Un atentado con bomba molotov incendia la capilla de la Catedral Metropolitana de Managua

Un hombre, aún sin identificar, usó un artefacto explosivo. El Gobierno asegura, en cambio, que fue un accidente

La capilla de la Catedral Metropolitana tras el ataque.Carlos Herrera

El hombre dijo llanamente: “Vengo a la Sangre de Cristo”. Ingresó con sigilo a la capilla de la Catedral Metropolitana de Managua y lanzó un artefacto explosivo que, en pocos minutos, incendió la imagen del cristo crucificado y todo a su alrededor. La Sangre de Cristo, con más de 300 años de antigüedad, quedó chamuscada y los fieles que, a esa hora estaban rezando, relataron que el sujeto, aún sin identificar, huyó de inmediato. La Arquidiócesis de Managua calificó el ataque como “un a...

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El hombre dijo llanamente: “Vengo a la Sangre de Cristo”. Ingresó con sigilo a la capilla de la Catedral Metropolitana de Managua y lanzó un artefacto explosivo que, en pocos minutos, incendió la imagen del cristo crucificado y todo a su alrededor. La Sangre de Cristo, con más de 300 años de antigüedad, quedó chamuscada y los fieles que, a esa hora estaban rezando, relataron que el sujeto, aún sin identificar, huyó de inmediato. La Arquidiócesis de Managua calificó el ataque como “un acto de sacrilegio y profanación”. Este ataque a un templo católico no ha sido un hecho aislado en Nicaragua. Desde 2018, cuando estallaron las protestas contra el Gobierno de Daniel Ortega, los religiosos han denunciado los constantes actos de violencia contra templos y sacerdotes, críticos a las violaciones a los derechos humanos a manos de la Administración sandinista.

La quema de la capilla de la Sangre de Cristo registrada este viernes en Managua es la tercera profanación sufrida por templos católicos en las últimas dos semanas. El pasado 25 de julio, el padre Edwin Román denunció que la capilla Nuestra Señora del Perpetuo del Socorro en la ciudad de Nindirí, al sur de la capital, fue atacada por unos sujetos que quebraron imágenes, bancas, el sagrario y se robaron objetos litúrgicos de valor como el copón del vino de consagrar. Días antes, en el mismo departamento de Masaya, la parroquia de Nuestro Señor de Veracruz fue asaltada.

El incendio de la Sangre de Cristo es el colofón de los ataques y agravios que la Catedral Metropolitana de Managua ha sufrido en los últimos dos años. En noviembre de 2019, simpatizantes del Gobierno de Ortega y Murillo ingresaron y tomaron la iglesia para impedir que las madres de los presos políticos realizaran una huelga de hambre. La turba sandinista secuestró a las mujeres y golpeó al vicario de catedral, el padre Rodolfo López, quien intentó expulsarlos. En marzo de 2020, las mismas huestes se agolparon en la catedral para boicotear la misa de cuerpo presente del poeta y figura cumbre de la teología de la liberación, el padre Ernesto Cardenal, quien fue un acérrimo crítico de la actual Administración.

De acuerdo con los testigos del incidente de este viernes, el hombre que ingresó a la capilla lanzó una especie de bomba molotov sobre las 11 de la mañana. Menos de dos horas después, la vicepresidenta Rosario Murillo aseguró que “lamentablemente se combustionó la estructura por la presencia de velas que coloca la feligresía”. Sin embargo, la también primera dama prometió un peritaje. El cardenal Leopoldo Brenes contradijo a Murillo y aseguró que en la capilla no había cortinas y que el incendio fue provocado por una gran explosión y no una vela. “Este fue un acto planificado. Un acto de terrorismo”, dijo Brenes.

Aunque no está claro si el móvil del ataque es político, el sacerdote Edwin Román, uno de los más hostigados y difamados por la policía y el Gobierno, dijo a EL PAÍS que “el sandinismo persigue a la Iglesia desde los ochenta”. “Son ataques que se avivaron en 2018, habían aminorado, pero en las últimas dos semanas vemos varias capillas profanadas. Atacan la imagen de la Sangre de Cristo, que es algo muy sensible. Es como una cruzada. Hace un año, en el acto del 19 de julio, Daniel Ortega llamó golpista a los obispos y sacerdotes”, criticó Román, quien preside la iglesia de San Miguel de Masaya, un templo que fue refugio de los ciudadanos que se volcaron contra el Gobierno de Ortega en 2018.

Las iglesias dirigidas por sacerdotes críticos a la gestión gubernamental han sido el flanco de ataques de simpatizantes sandinistas o en otras ocasiones de la policía, cuyos agentes antimotines rodean los templos cuando los sacerdotes dan homilías en las que condenan la represión política y abogan por el respeto a los derechos humanos en Nicaragua.

“Atacan la imagen de cristo porque está clavado en la cruz, agreden a la Iglesia porque no usa la violencia, reprimen al pueblo porque no puede defenderse. Se engañan. La imagen de la Sangre de Cristo muestra hoy el dolor del sufrido pueblo de Nicaragua que ciertamente resucitará”, escribió en su cuenta de Twitter el obispo Silvio Báez, quien fue forzado a exiliarse en Roma por los constantes ataques del Gobierno de Ortega.

“Se mantiene la retórica de odio”

El pasado mes de junio, el Departamento de Estado de Estados Unidos emitió el informe Libertad Religiosa Internacional capítulo Nicaragua 2019, y destacó que el Gobierno de Ortega y Murillo ha mantenido “una retórica de odio contra la Iglesia católica”. Según el informe de Washington, el régimen sandinista “incita el acoso, intimidación y ataques físicos contra el clero católico, los fieles y los lugares de culto”.

“La Policía Nacional de Nicaragua, junto con grupos progubernamentales y activistas del partido gobernante, hostigaron e intimidaron rutinariamente a los líderes religiosos y profanaban espacios religiosos”, dice el Departamento de Estado. “Interrumpieron con frecuencia en los servicios religiosos a reproducir música a alto volumen a través de altavoces ubicados fuera de las iglesias. Al menos hubo dos ocasiones en las que los oficiales de la policía dispararon balas de goma y gases lacrimógenos a los fieles cuando salían de misa”, recoge el documento.

El informe de libertad religiosa remarcó que en 2019 el presidente Ortega declaró que “los obispos no apoyaban al pueblo en contra de las sanciones internacionales y otras agresiones”. “Los sumos sacerdotes siempre están pidiendo que se crucifique a Nicaragua y con esos sumos sacerdotes están los cobardes, los traidores a su país, que se arrodillan para pedir que se crucifique a Nicaragua”, aseguró el mandatario.

La socióloga y experta en seguridad Elvira Cuadra sostuvo que el ataque a la catedral es una muestra de que la crisis sanitaria y humana por la pandemia de la covid-19 “se está comiendo al Gobierno de los Ortega-Murillo”. “Son actos desesperados, pero calculados, actos de violencia que están promoviendo desde hace varios días. Esto, para desviar la atención de los puntos rojos de emergencia sanitaria que se niegan a atender, como el de los nicaragüenses varados en las fronteras y el imparable contagio. El incremento de la violencia, criminalidad, inseguridad, los ataques y asedio a excarcelados y líderes sociales, y los ataques a las iglesias, incluido el acto terrorista de hoy contra la Catedral de Managua, son parte de su puesta en escena macabra”, dijo.

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