La vacunación en Venezuela se atasca entre el caos y la escasez de dosis

El país, que no cuenta con un plan de inmunización, no ha recibido ni el 10% de las dosis que necesita

Una persona se vacuna durante una jornada de vacunación en Caracas.MIGUEL GUTIÉRREZ (EFE)

Como las filas para cargar combustible, sacar dinero en efectivo del banco y para comprar comida, en Venezuela también hay colas para vacunarse. Hacer filas, ese síntoma de la escasez, ha marcado el inicio de vacunación masiva en el país petrolero. El proceso ha comenzado con retraso y con total incertidumbre sobre quién tiene la prioridad, cuándo y dónde se debe acudir a la inmunización, además del miedo de si habrá para todos. La situación en un momento de alza ...

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Como las filas para cargar combustible, sacar dinero en efectivo del banco y para comprar comida, en Venezuela también hay colas para vacunarse. Hacer filas, ese síntoma de la escasez, ha marcado el inicio de vacunación masiva en el país petrolero. El proceso ha comenzado con retraso y con total incertidumbre sobre quién tiene la prioridad, cuándo y dónde se debe acudir a la inmunización, además del miedo de si habrá para todos. La situación en un momento de alza de contagios, con 246.000 casos confirmados y 2.781 fallecidos, es de vacúnense quien pueda. El Gobierno no ha presentado un plan nacional técnico que guíe el proceso. Las primeras dosis se pusieron a funcionarios de alto nivel, incluido Nicolás Maduro y su esposa Cilia Flores, y a una parte de los médicos. Luego empezaron a desplegarse puntos de vacunación por todo el país.

Hace unas semanas, comenzaron a llamar a los adultos mayores utilizando el registro en el Sistema Patria, una plataforma a través de la cual el chavismo distribuye bonificaciones y que se ha usado para el control político en elecciones. Durante el primer fin de semana de vacunación masiva hubo protestas en algunos centros exigiendo la inyección para todos sin discriminación. En varios de los 14 centros de vacunación que se han habilitado en Caracas lo que reina es la opacidad y la desinformación.

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En febrero llegaron las primeras 100.000 vacunas rusas a Venezuela. Desde entonces el Gobierno ha ido informando de otras llegadas que suman 2.680.000 vacunas hasta el 31 de mayo, entre chinas y rusas. El país necesita vacunar a entre 15 y 22 millones de personas para llegar a la inmunidad de grupo.

Sentada en una silla plegable de playa, Coral se mostraba decepcionada después de 10 horas de espera por una de esas dosis. “Comprendo que debo esperar un mensaje, pero yo tengo 72 años, tengo hipertensión y no me han llamado. Estoy desesperada. Esto es una humillación”, decía la mujer mientras esperaba en una fila de unas 300 personas frente al Hotel Alba Caracas, que en otro tiempo fue el Hilton de la capital, ahora convertido en un mega centro de vacunación. En un año de pandemia Coral ha perdido a cuatro familiares por el virus.

El Gobierno está administrando las dosis a través del Sistema Patria, aunque se vio obligado a abrir un registro paralelo en la web del Ministerio de Salud para quienes no querían ingresar en la plataforma por su evidente sesgo político. Alcaldes y gobernadores del PSUV, el partido de Gobierno, también han emprendido sus propias jornadas de vacunación y registros, y envían mensajes de felicitación a los vacunados. Este año, en el mes de noviembre, se celebrarán elecciones regionales en el país.

La opacidad en la distribución, los múltiples registros y las convocatorias que se hacen a través de un mensaje de texto han levantado críticas, preocupación y mucha incertidumbre entre el sector médico, ONG y la sociedad civil. Se ha comenzado a vacunar a menores de 60 años sin haber cubierto totalmente los grupos prioritarios, ni siquiera a todo el personal sanitario.

Aurora Querales, una conserje de 62 años, hacía el segundo intento de vacunarse, unos lugares más adelante que Coral. Se colocó a las cinco de la mañana en “la fila de los que no les había llegado el mensaje” un jueves lluvioso, a la intemperie. Cuenta que el teléfono que tenía registrado en el Sistema Patria se le dañó y el que tiene no lo sabe usar. A su alrededor muchos comentaban que no siempre les llegan todos los mensajes que envía la plataforma chavista. Un mensaje suele corresponder a la recepción de una bonificación en bolívares. “¿Y los que no tienen teléfono cómo hacen?”, increpaba Aurora, que también se quejaba de los malos tratos de los militares encargados de ordenar las filas. La vacunación deja fuera a quienes están en la amplia brecha de telecomunicaciones que hay en Venezuela, donde seis de cada 10 venezolanos no tiene una línea de móvil activa, según datos oficiales.

¿Quién paga la vacuna?

El laberinto institucional de Venezuela también ha retrasado la llegada de más vacunas al país. A principios de año, el Gobierno de Maduro argumentaba que por las sanciones económicas no podría comprar vacunas. El opositor Juan Guaidó, como representante de la Asamblea Nacional electa en 2015, que controla algunos de los fondos que se han congelado en Estados Unidos al Gobierno de Venezuela como sanción a la administración de Maduro, hizo gestiones para movilizar el dinero de esas cuentas bloqueadas para adquirir 2,4 millones de dosis de AstraZeneca a través del mecanismo de Acceso Mundial a las Vacunas para la Covid-19 (Covax). Maduro vetó esta vacuna por las noticias de trombos en algunos de los vacunados y decidió entonces pagar al fondo de la Organización Mundial de la Salud. “Tenemos dignidad, no vamos a mendigar a nadie. Tenemos cómo pagar las vacunas que necesitamos”, dijo el líder chavista entonces, que aseguró que se había pagado lo necesario para comenzar a recibir dosis por esta vía y, además, escoger la marca de la vacuna.

Maduro ha acusado a Estados Unidos de amenazar a las farmacéuticas para que no le vendieran vacunas a Venezuela y también ha asegurado que el Covax estaba en deuda con el país, que no enviaba las vacunas pese haber pagado. Esta semana, Ciro Ugarte, director del Departamento de Preparación para Emergencias y Desastres de la OPS, dijo que no tenían confirmación del pago completo de Venezuela (109 millones de dólares) y que faltarían 10 millones de dólares para comprar dosis de Johnson & Johnson y Novavax. Ugarte advirtió además que creía que las vacunas no estarían disponibles pronto, aunque Maduro las ofreció para julio. El chavismo ha respondido asegurando que los bancos bloquearon cuatro transferencias por un total de 4,6 millones de dólares. “Venezuela ha pagado la totalidad de sus compromisos con el mecanismo Covax para adquirir las vacunas. Sin embargo, el banco ha bloqueado arbitrariamente los últimos pagos y están bajo investigación”. ¡Un crimen!”, escribió el canciller Jorge Arreaza en su Twitter.

Desde la oposición continúan las gestiones para comprar más vacunas y equipos para garantizar la cadena de frío en un país con una infraestructura sanitaria muy deteriorada y graves deficiencias en el servicio eléctrico. También presionan porque se presente un plan de vacunación y que Venezuela también pueda acceder a los excedentes que ofreció el G-7 esta semana. Guaidó incluyó la vacunación dentro de la agenda de las negociaciones políticas entre el Gobierno y oposición que podrían abrirse pronto.

La vacuna se ha convertido en un capital político para el chavismo. Maduro intenta surfear con el control de la pandemia el amplio descontento por la crisis humanitaria, la deriva democrática que lo ha puesto contra el mundo y la cada vez más acelerada hiperinflación. Mientras, continúa el alza de los contagios, las colas para la vacunación y las denuncias de un mercado negro de dosis, con precios que oscilan entre los 200 y 300 dólares. Mario, de 50 años, se vacunó en un hospital. Pagó cinco dólares a la persona que estaba en la puerta para que lo dejaran entrar como todos los que se vacunaron ese día. “No se cómo haré con la segunda dosis, pero esto es mejor que no tener nada”.

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