Los portugueses, a la gresca por la devolución del arte colonial

El partido Chega se muestra contrario a la restitución de las piezas

Pipa del rey Dongo (siglo XVII), en el museo de Etnografía de Lisboa.J. M.

Si hay heridas que permanecen abiertas 500 años, cómo curar las producidas anteayer. Portugal, el último colonizador europeo, se ha soliviantado porque a una diputada se le ha ocurrido reclamar la “devolución del patrimonio de las excolonias portuguesas a sus países de origen”. Un debate al que, a diferencia de otras naciones, nunca se ha enfrentado.

Joacine Katar Moreira, única diputada del partido libertario y asambleario Livre, ha requerido “una estrategia nacional para la descolonización del conocimiento y de la cultura”.
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Si hay heridas que permanecen abiertas 500 años, cómo curar las producidas anteayer. Portugal, el último colonizador europeo, se ha soliviantado porque a una diputada se le ha ocurrido reclamar la “devolución del patrimonio de las excolonias portuguesas a sus países de origen”. Un debate al que, a diferencia de otras naciones, nunca se ha enfrentado.

Joacine Katar Moreira, única diputada del partido libertario y asambleario Livre, ha requerido “una estrategia nacional para la descolonización del conocimiento y de la cultura”.

La petición de Katar Moreira ("feminista, negra, antirracista y tartamuda”, como se autodefine) fue respondida en Facebook por André Ventura, el único diputado del partido "esencialmente popular" Chega ("Basta"): “Yo propongo que la propia diputada sea devuelta a su país de origen. Sería mucho más tranquilo para todos, incluso para su partido”. Con esto, el parlamentario hacía una doble referencia: a la diputada, que nació en Guinea-Bisáu en 1982 y llegó con ocho años a Portugal (actualmente tiene doble nacionalidad), y a los problemas con su partido, Livre, que le ha quitado la representación parlamentaria por ir demasiado por libre.

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Aunque Ventura explicó que la deportación era en sentido irónico, consiguió suscitar un escándalo y que todos los partidos repudiaran sus palabras. Este asunto también ha abierto la cuestión del expolio de los colonizadores con los países colonizados y si lo hubo en el caso de Portugal, porque muchos portugueses creen que su colonización fue la buena.

El último colonizador también es el último en encarar la espinosa cuestión de la devolución de patrimonio cultural. Alemania, Francia, Canadá, Bélgica, Holanda, entre otros países, ya han tomado iniciativas en ese sentido, a veces sin que existiera presión de sus antiguas colonias.

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Portugal mantuvo algunos de sus territorios en África hasta la Revolución de los Claveles en 1974: Angola, Mozambique, Guinea-Bissau, Cabo Verde, Santo Tomé y Príncipe proclamaron su independencia ese año o al siguiente. Las últimas colonias fueron Macao, cuya soberanía se transfirió en 1999 a China, y Timor Oriental en 2002.

Museos como el de Oriente, el de Macao, los de Etnografía y Arqueología y la misma Sociedad Geográfica, en Lisboa exhiben obras de arte y de artesanía de aquellos que fueron sus territorios.

La petición de Livre ha abierto la caja de los truenos. "¿Todo aquello que llevamos de bueno al mundo también nos lo van a devolver? No tiene sentido, no cabe en cabeza alguna", afirma  Ventura.

Los museólogos e historiadores son más comedidos. João Pedro Marques, especialista en historia colonial, pone un límite fundamental: si las obras fueron robadas o no. Si fueron compradas o regaladas, no hay razón para devolver nada. "Si aceptamos el principio generalizado de la restitución, abrimos una caja de Pandora que nos llevaría a tiempos de los romanos”, ha declarado a El Observador.

En el caso de Portugal, el primer país que ha reclamado es Angola, que lleva años inventariando piezas expuestas en museos lisboetas, principalmente máscaras, figuras de cerámica, armas y herramientas prehistóricas. Comisiones de expertos de ambos países decidirán la legítima propiedad o la conveniencia diplomática.

La polémica llega en un momento delicado para la política portuguesa. Las últimas elecciones ampliaron el arco parlamentario de siete a diez partidos. Los tres nuevos, con un único diputado y en los extremos de la cámara, tienen muchas ganas de hacerse oír. Chega, el que más preocupa por sus ideas nacionalistas y contra la inmigración, ha pasado en cuatro meses del 1% de votos en las urnas al 6% en los sondeos recientes. En caso de celebrarse elecciones sería el cuarto partido del país.

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