Biden inicia su primera gira internacional con la mirada puesta en China
El presidente, que visita Reino Unido y Bruselas, quiere reforzar el compromiso de Estados Unidos con sus socios europeos tras cuatro años de ‘huracán Trump’, pero pedirá firmeza ante el régimen de Xi Jinping. El periplo terminará con una cumbre con Vladímir Putin en Ginebra
La primera gira internacional de Joe Biden como presidente plasmará el nuevo papel que Estados Unidos quiere desempeñar en el mundo tras cuatro años de huracán Trump, y que consiste esencialmente en capitanear al bloque de democracias occidentales frente la pujanza del régimen autoritario chino en el ámbito comercial, militar y tecnológico. Biden comienza su viaje en el Reino Unido, donde participará en la reunión del G-7 y se verá con Boris Johnson y la reina Isabel; proseguirá con la cumbre de la OTAN el lunes en Bruselas, donde también se reunirá con las autoridades europeas; y culmi...
La primera gira internacional de Joe Biden como presidente plasmará el nuevo papel que Estados Unidos quiere desempeñar en el mundo tras cuatro años de huracán Trump, y que consiste esencialmente en capitanear al bloque de democracias occidentales frente la pujanza del régimen autoritario chino en el ámbito comercial, militar y tecnológico. Biden comienza su viaje en el Reino Unido, donde participará en la reunión del G-7 y se verá con Boris Johnson y la reina Isabel; proseguirá con la cumbre de la OTAN el lunes en Bruselas, donde también se reunirá con las autoridades europeas; y culmina el 16 de junio en Ginebra con un encuentro bilateral con el presidente ruso, Vladímir Putin. El demócrata quiere reforzar el compromiso de Washington con sus aliados tradicionales después de la fractura sufrida durante la presidencia de su predecesor republicano, pero también reclamar mano dura ante Pekín y Moscú.
Biden no es Donald Trump, tampoco Barack Obama. “Estados Unidos ha vuelto” ha sido el lema del giro en política exterior de la nueva Administración demócrata, que busca desmarcarse del rupturismo del republicano, pero ese regreso no es exactamente al mismo lugar donde lo dejó Obama en enero de 2017, cuando acabó su mandato. El avance de China inquieta cada vez más en Washington y ocupa el centro de la agenda exterior del nuevo presidente. El asunto planeará durante todo el periplo por Europa y, de hecho, ya ocupó -junto con la retirada de Afganistán y Rusia- buena parte de la reunión preparatoria que Biden celebró el lunes con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg.
“El auge de China supone algunas oportunidades para nuestras economías, por el comercio, y necesitamos hablar con ellos para asuntos como el cambio climático y el control de armas”, dijo el máximo representante de la alianza militar formada por países de Europa y Norteamérica tras la cita en la Casa Blanca, pero añadió: “al mismo tiempo, pronto tendrá la mayor economía del mundo, ya dispone del segundo mayor presupuesto militar y está invirtiendo en capacidades militares, y no comparte nuestros valores, lo vemos en cómo liquida las protestas democráticas en Hong Kong, en cómo trata a las minorías como los uigures, o cómo amenaza a Taiwán”.
Aun así, como recalcó en una conferencia ese mismo día en el Atlantic Council, uno de los grandes think tanks de Washington sobre política exterior, “China no es un adversario”, mientras que el vocabulario de Washington y Pekín sí destila un aroma propio de la Guerra Fría que ahuyenta a los europeos. El principal diplomático para Asia de la Administración de Biden, Kurt Campbell, dijo a finales de mayo en una conferencia en la Universidad de Stanford, recogida por la agencia Bloomberg, que “el paradigma dominante” respecto a China era ahora la “competencia” entre potencias. “El periodo conocido comúnmente como vinculación y colaboración (engagement) ha terminado”, añadió.
“Mi viaje a Europa va de que Estados Unidos reanime las democracias del mundo”Joe Biden, presidente de EE UU
En un artículo publicado este domingo en The Washington Post, Biden habla de esta gira como una oportunidad de “demostrar la capacidad de las democracias para afrontar los retos y neutralizar las amenazas de nuestra era”. Y entre estos cita la pandemia, la crisis climática y “las actividades dañinas de los Gobiernos de China y Rusia”. Estados Unidos “debe liderar el mundo desde una posición de fortaleza”, resalta. En el texto, titulado Mi viaje a Europa trata de Estados Unidos reuniendo el apoyo de las democracias del mundo, el demócrata recalca que Estados Unidos debe “liderar el mundo desde una posición de fortaleza”, lo que marca una diferencia radical respecto al giro aislacionista de Trump, que desdeña la colaboración multilateral, propiciando los acuerdos bilaterales, y se muestra reacio a liderar nada.
La relación con la OTAN ejemplifica bien este viraje. Al poco de llegar a la Casa Blanca, Trump amagó con desentenderse de la cláusula de defensa colectiva de la alianza, que establece el deber de asistencia mutua entre sus miembros. Biden, sin embargo, avanzó en su texto de este domingo que reafirmará el compromiso de Washington con el artículo 5, que pone negro sobre blanco ese principio y que, de hecho, solo ha sido activado una vez, cuando Estados Unidos sufrió los atentados del 11-S.
Comercio y tecnología
En el marco de dicha cumbre, Biden se reunirá con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. Según el estadounidense, se centrarán en “asegurar que las democracias de mercado, no China ni nadie más, escriben las reglas del siglo XXI sobre comercio y tecnología”. En concreto, explorarán nuevas vías de colaboración en la tecnología 5G y para asegurarse la provisión de semiconductores, unos minúsculos microprocesadores que hacen posible el funcionamiento de gran parte de los dispositivos digitales de los que hay problemas de escasez.
El viaje también incluye una reunión con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, con quien discutirá sobre Siria y Afganistán y finalizará con la cumbre con Putin. La cita tendrá lugar en un clima de alta tensión entre ambos países, por los ciberataques sufridos en los últimos meses y años en Estados Unidos y de los que Washington responsabiliza al Kremlin; las operaciones de injerencia electoral, de los que Moscú se desvincula, y las hostilidades de Rusia en Ucrania. Estados Unidos aspira a “restaurar la predictibilidad y la estabilidad de la relación”. Este encuentro también reflejará el cambio de orden en Washington. Trump manifestaba una desconcertante cordialidad hacia Putin al mismo tiempo que su Administración sancionaba a Rusia por estas operaciones, lo que levantó ampollas, habida cuenta de que esas injerencias electorales perseguían la victoria de Trump. Esta vez, Gobierno y presidente van a una.
La agenda de la semana europea de Biden
- Miércoles día 9: Llegada al aeródromo de Mildenhall, en Gran Bretaña.
- Jueves día 10: Encuentro con el primer ministro británico, Boris Johnson.
- Viernes día 11 y sábado día 12: Cumbre del G-7 en Cornwall (Reino Unido). Se trata de la primera cumbre presencial de este tipo que se celebra durante la pandemia. La covid-19 será precisamente asunto primordial en la reunión, sobre todo la manera en que se puede ayudar a los países más pobres.
- Domingo día 13: El presidente Biden y su esposa visitarán a la reina Isabel antes de viajar a Bruselas.
- Lunes día 14: El mandatario estadounidense mantendrá encuentros con otros miembros de la OTAN. Tiene prevista una reunión además con el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, que no se espera fácil después de que Biden reconociera el genocidio armenio el pasado mes de abril.
- Martes día 15: Cumbre Unión Europea-Estados Unidos en la que ambas partes tratarán de replantear las relaciones tras el mandato de Donald Trump con asuntos como los aranceles del aluminio y el acero, las ayudas a las compañías Boeing y Airbus o cuestiones tecnológicas.
- Miércoles día 16: En su último día en Europa, Biden se reunirá con el presidente ruso, Vladímir Putin, en Ginebra (Suiza). Pese a los deseos expresados por el presidente estadounidense de mejorar las relaciones, Washington y Moscú tienen frentes abiertos como el conflicto en Ucrania, las injerencias en diferentes procesos electorales o el encarcelamiento del opositor Alexei Navalny.