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Una palmera de la Casa Rosada es cuestión de Estado

Se secó durante el kirchnerismo y su reemplazo demandó meses de discusiones

La palmera recién transplantada en el patio de la Casa Rosada.
La palmera recién transplantada en el patio de la Casa Rosada. Ministerio de Ambiente
Federico Rivas Molina
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En el Patio de Honor de la Casa Rosada hay un cantero con una fuente central de mármol y tres palmeras de unos 10 metros de alto. Hasta 2015, las palmeras eran cuatro, pero una se secó. El motivo no está claro, pero todo apunta a la filtración de un caño de la fuente, que terminó por matar a la palmera por exceso de agua. El reemplazo de una palmera puede parecer algo simple, pero no lo fue. Al punto que el tema llegó a ser una cuestión de Estado. Tras meses de trámites, consultas a expertos, ofertas de donaciones y licitaciones fallidas, este domingo una nueva palmera llegó al patio de la Casa Rosada en reemplazo de la anterior.

Las palmeras del Patio de Honor son de la especie Butia Yatay y están allí desde 1904, cuando se remodeló el interior de la Casa Rosada y se decidió construir un pulmón abierto que diera aire y luz a los despachos oficiales. Las plantas llegaron a Buenos Aires desde las provincias de Entre Ríos y Corrientes, al norte de Buenos Aires, donde crecen en forma natural y en abundancia. El Parque Nacional El Palmar, en Colón, por ejemplo, es uno de los más visitados de Argentina.

Lo primero que hizo el Gobierno de Mauricio Macri cuando llegó al poder fue determinar si la palmera, que ya se veía seca, estaba muerta o tenía aún posibilidades de salvación. Tras varios intentos por recuperarla, los expertos firmaron el acta de defunción en octubre del año pasado. Allí comenzó la odisea.

Muerta la palmera, se decidió reemplazarla por una igual, pero enseguida surgieron algunos problemas. El principal era logístico: por su tamaño, unos 10 metros de largo y 60 centímetros de diámetro, se temió que no pasara por las puertas de ingreso al patio. Otro punto era el costo de trasladar la palmera hasta Buenos Aires y el financiamiento de un año de cuidados intensivos tras el trasplante, imprescindibles para que la planta arraigue en su nuevo sitio.

La dimensión del problema fue evidente con la primera licitación: un empresario correntino fue el único ofertante y pidió 235.000 pesos (casi 12.000 dólares), de los cuales sólo 5.000 correspondían a la palmera. El resto se usaría para financiar el traslado en camión, la colación y el cuidado posterior. La oferta se cayó porque el empresario no contaba con todos los papeles necesarios. Se llamó entonces a una segunda licitación y otra vez la misma historia: mismo empresario, misma oferta y mismos problemas.

“Entonces nos llegó una oferta de donación de la gobernación de Corrientes, que aceptamos. Les pedimos que la palmera sea más chica, para reducir los costos”, explica una fuente de la secretaria de la Presidencia, a cargo del reemplazo de la palmera..

Así, la palmera llegó a Buenos Aires sin costo para la Casa Rosada. La donación fue una iniciativa de dos pueblos correntinos, Goya y Colonia Carolina, que atentos a los problemas con el reemplazo decidieron asumir los costos del traslado y el mantenimiento de palmera.

“Hicimos una oferta con una nota que se le entregó al Presidente, durante un visita que hizo a la provincia. Toda la logística está a cargo de Goya y un grupo de 15 empresarios que aportaron lo suyo”, dice Alejandro Medina, jefe de prensa del municipio correntino, donde abundan las Butia Yatay. “Acá en Goya esa especie se puso en avenidas sin problemas, resisten bien los trasplantes. Hubo vecinos que tenían palmeras en el patio de sus casas y pidieron que se las saquen. Una de ellas está ubicada en la rotonda principal de la ciudad”, dice Medina.

Las autoridades quisieron dejar en claro que la palmera donada no es una más y tiene significado histórico para Corrientes: fue sacada de un campo cercano al sitio donde, en 1871, se libró la Batalla de Ñaembé, clave en las luchas intestinas por la unificación del territorio argentino.

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Sobre la firma

Federico Rivas Molina
Es corresponsal de EL PAÍS en Argentina desde 2016. Fue editor de la edición América. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires y máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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