarse públicamente de las posturas afines a Moscú sobre la invasión de Ucrania supondría para Vucic, además, una confrontación con un buen porcentaje de la ciudadanía serbia que culpa directamente a la OTAN y a Ucrania por la guerra; solo un 26% de los serbios carga contra Moscú por la invasión, según una encuesta de abril de la empresa de sondeos Valicon.

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