Este examen es un infierno

Uno de cada cuatro estudiantes se quedará sin plaza universitaria tras la dura Selectividad en China

Entrada a las pruebas de selectividad en China.Getty

La suerte está echada. Diez millones de alumnos han completado este viernes sus exámenes de Gaokao, el duro examen de selectividad en China, que muchos profesores consideran el más exigente del mundo. Les toca ahora esperar unos resultados que marcarán su futuro: los más destacados podrán asistir a las mejores universidades del país y se licenciarán prácticamente colocados. Una cuarta parte, los que obtengan peores notas, se quedarán sin plaza.

“¡Qué alivio sentí cuando entregué el último ejercicio!”,...

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La suerte está echada. Diez millones de alumnos han completado este viernes sus exámenes de Gaokao, el duro examen de selectividad en China, que muchos profesores consideran el más exigente del mundo. Les toca ahora esperar unos resultados que marcarán su futuro: los más destacados podrán asistir a las mejores universidades del país y se licenciarán prácticamente colocados. Una cuarta parte, los que obtengan peores notas, se quedarán sin plaza.

“¡Qué alivio sentí cuando entregué el último ejercicio!”, dice Wang Mingming, una estudiante de 18 años de Haidian, en el noroeste de Pekín. Ahora que ya ha terminado, se siente satisfecha. Cree que las pruebas le han salido bien y podrá conseguir plaza para estudiar Económicas. “Me gustaría ayudar a la sociedad, quizá contribuyendo a solucionar la disputa sobre aranceles” entre China y Estados Unidos, sueña.

Como el resto de los estudiantes, Wang ha debido completar, a lo largo de ocho horas repartidas en dos días, una prueba de chino, otra de su rama de estudios —Ciencias o Letras—, de matemáticas y de inglés.

Ocho horas a las que ha dedicado todo su tiempo libre este año. Un año en el que ella y sus compañeros no han podido hacer mucho más que comer, dormir y preparar el examen, vigilados estrictamente por padres y abuelos: La mayoría de estos alumnos son hijos únicos y en ellos recaen las esperanzas de sus familias, dispuestas con frecuencia a todo con tal de que sus hijos obtengan una buena puntuación. “Todos nos sentimos presionados a ser el mejor. Pero eso nos impulsa a esforzarnos aún más”, reconoce Liu Xinyue. Liu se ha presentado a las pruebas en la provincia de Hebei, próxima a Pekín, y sueña con trabajar para las grandes empresas de tecnología chinas como programador.

La mayoría de los alumnos son hijos únicos y en ellos recaen las esperanzas de sus familias, dispuestas con frecuencia a todo con tal de que obtengan una buena puntuación

La tentación de copiar puede ser grande. Hay mafias especializadas en facilitarlo. Este año, el Ministerio de Seguridad Pública ha anunciado la desarticulación de una docena de bandas y la detención de cerca de 50 sospechosos que operaban en provincias repartidas por todo el territorio nacional.

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Los métodos pueden llegar a ser realmente ingeniosos o sofisticados. Algunas de estas bandas fabricaban sus propios aparatos electrónicos: audífonos, cámaras y transmisores encriptados. Además, organizaban cursillos sobre su uso.

Para evitar este tipo de prácticas, los estudiantes tienen prohibido entrar en los centros de examen con objetos metálicos. En provincias como Henan, en el centro del país, se comprueban las huellas dactilares de los aspirantes, según ha publicado la agencia estatal Xinhua. En la ciudad costera de Qingdao, para evitar la suplantación de alumnos —otro método relativamente común de fraude—, se han adoptado sistemas de reconocimiento facial.

Los exámenes se han abierto con la prueba más subjetiva, la de chino. Cada estudiante debía elegir uno de dos temas propuestos y redactar un texto de 800 ideogramas para demostrar su dominio del mandarín escrito y su capacidad de argumentación.

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Gradualmente, esas propuestas han ido adquiriendo en los últimos años un tono más político. El año pasado, en las escuelas de Pekín uno de los temas que cayó fue la Nueva Ruta de la Seda, el ambicioso plan del Gobierno chino para comunicar el país con el resto del mundo mediante redes de infraestructuras y al que Pekín ha concedido absoluta prioridad.

Este año, una de las opciones en la capital ha sido el 40 aniversario de la política de reforma y desarrollo auspiciada por Deng Xiaoping. A los estudiantes que se inclinaban por este enunciado, se les facilitaban tres frases como apoyo, dos de ellas del presidente chino, Xi Jinping: “las montañas verdes y el agua limpia son como el oro y la plata” y “nosotros, la nueva generación, debemos completar nuestra nueva Larga Marcha”.

La otra opción, que pedía al estudiante que imaginara el futuro en 2035, también llevaba su carga política. “La nueva juventud en la Nueva Era: crecer durante el desarrollo de la patria” alude al título que se le ha dado a la ideología de Xi, consagrada desde marzo pasado en la Constitución: “pensamiento de Xi Jinping sobre socialismo con características chinas para una nueva era”.

Ninguna de las opciones, aparentemente, tomó por sorpresa a los estudiantes. “Ya había redactado ensayos parecidos -dice Wang, que eligió el aniversario de la reforma-. Mis profesores nos habían recomendado que estuviéramos al día de los temas de actualidad política”.

Liu, que escogió la “Nueva Era”, comenta lo mismo. “En mi escuela nos recomendaron que preparáramos algo sobre el año 2025, que será un año importante políticamente (China se ha fijado ese año para convertirse en líder mundial de sectores industriales clave). El año 2035 está aún más lejos, lo que le da a China más tiempo para hacerse aún más poderosa”, asegura.

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