La amenaza de interferencias extranjeras planea sobre las elecciones alemanas

El Gobierno de Angela Merkel teme ataques de piratas informáticos y campañas de desinformación para tratar de influir en la opinión pública

Varios empleados manejan carteles electorales de la CDU en una imprenta de Renania del Norte-Westfalia el 29 de junio.picture alliance (dpa/picture alliance via Getty I)
Berlín -

La pandemia ha supuesto la excusa perfecta para el lanzamiento de campañas de desinformación contra Europa. Bruselas alertó de ello el año pasado y acusó a Rusia y a China de distribuir bulos y noticias manipuladas para intentar socavar el debate democrático, exacerbar la división entre los Veintisiete y mejorar su propia imagen. Alemania es, según la UE, ...

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La pandemia ha supuesto la excusa perfecta para el lanzamiento de campañas de desinformación contra Europa. Bruselas alertó de ello el año pasado y acusó a Rusia y a China de distribuir bulos y noticias manipuladas para intentar socavar el debate democrático, exacerbar la división entre los Veintisiete y mejorar su propia imagen. Alemania es, según la UE, el objetivo principal de estas campañas, especialmente de las rusas. Y por eso preocupan especialmente las amenazas que se ciernen sobre las elecciones generales de septiembre. Tanto expertos independientes como el propio Gobierno alertan sobre posibles ataques, desde hackeos (accesos ilegales a sistemas informáticos ajenos para manipularlos o robar información) hasta campañas de desinformación para influir en la opinión pública.

Faltan menos de tres meses para unas elecciones cruciales para Alemania y para toda Europa y algunas potencias extranjeras tienen especial interés en desestabilizar al país, explica Michael Meyer-Resende, director ejecutivo de la organización Democracy Reporting International (DRI). “Es el final de la era Merkel y el debilitamiento de los partidos tradicionales apunta a una reorientación de la política alemana. Las fricciones políticas generadas por la pandemia y las medidas impuestas aumentan el riesgo del extremismo político, especialmente si se produce una cuarta ola [de contagios] y con ella nuevas restricciones”, asegura. Los partidos tradicionales, la CDU de Merkel y los socialdemócratas del SPD, que ahora gobiernan en coalición, están más debilitados que hace cuatro años. En las elecciones de 2017 obtuvieron el 52% de los votos, mientras que ahora los sondeos les atribuyen alrededor del 42%.

Rusia, especialmente, y quizá China, “tienen interés en retratar a las democracias como débiles e inestables, de forma que sus modelos autoritarios y represivos parezcan más atractivos por comparación”, apunta Meyer-Resende, coautor de un informe reciente sobre los riesgos cibernéticos de las elecciones alemanas basado en unas jornadas de expertos celebradas en abril. Un proceso largo y complicado para decidir qué coalición gobernará “sería atractivo para países extranjeros porque la democracia alemana parecería menos estable”. Por no hablar de los intereses específicos, por ejemplo el hecho de que Rusia sepa que la presencia de Los Verdes en una coalición endurecería la visión de un futuro Gobierno alemán sobre cuestiones como el polémico gasoducto Nord Stream 2, el conflicto de Ucrania o la represión de la oposición.

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La agencia federal de ciberseguridad alemana, la BSI, ha constatado un incremento sostenido de intentos de ciberataques y de accesos irregulares a datos. “El nivel de amenaza de los ataques cibernéticos contra la integridad de las elecciones es alto”, alerta su presidente, Arne Schönbohm. La agencia ha elaborado una guía de seguridad especialmente diseñada para los candidatos a las elecciones federales y las estatales (además de renovar el Bundestag, en septiembre se eligen los parlamentos de Berlín, Mecklemburgo-Pomerania Occidental y probablemente Turingia) que muestra los posibles peligros y medidas preventivas. Debido a la pandemia, la mayoría de los partidos ha trasladado su maquinaria electoral a internet, lo que “aumenta el campo para los ataques cibernéticos”, añade Schönbohm. A falta de mítines, contactos personales en visitas o eventos abiertos al público, el intercambio entre los políticos y sus votantes potenciales se produce básicamente de forma digital.

Según la BSI, las campañas de desinformación son un problema creciente para la política alemana. El objetivo es inquietar a la opinión pública, desestabilizar, y para ello muchas veces se recurre al descrédito de políticos individuales. Pero también aumentan los ataques de piratas informáticos dirigidos a las infraestructuras de los partidos. Ocurrió durante el congreso de los conservadores que eligió en enero al sucesor de Merkel al frente de la CDU. Los hackers intentaron provocar el caos en el congreso bombardeando con tráfico la página web de la formación para intentar saturar el servidor. Según contó Deutsche Welle, llegaron a conseguirlo. El servidor colapsó y se cortó la señal en directo del evento. Los técnicos del partido recuperaron el control al bloquear los accesos desde fuera de Alemania. Los delegados finalmente pudieron elegir a su nuevo líder, Armin Laschet, mediante un sistema de votación alojado en otro servidor. Los técnicos habían tenido esa precaución precisamente porque esperaban que se produjeran ataques.

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El informe de DRI, elaborado con la colaboración de instituciones académicas, fundaciones de la sociedad civil y partidos políticos, señala una dificultad añadida en el control de la desinformación. Alemania, que regula al milímetro la publicidad electoral tradicional (dónde y cuánto tiempo se pueden colgar carteles, por ejemplo), no lo ha hecho todavía con la publicidad online. No se sabe quién paga ni cuánto para que alguien vea alguna información en sus redes sociales. “Esto abre la puerta a campañas de influencia oculta, así como a una fragmentación del discurso político: a diferentes segmentos del electorado se les muestran cosas diferentes sin que nadie más se dé cuenta”, explica Meyer-Resende.

Otros riesgos

Otro de los riesgos que los expertos mencionan de cara a las elecciones es el uso de datos robados que podrían servir para chantajear a los candidatos o para diseminar información obtenida ilegalmente. En marzo pasado, el semanario Der Spiegel informó de que piratas informáticos rusos habían lanzado un ciberataque de phishing (suplantación de identidad) contra decenas de diputados del Bundestag y de otros Parlamentos regionales. Según este medio, se trató de políticos de la CDU y el SPD a los que los piratas mandaron correos electrónicos falsos, pero con apariencia de verdaderos, para acceder al contenido de sus dispositivos. No se sabe si consiguieron información relevante. Preocupan en ese sentido los llamados ataques híbridos, operaciones complejas que muchas veces combinan el robo de datos con la colocación de información distorsionada en redes sociales.

Sembrar la duda, hacer crecer la desconfianza hacia los Gobiernos, polarizar. Son los objetivos de este tipo de ataques, que en caso de Alemania podrían sumar otra particularidad. Un partido político, el principal de la oposición por número de votos en las últimas elecciones, está copiando la receta de Donald Trump y ya está hablando de fraude electoral.

La formación de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD) ha empezado a hacer circular la posibilidad de un fraude con el voto por correo. El recuento de estas papeletas llega avanzada la noche electoral, por lo que se pueden producir cambios en los porcentajes durante la jornada. Generalmente, estos no favorecen a partidos como AfD, que piden a sus electores que voten presencialmente en la urna. “Hablar de fraude les da una buena razón para explicar unos resultados por debajo de sus expectativas”, comenta Meyer-Resende. Uno de sus consejos para tratar de evitar la desinformación es hablar de ella solo cuando esté probada y se sepa cuál es su extensión: “Las campañas que no llegan a muchas personas deberían ser ignoradas para no hacerlas más grandes”, concluye.

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