Janez Jansa, nacionalista y aliado de Orbán, elegido nuevo primer ministro de Eslovenia
El Parlamento da luz verde a una coalición liderada por el político conservador, que ya fue jefe de Gobierno en dos ocasiones
Janez Jansa, quien hace tres décadas fue amenazado con acabar ante un pelotón de fusilamiento yugoslavo y hace un lustro pasó por la cárcel por un caso de corrupción, se ha convertido este martes, por tercera vez, en primer ministro de Eslovenia. El húngaro Viktor Orbán puede sonreír: llega al poder un amigo con el mismo mensaje nacionalista y antinmigración. Y en otro Estado miembro de la UE, que además ocupará en el segundo semestre de 2021 la presidencia rotatoria de la Unión.
El partido que lidera Jansa, el Demócrata Esloveno, ...
Janez Jansa, quien hace tres décadas fue amenazado con acabar ante un pelotón de fusilamiento yugoslavo y hace un lustro pasó por la cárcel por un caso de corrupción, se ha convertido este martes, por tercera vez, en primer ministro de Eslovenia. El húngaro Viktor Orbán puede sonreír: llega al poder un amigo con el mismo mensaje nacionalista y antinmigración. Y en otro Estado miembro de la UE, que además ocupará en el segundo semestre de 2021 la presidencia rotatoria de la Unión.
El partido que lidera Jansa, el Demócrata Esloveno, ganó las elecciones legislativas de 2018 con un 25% de los votos, pero su controvertida retórica le impidió formar Gobierno. La gran mayoría de partidos rechazó coaligarse con él. Eslovenia, como España, vive una etapa parlamentaria en la que conviene tener a mano la calculadora y, al final, hasta cinco formaciones se unieron para convertir en primer ministro al segundo más votado, Marjan Sarec, un nuevo rostro en política. Apenas un año y medio más tarde, y tras perder el apoyo externo de una formación de izquierdas que le permitía sacar adelante las leyes, Sarec dimitió. Era el quinto Gobierno que no acababa su mandato desde la crisis del euro, en la que el país cayó al bono basura y rozó el rescate.
La esperanza de Sarec era forzar unas elecciones anticipadas de las que saliese mejor parado. La jugada, similar a la que intentó Matteo Salvini en la vecina Italia, le salió mal. Dos de sus apoyos ―el Partido de Centro Moderno, del exprimer ministro Miro Cerar, y el de los pensionistas― se pasaron al otro bando, en parte porque cambiaron de líder y en parte por las pobres expectativas que les auguraban los sondeos en unas eventuales elecciones anticipadas. La semana pasada, el presidente del país, Borut Pahor, encargó a Jansa formar Gobierno tras comprobar que contaba con el apoyo de esos dos partidos y del conservador Nueva Eslovenia, de centroderecha. Juntos suman 48 de los 90 escaños, aunque este martes, en el voto secreto en el Parlamento, hubo 52 síes.
En su discurso en la Cámara, Jansa estableció dos prioridades: descentralizar el país y frenar el envejecimiento demográfico. El programa en el que se basará la coalición tiene una música técnica y moderada, sin el tono nacionalista y antinmigración que caracteriza al nuevo primer ministro. “No es una coalición ideológica. El documento incluye, de hecho, elementos sociales más propios de la izquierda, lo que muestra lo mucho que quería la coalición. Mi opinión es que Jansa intentará la moderación. Lo que no tengo claro es si sus bases se lo permitirán, porque una vez que uno se sube al tigre de la intolerancia y la xenofobia, no siempre puede controlarlo”, asegura por teléfono el analista político Aljaz Pengov Bitenc.
Jansa toma las riendas de este pequeño Estado de apenas dos millones de habitantes, miembro de la UE desde 2004 y de la eurozona desde 2007, justo cuando acaba de firmar su mejor dato de desempleo en 20 años (4%, en 2019), pero también su menor crecimiento trimestral desde 2013 (1,7%), en el último cuarto de 2019.
Para los migrantes y refugiados, Eslovenia es una de las puertas de entrada en los Balcanes a la zona Schengen de libre tránsito. El flujo humano está a años luz del de la crisis de 2015, pero la ruta ha vuelto a convertirse en la principal vía de entrada a la UE y en motivo de preocupación para Jansa.
Tuits y “fuerzas oscuras”
El discurso de dureza contra la migración no es lo único que le conecta con Viktor Orbán, en Hungría, y con Donald Trump, en EE UU. Allí donde Orbán clama contra George Soros, Jansa atribuye los problemas del país a “fuerzas oscuras” como el poder judicial y parte de los medios de comunicación. Con Trump comparte el uso de Twitter para lanzar mensajes viscerales, el lema electoral de los eslovenos “primero” ―que recuerda al “América, primero” del presidente de EE UU― y el cuestionamiento del cambio climático. Ziga Vodovnik, profesor de Ciencia Política de la Universidad de Liubliana, enmarca al nuevo primer ministro en la “derecha global que comparte características como la negación del cambio climático, el revisionismo histórico o el etnonacionalismo” y subraya que será la coalición de las que ha liderado en la que su partido tenga más peso. “Es autoritario. Y muy bueno en la táctica política en un país en el que siempre hay que formar coaliciones”, asegura Tanja Staric, periodista de la televisión nacional que cubre desde hace dos décadas la política eslovena. “Su principal característica es que es un líder fuerte”.
No siempre fue así. En 1988, era el corresponsal de temas de Defensa de Mladina, una irreverente revista eslovena que atacaba los tabús de Yugoslavia. Las autoridades de Belgrado presionaban a Eslovenia para que amordazase a la prensa justo cuando Jansa obtuvo un documento militar confidencial. Fue detenido y amenazado con la pena de muerte en el interrogatorio. El intento de lanzar un mensaje de dureza tuvo un efecto bumerán. Los eslovenos salieron a las calles, la condena a 18 meses de prisión nunca fue aplicada y la libertad de Jansa, recibido con una lluvia de flores, marcó un antes y un después en la integridad territorial de Yugoslavia. Eslovenia fue la primera república en obtener la independencia, tres años más tarde.
El episodio le catapultó. Primero fue ministro de Defensa y, más tarde, jefe de Gobierno: entre 2004 y 2008 y entre 2012 y 2013, cuando perdió una moción de censura en plena oleada de protestas por las medidas de austeridad durante la crisis del euro. Ese mismo año, Jansa fue condenado a 22 meses de cárcel, esta vez por un asunto mucho menos heroico: aceptar sobornos en un acuerdo armamentístico. El Supremo confirmó la sentencia y llegó a pasar unos meses en prisión, pero el Constitucional tumbó la condena en 2015. Cinco años después, el superviviente Jansa vuelve a la primera línea.