La presidenta interina de Bolivia retira su candidatura para fomentar la unidad contra Evo Morales
Jeanine Áñez ha tomado la decisión después de que un sondeo la situara en el cuarto puesto para las próximas elecciones
La presidenta interina de Bolivia, Jeanine Áñez, ha retirado su candidatura para las elecciones presidenciales del 18 de octubre después de que un sondeo la situara en el cuarto lugar. La misma encuesta ubicó a ...
La presidenta interina de Bolivia, Jeanine Áñez, ha retirado su candidatura para las elecciones presidenciales del 18 de octubre después de que un sondeo la situara en el cuarto lugar. La misma encuesta ubicó a Luis Arce, candidato del Movimiento al Socialismo (MAS), el partido del expresidente Evo Morales, con los votos necesarios para ganar en primera vuelta. Ante este panorama ha decidido dar un paso atrás y fomentar la lucha en bloque contra el MAS.
“Hoy dejo mi candidatura a la presidencia de Bolivia para cuidar la democracia. No es un sacrificio, es un honor, porque lo hago ante el riesgo de que se divida el voto democrático entre varios candidatos y que a consecuencia de esta división el MAS acabe ganando la elección. Lo hago por la unidad de los que amamos la democracia. Lo hago para ayudar a la victoria de los que no queremos la dictadura… Si no nos unimos, vuelve Morales”, dijo Áñez en un video de poco más de tres minutos que colgó en redes sociales. Le ha apoyado su compañero de fórmula, el empresario Samuel Doria Medina y otros líderes de la alianza que la postulaba.
El 16 de septiembre, una consultora electoral que goza de gran credibilidad entre los adversarios de Morales concluyó que Arce tenía el 40% de la preferencia electoral, mientras que su inmediato seguidor, el expresidente Carlos Mesa, contaba con el 26%. La ley boliviana establece la victoria “en primera vuelta” del candidato que logre un resultado mayor al 40%, con una ventaja de más de 10 puntos porcentuales sobre el segundo.
Este resultado indica que Arce es capaz de detener el cambio político que está en marcha en el país desde el derrocamiento de Morales en noviembre pasado y que cuenta con el respaldo de las clases medias urbanas y las élites tradicionales del país. Este proceso busca disminuir el peso del Estado, aumentar la participación de la empresa privada, “retornar a la república”, (en sustitución del Estado Plurinacional creado en el periodo anterior) y, sobre todo, “detener al MAS”. Un partido al que se le acusa de haber realizado fraude en las anteriores elecciones, finalmente anuladas, de liderar una “dictadura” y de violaciones a los derechos humanos.
En la prensa, el MAS ha sido considerado el “enemigo público número uno” y un “cáncer” para la democracia boliviana y la constatación de que Arce podría ganar ha causado un sismo en las redes sociales, con usuarios “antievistas” que han arremetido contra los políticos de su corriente por no haber presentado un solo frente electoral. Además de Mesa y Áñez, postulan “contra el MAS” otros dos candidatos: Luis Fernando Camacho, líder de las protestas que antecedieron a la caída de Morales y favorito en Santa Cruz, la segunda región con más electores del país, y el expresidente derechista Jorge Quiroga.
El gesto de Áñez y Doria Medina ha sido acogido con alivio y alegría por quienes buscan concentrar el voto anti-MAS en Carlos Mesa, que en las elecciones fallidas del año pasado también se vio beneficiado por este “voto útil”. No obstante, en su discurso de renuncia a la candidatura, Áñez no ha apoyado directamente a Mesa, a quien hasta poco antes cuestionaba por su supuesta falta de carácter para enfrentar al MAS y por haber colaborado con el expresidente Morales.
Algunos analistas piensan que, puesto que el caudal electoral de la presidenta se encontraba sobre todo en el oriente boliviano (Santa Cruz y Beni), su retiro beneficiará a Camacho y no a Mesa, con lo que su abandono de la carrera electoral no lograría el efecto de concentrar el voto e impedir el triunfo de Arce en la primera vuelta. El logro de este objetivo también se ve perjudicado por el hecho de que las papeletas electorales —que en Bolivia son únicas e incluyen a todos los postulantes— ya están impresas y tendrán la fotografía de Áñez.
“Esta acción responde a un acuerdo de políticos en contra de la voluntad de la gente. Huele a negocios. Huele a [búsqueda de] impunidad para los responsables de la compra con sobreprecio de respiradores y para los responsables de las masacres de noviembre”, declaró a este periódico Sebastián Michel, vocero del MAS.
Luego de asumir la presidencia, superando el vacío de poder que había causado la renuncia de Evo Morales; controlar las protestas de los adherentes del expresidente, con un saldo de más de 30 muertos; tomar medidas a favor de los empresarios del oriente boliviano y formar un frente con varios partidos importantes de la centroderecha, Jeanine Áñez parecía la candidata con mayores posibilidades de liderar el “voto del cambio”. Pero la pandemia se cruzó en su camino y la obligó a administrar por ocho meses, y en una situación de máxima urgencia, un Estado que siempre ha sido ineficiente y desorganizado y que nunca ha contado con buenos servicios de salud.
Lo que más ha perjudicado su imagen, sin embargo, han sido los escándalos de corrupción que estallaron durante su gestión, en particular uno relacionado con la compra con sobreprecio, por parte del Ministerio de Salud, de 170 respiradores españoles. A consecuencia de ello, el ministro de Salud de entonces, Marcelo Navajas, se halla en detención domiciliaria.