La nueva Comisión cobra impulso con el respaldo de los tres grandes partidos

La Eurocámara aprueba el nuevo equipo de Von der Leyen por 461 votos a favor, 157 en contra y 89 abstenciones

David Sassoli aplaude a Ursula von der Leyen, este miércoles en el Parlamento Europeo.VINCENT KESSLER (Reuters)
Estrasburgo -

Ursula von der Leyen sucederá el próximo domingo a Jean-Claude Juncker al frente de la Comisión Europea tras obtener la aprobación final del Parlamento Europeo. El pleno de Estrasburgo avaló este miércoles al nuevo Ejecutivo con el 65% de los votos. Los tres principales partidos de la Cámara y del gabinete —populares, socialdemócratas y liberales— respondieron sin fisuras a una votación clave y alejaron, por ahora, los miedos sobre las frágil...

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Ursula von der Leyen sucederá el próximo domingo a Jean-Claude Juncker al frente de la Comisión Europea tras obtener la aprobación final del Parlamento Europeo. El pleno de Estrasburgo avaló este miércoles al nuevo Ejecutivo con el 65% de los votos. Los tres principales partidos de la Cámara y del gabinete —populares, socialdemócratas y liberales— respondieron sin fisuras a una votación clave y alejaron, por ahora, los miedos sobre las frágiles costuras de la coalición sobre la que deberá apoyarse Von der Leyen en los próximos cinco años.

Una mujer presidirá por primera vez el brazo ejecutivo de las instituciones comunitarias. Lo hará, además, con el gabinete más paritario (12 mujeres y 15 hombres) de su historia y sin un comisario británico, después de que el primer ministro Boris Johnson rechazara enviar un aspirante a Bruselas al dar por definitiva la salida del Reino Unido de la Unión Europea el 31 de enero de 2020.

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La exministra de Defensa alemana Ursula von der Leyen liderará una nueva Comisión de carácter “geopolítico” tras lograr el aval de la Eurocámara. En su prueba final ante el pleno de Estrasburgo, Von der Leyen optó por un discurso discreto, sin épica ni grandes anuncios. Ni se fijó objetivos concretos ni puso dinero sobre la mesa.

Hasta en tres ocasiones, Von der Leyen empleó una cita del político y escritor checo Václav Havel: “Trabaja por algo porque es bueno, no solo porque representa una oportunidad de tener éxito”. Su discurso no vibró como el que pronunció el pasado mes de julio, cuando la Cámara votó su nominación, pero le permitió salir airosa con 461 votos a favor, 157 en contra y 89 abstenciones.

La coalición tripartita en la que deberá apoyarse en los próximos cinco años funcionó a la perfección. El Partido Popular Europeo (PPE), el grupo de Socialistas y Demócratas (S&D) y los liberales de Renew respaldaron al nuevo equipo que tomará las riendas de la Comisión. No había sido así en julio, cuando las deserciones en esas tres grandes familias hicieron que Von der Leyen se llevara la mano al pecho al ver que solo había pasado por nueve sufragios.

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“Mayoría proeuropea”

La votación de este miércoles indica, no obstante, que ese castigo iba dirigido solo a Von der Leyen, después de que los jefes de Estado y de Gobierno ignoraran a los tres candidatos que acudieron a las elecciones y optaran por la exministra en lugar del laborista holandés Frans Timmermans. A diferencia del pasado mes, el voto era nominal. Pero los partidos también tenían poderosas razones en juego para dar el sí: el PPE, la presidencia y nueve comisarios; el S&D, nueve carteras; los liberales, cinco, y los polacos de Ley y Justicia, una.

Esa coalición será clave para el primer Ejecutivo comunitario que ya no podrá funcionar solo con el consenso de populares y socialdemócratas. Este miércoles logró el aval de esa coalición que ahora suma a los liberales, pero después de haberle tumbado a tres de sus comisarios iniciales —entre ellos, Sylvie Goulard, la aspirante propuesta por Emmanuel Macron— y haberle exigido concesiones antes de decidir apoyarla. Consciente de ello, tras la votación la alemana destacó la “abrumadora mayoría” que había cosechado en la Eurocámara.

El 65% de los diputados respaldaron a Von der Leyen, logrando superar a Juncker en número de votos y porcentaje. Lejos quedan los tiempos en que la gran coalición lograba más del 80% de los sufragios para Romano Prodi. Pero el luxemburgués, que sí había concurrido en 2014 a las elecciones como candidato a la presidencia y contaba con el sólido respaldo de la mayoría de populares y socialistas, logró 423 votos, el 60% del total y, además, obtuvo más votos en contra que la alemana.

Los Verdes, en general, decidieron abstenerse, aunque algunos votaron a favor y otros lo hicieron contra. En palabras de su jefa de filas, Ska Keller, no querían sacar una “tarjeta roja” pero tampoco “extender un cheque en blanco”. Pero también los polacos de Ley y Justicia y varios diputados del Movimiento 5 Estrellas decidieron avalar al nuevo equipo. En cambio, la Izquierda Unitaria y la coalición ultra de Identidad y Democracia, así como varios diputados del grupo conservador —entre ellos los españoles de Vox— votaron en contra. “He tenido una amplia mayoría en la parte proeuropea de esta casa”, zanjó la presidenta electa al respecto.

Los tres grupos parlamentarios de esa nueva coalición tripartita le han dejado claro que su apoyo no será gratis. La líder de los socialdemócratas, Iratxe García, le brindó un “voto leal”, pero le advirtió de que también vigilaría con atención a la actuación del Colegio de Comisarios.

Tras cerrar el proceso parlamentario, Von der Leyen, pues, ha recibido el mensaje de que deberá atender a una Cámara que ha demostrado ser especialmente exigente e incluso beligerante. Y deberá hacerlo hallando los equilibrios necesarios para no soliviantar a las capitales, que fueron quienes la escogieron para liderar el Ejecutivo comunitario tras fulminar a Timmermans.

De momento, Von der Leyen puede empezar ya la mudanza al apartamento que ha montado a escasos metros de su despacho en los cuarteles generales de la Comisión, en Bruselas, para dormir allí la noche del sábado. Y preparar su puesta de largo el próximo lunes en Madrid, donde pronunciará un discurso en el marco de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.

"El Estado de derecho no puede ser cuestionado"

En su discurso, Ursula Von der Leyen echó la vista atrás y apeló al espíritu de la Revolución de Terciopelo que tomó las fábricas y campos “desde Praga hasta Bratislava” para poner luego el foco en las próximas tres décadas. La alemana quiere que su Comisión ponga los cimientos de la Europa de 2050: una potencia digital que mantenga el equilibrio entre la economía de mercado y la protección social y libre de combustibles fósiles.

Alrededor de esa Comisión “geopolítica”, Von der Leyen fue desgranando sus principales retos y presentando a sus comisarios. La presidenta destacó la “experiencia” de Josep Borrell, Alto Representante para la Política Exterior y Seguridad Común, para hacer que la Unión Europea sea el “adalid del multilateralismo” y del libre comercio “abierto y justo”. Y ante el portazo del Consejo Europeo a Macedonia del Norte y Albania y las demandas de Francia para reformar el mecanismo de ampliación, Von der Leyen reivindicó los vínculos de la UE con los Balcanes. “Compartimos el mismo continente, la misma cultura, el mismo destino. Nuestra puerta permanece abierta”, afirmó.

Von der Leyen se explayó en las dos áreas que se antojan como catalizadores de las políticas de la nueva Comisión: el Nuevo Green Deal, que liderará el laborista holandés Frans Timmermans, y la agenda digital, cuyas riendas asumirá la liberal danesa Margrethe Vestager. La presidenta expuso la urgencia de la lucha contra el cambio climático señalando los incendios de bosques en Portugal, las inundaciones de Venecia o la pérdida de las cosechas en Lituania por la sequía. "El mundo necesita nuestro liderazgo", sostuvo la presidenta, que esta vez eludió fijar nuevos objetivos para la reducción de emisiones de dióxido de carbono.

La alemana fue de igual modo tajante en la defensa del Estado de derecho en la Unión Europea. “No se puede cuestionar de ningún modo”, dijo con rotundidad en su discurso. Y si bien apeló al diálogo, también anunció que no le temblará el pulso a la hora de “tomar las medidas” necesarias para garantizarlo.

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