El exilio nicaragüense repudia la elección: “Ortega y Murillo se atornillan al poder. Nosotros lo rechazamos”
Los expatriados en Costa Rica, que este domingo salieron a las calles a protestar, piden a la comunidad internacional que desconozca los resultados electorales
El exilio político se juntó en La Merced, el parque que por décadas ha sido sitio de encuentro para los nicaragüenses en Costa Rica. Una mañana encapotada, lluviosa a ratos, tranquila como todos los domingos en San José, fue alterada por campesinos, excarcelados políticos, defensores de derechos humanos, maestros, médicos, mujeres, integrantes de la diversidad sexual, opositores, estudiantes y familiares de...
El exilio político se juntó en La Merced, el parque que por décadas ha sido sitio de encuentro para los nicaragüenses en Costa Rica. Una mañana encapotada, lluviosa a ratos, tranquila como todos los domingos en San José, fue alterada por campesinos, excarcelados políticos, defensores de derechos humanos, maestros, médicos, mujeres, integrantes de la diversidad sexual, opositores, estudiantes y familiares de víctimas de las protestas de abril que tronaron contra las elecciones que Daniel Ortega y Rosario Murillo celebraban este 7 de noviembre al norte del Río San Juan. El exilio ha catalogado la jornada como una “farsa electoral” en la que la pareja presidencial sella su perpetuación en el poder.
Es la primera vez, luego del azote de la pandemia, que tantos exiliados se reúnen en la capital josefina. La marcha partió a las diez de la mañana en medio de consignas y canciones que revivieron el sentimiento de las protestas ciudadanas de hace tres años, las que significaron un parteaguas para los nicaragüenses: miles —muchos de los que están hoy en esta marcha— tuvieron que exiliarse a causa de la represión policial y paramilitar. También fue la primera vez que el exilio afincado en Costa Rica desde 2018 se junta, al fragor de una marcha popular, con los opositores que huyeron a partir de junio pasado, cuando el régimen sandinista liquidó el proceso electoral al arrestar a todos los precandidatos opositores.
“Ortega y Murillo se atornillan al poder. Nosotros lo rechazamos. Rechazamos esta elección por falsa elección”, dijo Marvin Fornos, un exiliado envuelto en una bandera azul y blanco. “Que ellos sigan en el poder significa más pobreza, miseria, más represión, más caos para Nicaragua”.
Costa Rica es el epicentro del exilio nicaragüense, aunque hay otros refugiados en Estados Unidos, España, Panamá y México. La marcha en San José despuntó una serie de manifestaciones que miles de nicaragüenses alrededor del mundo armaron, desde una en el Reino Unido encabezada por la defensora de derechos humanos Bianca Jagger, en Ciudad de México, hasta Washington y Canadá. La demanda principal fue la misma, y estuvo dirigida a la comunidad internacional: ignorar los resultados de los comicios.
En San José, disfrazada de payasa porque asegura que las elecciones de este domingo son “un circo electoral”, Apolonia Rivas pidió más sanciones para el Gobierno sandinista. “Es que han causado demasiado dolor, sobre todo a las madres como yo. Son centenares de personas a las que Ortega y la bruja (Rosario Murillo) han mandado matar. Nosotros queremos recuperar nuestro país”, dijo la exiliada.
La marcha se enfiló sobre la avenida 2, una de las más importantes de San José. El destino era la plaza de la Democracia, una plaza pública cuyo nombre encarna el clamor de los nicaragüenses exiliados.
“En Nicaragua hoy la población se queda en su casa, mostrando su repudio al fraude electoral organizado por la dictadura y sus partidos cómplices, como demostración de resistencia cívica y pacífica, de amor a Nicaragua, y en solidaridad con todas las víctimas de la dictadura”, se lee en un comunicado difundido por los exiliados. “Exigimos la libertad inmediata de las más de 150 personas secuestradas políticas. Continuaremos apoyando a sus familiares y manteniendo la denuncia permanente de todas las arbitrariedades y violaciones a los derechos y libertades del pueblo nicaragüense. Asimismo, demandamos el esclarecimiento de las desapariciones forzadas de familiares de personas opositoras, y el retorno seguro de quienes se han visto obligados al exilio para salvaguardar su vida y libertad”.
Mientras la marcha avanza por la avenida 2, en Managua, se anuncia que Daniel Ortega y Rosario Murillo saldrán a votar. La pareja presidencial lo hace rápido y de inmediato regresa a su vivienda, en el reparto El Carmen. El caudillo sandinista viola el silencio electoral y despotrica contra opositores que denuncian su elección sin competencia. Ortega dijo que los más de 150 presos políticos, que todavía mantiene en las cárceles son “terroristas que siguen conspirando”, porque “no quieren la paz y son sembradores de muerte, de odio, de terror”. El mandatario dijo que los presos políticos, entre ellos los 39 detenidos en este periodo electoral, “no querían que se realizaran estas elecciones el día de hoy”. Aseguró que estos detenidos son “demonios que optan por la guerra, por la descalificación para que Nicaragua se vea envuelta en enfrentamientos violentos”.
Marta María Rojas, otra exiliada, insistió en que la comunidad internacional debe ser más contundente con los Ortega-Murillo, aunque reconoce que la responsabilidad es de los nicaragüenses. Sin embargo, “en este momento no sabemos qué hacer con tanta represión en Nicaragua. Si con estas elecciones pensábamos volver, con este circo ya no hay futuro”, se quejó la mujer.
El expresidente de Costa Rica, Luis Guillermo Solís, expresó apoyo a los nicaragüenses este domingo. “Hoy, el mundo entero será testigo de la coronación de la dictadura en Nicaragua. El sainete electoral está en curso: unas ‘elecciones’ sin más candidatos que los del régimen; unos ‘comicios’ con toda la oposición en la cárcel y con la soldadesca en la calle; un proceso que hace mofa de los métodos e instrumentos de la democracia, manipulándolos. Y, por supuesto, todo ello mientras el régimen desafía socarronamente a la Comunidad Internacional, sintiéndose amparado por (pocas) naciones que comparten su desprecio por la libertad y los Derechos Humanos”.
Un amigo le envió por WhatsApp a Marvin Fornos el mensaje del expresidente Solís. Tardó un buen rato leyéndolo, mientras otros exiliados avanzaban y lo esquivaban. Cuando terminó, le dijo complacido a sus acompañantes que se adelantaron unos pasos: “En Costa Rica nos están escuchando”.
Suscríbase aquí a la newsletter de EL PAÍS América y reciba todas las claves informativas de la actualidad de la región.