El ministro de Finanzas de Canadá pone en valor el TLC: “Ha sido una historia de éxito extraordinaria”

William Morneau escenifica en México la afinidad entre ambos países en plena renegociación del tratado con la Administración Trump

William Morneau y José Antonio Meade, este jueves en México.CUARTOSCURO

México y Canadá difieren en algunos puntos de la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América (TLC) –sobre todo en el capítulo laboral–, pero van de la mano en la recién iniciada mesa de diálogo con Estados Unidos. El ministro canadiense de Finanzas, William Morneau, ha escenificado este jueves en la Ciudad de Méxic...

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México y Canadá difieren en algunos puntos de la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América (TLC) –sobre todo en el capítulo laboral–, pero van de la mano en la recién iniciada mesa de diálogo con Estados Unidos. El ministro canadiense de Finanzas, William Morneau, ha escenificado este jueves en la Ciudad de México su cercanía con el Gobierno del país latinoamericano y ha defendido sin fisuras el mayor acuerdo comercial del mundo: “La integración económica es buena para los tres países y significa que yo, como canadiense, he creado empleos en Estados Unidos. Ha sido una historia de éxito extraordinaria”. El discurso de Morneau, como el de sus pares mexicanos, es radicalmente opuesto al que mantiene la Administración Trump, que insiste en la destrucción de puestos de trabajo en su país asociada con el pacto comercial que une a los tres países desde 1994.

Junto al titular de Finanzas canadiense, su homólogo mexicano y hombre fuerte del Gobierno de Enrique Peña Nieto en el capítulo económico, José Antonio Meade, ha incidido en la importancia del TLC y se ha mostrado “optimista” sobre su renegociación: “Alcanzaremos un buen resultado bajo la premisa importante de que se preserve un espacio trilateral. Mejorará el ambiente de negocios para nuestras empresas y el conjunto de oportunidades para nuestros ciudadanos”, ha augurado.

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“Tenemos la suerte de tener una relación bilateral profunda, sólida y productiva”, ha glosado Morneau. “Y una alianza especial con México: compartimos frontera con una superpotencia y tenemos retos similares en nuestra relación con nuestro vecino [EE UU]”. La victoria de Donald Trump, un magnate abiertamente contrario al libre comercio y la migración que ganó las elecciones con un discurso profundamente antimexicano, ha abierto una brecha entre EE UU y México. Pero también entre EE UU y Canadá, cuyos Gobiernos defienden, hoy más que nunca, visiones del mundo antagónicas. Ante este reto mayúsculo para ambos países, el mayor en las más de dos décadas que lleva en vigor en TLC, los Ejecutivos de Peña Nieto y Justin Trudeau tratan de cerrar filas y minimizar los daños. El título del discurso ofrecido este jueves por el titular canadiense de Finanzas es toda una declaración de intenciones: Canadá y México, socios en la prosperidad.

Sin embargo, y pese a las alabanzas a las bondades del TLC actual y de la relación bilateral, Morneau ha reiterado la necesidad de hacer el tratado “más progresista”, uno de los objetivos explícitos de Ottawa para el proceso de renegociación. En las dos primeras rondas trilaterales, celebradas en Washington y en la Ciudad de México, la delegación canadiense encabezada por la titular de Exteriores, Chrystia Freeland, ha subrayado la importancia de mejorar las condiciones laborales en sus vecinos del sur, mucho más laxas y desfavorables para los trabajadores que en su país.

En la práctica, la asimetría de salarios y derechos entre México y Canadá y, en menor medida, entre EE UU y Canadá, ha llevado a muchas multinacionales a deslocalizar su producción en el país sureño buscando ahorros de costes. Ahora, Canadá quiere cerrar –al menos parcialmente– esa brecha. “En la medida en que nuestras economías crecen, debemos asegurarnos de que los beneficios se compartan con nuestra clase media y los más vulnerables”, ha subrayado Morneau en lo que parecía una referencia indirecta al país latinoamericano, que tiene uno de los salarios mínimos más bajos de América Latina y en donde los derechos de los trabajadores están a años luz de los de sus pares canadienses. “Nos queda mucho por hacer: asegurarnos de que el crecimiento se comparte con las clases medias y los sectores más vulnerables de nuestras sociedades. Siempre es posible mejorar: salvaguardas laborales, protección de los indígenas, del medioambiente… Tenemos que trabajar de manera conjunta para crear un futuro mejor para todos”, ha resumido el máximo responsable de Canadá en la parcela económica.

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Los intercambios entre México y Canadá se han solidificado desde la firma del TLC. Casi un cuarto de siglo después de su entrada en vigor, son pocos los sectores de la economía mexicana en los que no haya presencia canadiense: energías fósiles y renovables, minería, consumo y sector financiero. Según las cifras del Gobierno mexicano, 3.600 empresas de origen canadiense operan hoy en México y 2,2 millones de nacionales de aquel país (el 5% de su población) visitan cada año el país latinoamericano. A la inversa, las cifras de turistas mexicanos en Canadá han subido como la espuma desde que el Gobierno de Justin Trudeau retiró el requisito de visa —en diciembre del año pasado—, 26.000 trabajadores temporales mexicanos son contratados cada año en el sector agroalimentario canadiense y 5.000 nacionales del país latinoamericano cursan sus estudios en Montreal, Vancouver o Toronto.

EE UU estudia una cláusula de terminación automática del tratado

La Oficina del Representante de Comercio de Estados Unidos medita, según una información que publica este jueves el portal Politico, poner encima de la mesa de negociaciones la posibilidad de introducir en el acuerdo una cláusula que pondría fin al TLC en cinco años si ninguno de los tres países ha acordado antes su renovación. De confirmarse que la Administración Trump llevará finalmente la propuesta a la reunión que se celebrará en Ottawa entre el 23 y el 27 de este mes, con casi total seguridad contará con una negativa rotunda de México y Canadá.

Pero la iniciativa no solo contaría con el rechazo de sus socios en el TLC: el Departamento de Estado y el de Agricultura ya se han opuesto internamente. "El final del tratado sería devastador para la economía agrícola estadounidense", argumenta un técnico de Agricultura en un correo electrónico de respuesta a sus pares de Comercio al que ha tenido acceso Politico. En el caso del Departamento de Estado, la preocupación tiene que ver, sobre todo, con su legalidad y con cómo afectaría negativamente a la relación de EE UU con México y Canadá.

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