Leopoldo López: “Muchos sectores dentro de la dictadura están buscando cómo contribuir a una salida”
El líder opositor asegura que España es un buen lugar para luchar por la libertad y confía en que Biden colabore con la Unión Europea en una transición dialogada en el país sudamericano
El líder opositor Leopoldo López (Caracas, 49 años) ha pasado su primer mes en Madrid entrevistándose con líderes de todo el arco político español y manteniendo reuniones con los diferentes sectores de la diáspora venezolana en el país. “España es un gran lugar para luchar por la libertad”, asegura, satisfecho de poder disfrutar de las libertades democráticas y de cosas tan simples como que haya agua caliente en las casas, que no haya apagones y que se pueda hablar y opinar con libertad tras haber pasado tres años ...
El líder opositor Leopoldo López (Caracas, 49 años) ha pasado su primer mes en Madrid entrevistándose con líderes de todo el arco político español y manteniendo reuniones con los diferentes sectores de la diáspora venezolana en el país. “España es un gran lugar para luchar por la libertad”, asegura, satisfecho de poder disfrutar de las libertades democráticas y de cosas tan simples como que haya agua caliente en las casas, que no haya apagones y que se pueda hablar y opinar con libertad tras haber pasado tres años en la prisión militar de Ramo Verde, dos en arresto domiciliario y unos 18 meses en la Embajada de España en Caracas, de la que escapó el pasado 25 de octubre. “Uno no sabe lo que es la libertad hasta que la pierde. Yo me di cuenta de lo que significaba ser libre cuando estuve preso”, dice el dirigente de Voluntad Popular en una entrevista concedida este lunes a EL PAÍS en un local del centro de la capital española.
De sus citas con los políticos españoles, destaca la entrevista “larga, sincera y muy buena” con el presidente Pedro Sánchez, a quien vio “comprometido” con la causa venezolana que, en su opinión, “no solo es una tragedia política, sino humana”. Como comisionado del llamado centro de Gobierno, el equipo de Juan Guaidó, quien es reconocido como presidente interino por cerca de 60 países, asegura que el problema de Venezuela “no es de derechas ni de izquierdas. Es de democracia”. El régimen de Nicolás Maduro celebrará el 6 de diciembre elecciones legislativas, no reconocidas por la comunidad internacional y rechazadas por la mayoría de la oposición, por lo que, durante la cita, López va desgranando una estrategia que pasa también por viajar a Bruselas para coordinarse con el equipo del Alto Representante para la Política Exterior de la UE, Josep Borrell.
Pregunta. Dice que se ha reunido con representantes de todo el espectro político español. ¿Eso incluye al vicepresidente y líder de Podemos, Pablo Iglesias?
Respuesta. No. De tener la oportunidad de hablar con él lo primero que haría es presentarle el informe Bachelet de Naciones Unidas sobre lo que ocurre en Venezuela. He escuchado aquí a muchos dirigentes decir que ellos saben lo que ocurre en Venezuela y yo les digo: si conocen mucho Venezuela, entonces conocen de las violaciones a los derechos humanos, de la tortura en las cárceles, de cómo Maduro persigue y encarcela arbitrariamente, de cómo ha expropiado a partidos políticos, cómo ha creado escuadrones de la muerte. Maduro es un criminal y los demócratas tienen que condenar a Maduro. No hay ninguna excusa. Mi delito, por el que me condenaron a 14 años de cárcel, fue el arte de la palabra. Los elementos en mi juicio eran el análisis de mis discursos, yo no incité a la violencia, pero me condenaron a 14 años por cómo hablaba, por haber dicho que Maduro era un antidemócrata, un represor, corrupto, y vinculado con el narcotráfico. Hoy lo dice Michelle Bachelet, alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, expresidenta de Chile y perseguida por Pinochet. Esto no es un tema ideológico, no es de derechas ni de izquierdas, es de democracia. Si alguien se esconde bajo el manto de que estos son los míos, entonces es que está con los asesinos.
P. ¿Cree el Gobierno español ha cambiado su postura respecto al presidente interino Juan Guaidó?
R. En este momento se necesita un firme apoyo no a Juan Guaidó como persona, sino a lo que representa, la legitimidad de la Asamblea Nacional y de un presidente encargado que tiene como mandato constitucional organizar elecciones presidenciales libres, justas y verificables. Ese mandato ha recibido el apoyo de 60 países, incluido el de España, y de la Unión Europea. Sobre todo después de la conversación con Sánchez, que fue buena, larga y que la considero sincera, yo no veo a España dando un viraje en la causa por unas elecciones libres, justas y verificables en Venezuela. Vi en Sánchez mucha empatía en las distintas dimensiones de la tragedia venezolana: la política, la social, la tragedia humana.
P. Ha felicitado al presidente electo de EE UU, Joe Biden. ¿Qué puede suponer su victoria para Venezuela?
R. Puede significar que la aproximación a la causa venezolana tenga un abordaje mucho más estrecho en la relación entre Estados Unidos y Europa y en consecuencia con los países de la región que apoyan la causa de la libertad. Hay ahí una oportunidad. Somos muy conscientes de que el pilar a partir del cual tenemos que construir dentro y fuera de Venezuela es la unidad interna y fortalecer la unidad internacional.
P. En 2008, la oposición también llamó a boicotear las elecciones regionales y a gobernadores, lo que muchos entonces vieron como un error. ¿Estamos ahora ante una repetición de la jugada?
R. Ahora es muy distinta la circunstancia.
P. Una encuesta publicada recientemente prevé un índice de abstención del 70% en las elecciones legislativas del 6 de diciembre. ¿Qué porcentaje consideraría un éxito?
R. En Venezuela, la objetividad no existe. En Venezuela las elecciones son con máquinas electrónicas y hubo un gran debate sobre si eran fiables o no. Mediante unas auditorías llegamos a la conclusión de que el problema no eran las máquinas. En marzo pasado se quemaron 100.000 máquinas, no pasó nada, no hubo investigación y fueron sustituidas por unas máquinas traídas de China, a las que nadie les ha hecho una auditoría. Eso es una caja negra. Los partidos han sido expropiados, los líderes están inhabilitados, pero además no existe la posibilidad de hablar libremente y además no hay un árbitro electoral imparcial.
P. ¿Qué va a pasar entonces el 6 de diciembre?
R. La elección será un fraude, similar a lo que ocurrió en agosto de 2017 cuando eligieron la Asamblea Nacional Constituyente que no fue reconocida dentro y fuera de Venezuela, por las democracias. No aprobó ninguna ley significativa ni logró nada. En 2018, negociamos en Noruega para poder concurrir a las elecciones presidenciales, Maduro rompió nuevamente esa posibilidad, se celebraron unas elecciones fraudulentas en mayo que tampoco fueron reconocidas por más de 60 países y eso dio pie a que en enero de 2019 se reconociera a Juan Guaidó. Va a ocurrir ahora lo mismo. España ya dijo, a través del Ministerio de Exteriores, que no reconocerá la legitimidad y Europa tampoco. Al no haber una elección legitima que pueda sustituir los resultados del 2015, la Asamblea Nacional debe continuar hasta que la haya. Por eso, sería peligroso no dar ese reconocimiento a la Asamblea en un momento en que todos estamos en clandestinidad, Guaidó no duerme ningún día en el mismo lugar y la dictadura cada vez aprieta más. Todos estamos bajo la amenaza de ir presos.
P. ¿Qué hacer para revertir eso? ¿Cuál es el escenario a partir del 5 de enero?
R. Lo primero es existir como referente democrático, lo segundo es resistir y lo tercero es avanzar hacia una salida de la dictadura y lograr una elección justa, libre y verificable. La estrategia de la dictadura siempre ha sido buscar reventar la unidad de la oposición, ha buscado sustituir al sector democrático con la mesa de diálogo que ha planteado como objetivo participar bajo las condiciones que impone el régimen y conformarse con tener una representación residual, sin ningún tipo de influencia. Esto ha pasado en la Europa del Este y en muchos regímenes autoritarios que buscan construir una oposición a su medida. Nosotros no estamos en esa posición de convivir con la dictadura en los términos de la dictadura. Soy un rebelde, esa es una posición de rendición, de quienes claudican, de quienes no quieren seguir soñando con la libertad. Hay que estar dispuesto a arriesgar, estamos en una lucha contra una dictadura que ha causado mucho dolor y mucho daño, y el liderazgo tiene que estar dispuesto a arriesgar su libertad, incluso su integridad física, que seamos puestos en el paredón de la descalificación. Hemos sido víctimas de un asesinato moral. En el otro extremo están quienes dicen que la solución en Venezuela es una intervención militar, que es una posición que favorece a la dictadura. Estamos en el centro de esos dos extremos, que abarca lo que quiere la inmensa mayoría de los venezolanos y en la que cabe todo el arco de nuestra coalición internacional, los 27 países de Europa y Estados Unidos.
P. ¿Qué va a pasar con el referéndum que la oposición ha convocado para el 12 de diciembre?
R. La consulta es una propuesta de activar la lucha interna y de los venezolanos afuera. Su principal razón es mantenernos en la lucha. Existir, resistir y avanzar. Y articularnos en todos los rincones de Venezuela, reorganizarnos en la diáspora, articulándonos para que ese pilar de nuestra lucha que es la organización popular, política y social, se mantenga vivo
P. Su figura, ahora que está en libertad, tiene el riesgo de opacar a Guaidó...
R. Somos un equipo, nos tenemos que complementar. Guaidó es el presidente y yo soy el coordinador del centro de Gobierno y complemento los esfuerzos que se están haciendo en todos los ámbitos.
P. ¿Qué relación tiene con el excandidato presidencial Henrique Capriles?
R. Capriles se apartó de la unidad, entró en este grupo de los que están dispuestos a convivir con la dictadura y luego dio marcha atrás, lo que me parece positivo. Al final, dijo lo que todos habíamos dicho y es que no había condiciones. Generó más ruido fuera que dentro de Venezuela porque nunca hubo ni siquiera en su partido apoyo a esa posición. Pero lo positivo es que ya está en rechazar el fraude del 6 de diciembre.
P. ¿Y con el canciller de Guaidó, Julio Borges, de Primero Justicia?
R. Muy buenas. Nos complementamos.
P. ¿Cómo fue su salida de la Embajada de España? Por una parte, parece evidente que tuvo que coordinarla con el personal diplomático o engañarlo. ¿En cuál de los dos escenarios estaríamos? También parece difícil salir sin que se entere el régimen...
R. No se lo puedo decir. Ni una ni otra. No se planteó el engaño, pero le puedo decir que salí de allí sin colaboración de la legación diplomática, lo hice por mis propios medios y después de haber pasado un mes y medio estudiando todos los rincones, los tiempos, cómo se movía la custodia de la dictadura que estaba fuera y había fallos y estudié donde estaban los puntos ciegos de las cámaras en la Embajada, por dónde podía salir, cuál era el lugar más seguro. Y eso lo hice yo.
P. Entonces. ¿no es verdad, como se ha dicho, que tuvo ayuda por parte de Jorge Rodríguez [exministro de Información, hoy candidato a las elecciones legislativas de diciembre]?
R. No por Dios. Absolutamente nada. Ahora estaría en la cárcel. La salida no fue fácil. Sí te puedo decir que hubo episodios de mucha tensión. Tengo los gráficos para poder probar cómo fue. Lo contaré cuando todos estemos seguros y no vulnere a quienes me ayudaron. Quiero que otras personas puedan utilizar el lugar por donde salimos. No sé si vio la película Argo…
P. Sí, la vi.
R. Ya sabe....
P. ¿Cuándo fue la última vez que cruzó algún tipo de mensaje con alguien del régimen de Maduro?
R. Ni con Maduro ni con [el exministro] Rodríguez. Sí con representantes de los sectores militares y políticos y los tuve mientras estuve en arresto domiciliario, en la Embajada y los he tenido aquí y los sigo teniendo con los sectores que nos ayuden a contribuir a que haya una salida de la tragedia que estamos viviendo. Y le puedo decir que hay muchos sectores dentro de la dictadura que están buscando cómo contribuir a una salida. No es fácil.
P. ¿Por qué huye entonces?
R. Para luchar de otra manera. En casa y en la Embajada no podía hablar. No quería irme y tomé la decisión porque creo que puedo contribuir a la lucha de muchas maneras en el tema internacional y en fortalecer nuestra capacidad de organización, de activismo y de lucha interna. Mi corazón y mi cabeza están en Venezuela. Hoy ya no es un exilio nostálgico como en los años cincuenta, donde te llegaba una carta después de dos o tres meses, esto es en vivo con las herramientas que ahora existen para organizarse y comunicarse.
P. Dice que hay sectores del régimen que buscan una salida...
R. Hay que aislar a Maduro. Y mandar un mensaje de que para lograr un cambio debe haber una transición incluyente y sé que hay gente que no lo comparte. Pero yo y otros creemos que para lograr un cambio tenemos que visualizar un país en el que todos puedan participar. Ahora bien, tiene que haber líneas rojas para excluir a quienes han sido violadores de derechos humanos o hayan cometido crímenes de lesa humanidad. Eso es lo que dice la Unión Europea o Estados Unidos.
P. En el intento de golpe fallido del 30 de abril de 2019, usted pudo abandonar su arresto domiciliario y llegar a la residencia del embajador español. ¿Es cierto que todo estaba programado para el 1 de mayo y usted se adelantó?
R. Yo estaba preso en casa y a mí me fueron a buscar militares y policías. Que se adelantó lo dice gente que no estaba en el proceso. Es cierto que se comprometieron sectores importantes que no se manifestaron, en concreto el sector militar y el judicial.
P. ¿Se arrepiente de aquella acción?
R. Nos faltó tener mayor claridad sobre el nivel de compromiso de quienes estaban en ese proceso.