Violencia sin control en Rosario: sicarios matan a un niño de tres años y a su padre

En esta ciudad argentina se han registrado seis homicidios en tres días

La Policía acordona el lugar donde fue asesinado Jonathan Funes el 5 de febrero.Télam

En tres días, seis personas han sido asesinadas en Rosario, la ciudad más violenta de Argentina. Entre ellas está Yamil, un niño de tres años que murió este miércoles junto a su padre frente a la puerta de su casa, cuando dos hombres los acribillaron a balas desde una moto. Las autoridades provinciales sospechan que se trata de un ajuste de cuentas contra Pablo Riquelme, con antecedentes por robo y que disfrutaba de un permiso transitorio fuera de la cárcel.

El doble homicidio fue perpetrado en la zona suroeste de Rosario,...

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En tres días, seis personas han sido asesinadas en Rosario, la ciudad más violenta de Argentina. Entre ellas está Yamil, un niño de tres años que murió este miércoles junto a su padre frente a la puerta de su casa, cuando dos hombres los acribillaron a balas desde una moto. Las autoridades provinciales sospechan que se trata de un ajuste de cuentas contra Pablo Riquelme, con antecedentes por robo y que disfrutaba de un permiso transitorio fuera de la cárcel.

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El doble homicidio fue perpetrado en la zona suroeste de Rosario, que vive un rebrote de la violencia por la rivalidad entre dos familias narco, los Funes y los Caminos, desde hace casi un año. En un radio de unas 40 cuadras, se han registrado 41 homicidios en los últimos once meses.

"Son bandas de gran letalidad que se matan por muy poco, por un sector de pocas cuadras donde quieren distribuir drogas. Tienen escasa capacidad logística, a diferencia de las que sí tuvieron (la banda narco) Los Monos", dicen fuentes del Ministerio de Seguridad de la provincia de Santa Fe, a la que pertenece Rosario. "Es una violencia muy focalizada y difícil de combatir", aseguran, ya que no se trata de crímenes por robos u otros hechos de inseguridad sino de enfrentamientos interpersonales. Para el gobierno santafesino, el asesinato del niño no está vinculado a la guerra entre los dos grupos narco, pero sí muestra la violencia enquistada en el territorio, donde los que disparan lo hacen "sin medir las consecuencias".

La última víctima de la disputa entre familias fue el asesinato de Jonathan Bam Bam Funes, de 23 años, ejecutado a balazos el lunes después de visitar a sus hermanos Alan y Lautaro en la cárcel. Un día después, su novia fue perseguida por otro vehículo cuando se dirigía al velatorio, pero consiguió huir. Los asaltantes lanzaron varios disparos al aire.

El principal foco de violencia es La Tablada, un barrio históricamente de trabajadores de clase media-baja vinculados a la industria cárnica que en los últimos años "se ha transformado en una zona muy compleja, en la que conviven los trabajadores y estos grupos narco que no tienen una estructura muy compleja ni desarrollada", dice el periodista Germán de Los Santos, coautor junto a Hernán Lascano del libro Los Monos. Historia de la familia narco que transformó a Rosario en un infierno. En ese barrio apareció asesinado el jueves un hombre de 32 años. Tenía varios impactos de bala y estaba encadenado y quemado en el interior de una vivienda.

Exhibición de violencia en internet

A diferencia de esa banda narcocriminal, que llegó a controlar la distribución de drogas en el sur de la ciudad con la connivencia de altos mandos policiales, los Funes y los Caminos se disputan un territorio muy pequeño. Su guerra personal se remonta a marzo de 2016, cuando fue asesinada la madre de Lautaro Funes.

Los dos grupos están encabezados por jóvenes de entre 18 y 21 años. "Son segunda y tercera generación narco, no se rompió ese traspaso generacional", subraya De los Santos. "Se criaron y se mueven con autos de alta gama y armas muy pesadas. Y esta nueva generación se percibe más sangrienta todavía y con otro lenguaje de violencia, vinculado a las redes sociales. Se fotografían y hacen vídeos con armas para mostrarles a sus rivales y a la gente del barrio que ejercen el poder", detalla el periodista.

Aunque la mayoría de ellos ya está en la cárcel, la violencia parece cada vez más fuera de control.

Pocos testigos contra Los Monos

Los 32 imputados en el juicio de Los Monos -entre ellos 13 policías- volvieron a sentarse en el banquillo de los acusados esta semana. Aún en la cárcel, los cabecillas de la banda narco infunden terror y son pocos quienes se atreven a testificar contra ellos. En una de las audiencias, de los nueve testigos citados, sólo dos se presentaron para dar su versión frente al tribunal.

Entre los crímenes que se les imputan está el asesinato de Lourdes Cantero, una adolescente de 14 años. A pesar del apellido, Lourdes no tenía ningún vínculo familiar con Los Monos y fue asesinada en 2013 durante un tiroteo en su casa.

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