Macron, Scholz y Draghi dan un rotundo respaldo a una Ucrania europea
Los líderes de las tres mayores economías del club anuncian a Zelenski que le apoyarán como candidato a entrar en la UE y el presidente francés promete entregarle más obuses
El Kiev que este jueves ha recibido a tres de los hombres más poderosos de Europa se parece muy poco a lo que uno podría imaginarse como un país en guerra. Al margen de alguna que otra sirena, sacos terreros frente a escasos edificios y un toque de queda que recuerda que algo excepcional está ocurriendo, algunos habitantes de la capi...
El Kiev que este jueves ha recibido a tres de los hombres más poderosos de Europa se parece muy poco a lo que uno podría imaginarse como un país en guerra. Al margen de alguna que otra sirena, sacos terreros frente a escasos edificios y un toque de queda que recuerda que algo excepcional está ocurriendo, algunos habitantes de la capital de Ucrania parecen entregados a los placeres del verano en terrazas repletas o paseos con helados. Hasta esa ciudad han llevado el presidente francés, Emmanuel Macron, el canciller alemán, Olaf Scholz, y el primer ministro italiano, Mario Draghi, un mensaje rotundo: el sueño europeo está en el horizonte de Ucrania.
Los tres dirigentes —acompañados por el presidente de Rumania, Klaus Iohannis— han anunciado al presidente Volodímir Zelenski que en la cumbre europea de la próxima semana apoyarán las aspiraciones de Ucrania de ser candidato a entrar en la UE. “El mensaje más importante de nuestra visita es que Italia quiere a Ucrania en la UE”, ha dicho Draghi en el jardín en el que comparecían los cinco líderes. “Ucrania pertenece a la familia europea”, ha añadido Scholz. “Europa está con vosotros y seguirá con vosotros hasta que haga falta, hasta la victoria”, ha concluido Macron.
Nadie duda de que el camino para que Ucrania se convierta en socio de pleno de derecho de la UE será largo, y que incluso puede que no llegue nunca a completarse. Pero es innegable que la agenda europeísta de Zelenski ha logrado estos días un buen empujón político. Primero fue la visita a Kiev del pasado fin de semana de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Un respaldo aún más decisivo supone el viaje de este jueves de los tres líderes de los países con más peso de la UE. Ahora falta que Bruselas presente el viernes su propuesta, que todo apunta a que será positiva, y, sobre todo, que el próximo 23 y 24 de junio los jefes de Estado y de Gobierno den el paso decisivo.
Pese a las buenas palabras del jueves, las relaciones entre Zelenski con las capitales más importantes de la UE, sobre todo Berlín y París, tienen aún muchas aristas. El principal reproche —sobre todo dirigido a Alemania— es que no llegan las armas que Ucrania necesita desesperadamente. “Cada día de retraso es una oportunidad para que el ejército ruso mate a ciudadanos ucranios o destruya nuestras ciudades”, ha dicho Zelenski. “Hay una correlación directa: cuantas más armas tengamos, más rápido podremos liberar nuestro país y nuestra gente”, ha añadido.
En este sentido, el presidente convertido en un icono por su negativa a abandonar el país pese a las bombas rusas —y por sus ajustadas camisetas verdes, que el jueves volvió a lucir junto al resto de encorbatados líderes— ha obtenido algo más que buenas palabras. Macron ha adelantado que Francia entregará a Ucrania otros seis obuses autopropulsados Caesar. Estos se sumarán a los 12 que ya ha enviado. Scholz no ha hecho ningún nuevo anuncio, pero sí ha dicho que Alemania continuará apoyando a Ucrania con la entrega de armas. “Hasta que sigan necesitando nuestra ayuda”, ha matizado.
En Kiev, Macron, Scholz y Draghi han dado un apoyo inequívoco a Ucrania ante la agresión rusa. Pero, antes de la visita, en el equipo de Zelenski temían que junto con la zanahoria de ofrecer un horizonte europeo llegara el palo de recordar a Ucrania que, por mucho que se niegue a dialogar con la Rusia de Vladímir Putin, al final tendrá que hacerlo. Ya insinuó ese mensaje Macron el miércoles, de visita en Rumania. “Cuando Ucrania haya vencido y el combate haya acabado, tendremos que negociar. El presidente ucranio y su equipo tendrán que negociar con Rusia”, dijo. Pese a aclarar que el momento del diálogo debería llegar tras la victoria ucrania, algunos vieron en estas palabras un eco de las que ya había pronunciado el mismo Macron sobre la necesidad de no humillar a Moscú, unas declaraciones que causaron indignación tanto en Ucrania como en muchos países del este de la UE.
Calidez con Macron, mayor frialdad con Scholz
Quizás para desactivar las críticas y que Macron llegara a Kiev con buen pie, fuentes diplomáticas francesas ya difundieron por la mañana que París desea una victoria militar de Ucrania que restablezca la integridad territorial del país, incluida la península de Crimea, anexionada por Rusia en 2014 tras un referéndum considerado ilegal por la comunidad internacional. Según estas fuentes, solo Zelenski puede definir lo que entiende como una victoria, y por lo tanto cuando puede cerrarse el capítulo de la guerra. Quizás este nuevo giro en el discurso de París explica los abrazos que el presidente ucranio dispensó a Macron, frente a una actitud mucho más fría con Scholz.
Pese a que Europa lance señales de apoyo sin fisuras a Kiev, en muchos sectores del continente crece la idea de que es necesario buscar un pacto con Rusia para acabar con una guerra que deja, solo en el lado ucranio, cada día en torno a 200 muertos. Que además amenaza con hacer descarrilar la economía mundial, con reverberaciones en una crisis alimentaria mundial y un crecimiento desaforado de la inflación. Y que, por si todo esto fuera poco, empieza a castigar a los mercados de deuda europeos.
Frente a este discurso a favor de las negociaciones, es difícil encontrar en Ucrania voces que defiendan hacer dolorosas concesiones a Putin a cambio de que paren las armas. “Nos están atacando a nosotros. No podemos aceptar ningún acuerdo que implique ceder territorio. En tres o cuatro años Rusia volvería a agredirnos. No estamos pensando en el ahora, sino de aquí a una generación”, aseguraba en Kiev un asesor del Gobierno que pide el anonimato.
Un día antes de que Zelenski recibiera a los líderes europeos, Kiev ponía en marcha una votación online para desrusificar los nombres de sus calles, desde la dedicada a Moscú a la del escritor Antón Chejov. Ni siquiera en el callejero hay ganas de hacer concesiones ante un país que encadena ya 112 días de ataque sin cuartel.
Antes de verse con Zelenski, los dirigentes de Francia, Alemania, Italia y Rumania visitaron Irpin, una de las localidades convertidas en símbolo tanto de los horrores de la guerra —tras la retirada rusa se descubrieron más de 300 cadáveres de civiles— como de la resistencia ucrania —que evitó que el Kremlin lograra su objetivo de hacerse con Kiev—. Entre edificios destruidos, Macron, Scholz, Draghi e Iohannis condenaron los crímenes cometidos por las fuerzas de Vladímir Putin y mostraron su apoyo a Ucrania.
“Es necesario que Ucrania pueda resistir”, aseguró el presidente francés, que dijo ver en Irpin “las huellas de la barbarie”. “Tenéis al mundo de vuestra parte”, añadió el primer ministro italiano, que prometió ante los desastres causados por las tropas rusas que Europa se ocupará de la reconstrucción de todo lo destruido. “Irpin, como Bucha, se ha convertido en un símbolo de la inimaginable crueldad de la guerra rusa. Esta guerra tiene que acabar”, concluyó el canciller alemán.
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