La joven islamista que rompe moldes en Túnez

Saida Ounissi defiende un feminismo que no excluya a amplios sectores de la sociedad

A sus 30 años recién cumplidos, Saida Ounissi, secretaria de Estado para la Formación Profesional de Túnez, ya está acostumbrada a romper moldes. Francófona y feminista pero ataviada con un hiyab, esta hija de un militante islamista exiliado en tiempos de Ben Alí se convirtió el pasado verano en el miembro más joven de un Gobierno tunecino desde el advenimiento de la independencia en 1956. Ounissi forma parte de una nueva generación de mujeres del histórico partido islamista Ennahda decidida a dejar su impronta en la lucha por los derechos de la mujer en un país aún marcado por una mentalidad patriarcal.

Saida Ounissi sentada en el despacho de su oficina, situada en el centro de túnezRG

“Aún apenas hay mujeres en los puestos de dirección de las empresas públicas y privadas, o entre el alto funcionariado“, lamenta la joven gobernante que, no obstante, se muestra optimista sobre el futuro. “Creo estamos avanzando gracias la revolución. Ahora ya no existe esa cortina que impedía a la sociedad discutir de la situación real de la mujer, más allá de los eslóganes de la dictadura”, comenta, haciendo referencia a la utilización que hacía el régimen de Ben Alí de la cuestión de la mujer para lavar su imagen en Occidente.

Como ejemplo de progreso, Ounissi señala la reciente apro...

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“Aún apenas hay mujeres en los puestos de dirección de las empresas públicas y privadas, o entre el alto funcionariado“, lamenta la joven gobernante que, no obstante, se muestra optimista sobre el futuro. “Creo estamos avanzando gracias la revolución. Ahora ya no existe esa cortina que impedía a la sociedad discutir de la situación real de la mujer, más allá de los eslóganes de la dictadura”, comenta, haciendo referencia a la utilización que hacía el régimen de Ben Alí de la cuestión de la mujer para lavar su imagen en Occidente.

Como ejemplo de progreso, Ounissi señala la reciente aprobación de una ley integral contra la violencia de género, pionera en el mundo árabo-islámico. “Este hito fue posible porque convencimos a los dirigentes de nuestro partido. Cuando Ennahda apoya una ley, sale adelante”, afirma con una gran sonrisa de orgullo. Tras la escisión del laico Nidá Tunis, vencedor de las últimas elecciones y al que pertenece el presidente del país, Ennahda pasó a ser la fuerza política que atesora más diputados en la Asamblea de Representantes.

La flamante secretaria de Estado, que luce un velo negro a juego con su pantalón, habla con una gran seguridad, pero sin caer en la arrogancia. “Me gustaría romper el esquema según el cual la izquierda defiende los derechos de la mujer y el islamismo los niega. No es cierto, aquí casi todos los partidos son conservadores”, espeta Ounissi, que considera que la verdadera batalla no se produce entre partidos, sino en el seno de cada uno de ellos. “Al principio, varios partidos de izquierda se opusieron a la ley. Por ejemplo, el Frente Popular argumentaba que permitir a un violador casarse con su víctima preservaba el honor de ésta. ¡Imagínese!”, exclama.

Por sus posiciones feministas, algunos rivales políticos han descrito su nombramiento como una operación de marketing del islamismo tunecino. Otros le preguntan qué hace una chica como ella en un partido como Ennahda. Sin embargo, no ve contradicción alguna. “No soy un ovni. En el partido hay muchas mujeres que piensan como yo, aunque su vida haya sido muy diferente a la mía”, replica. Su propia madre, que cruzó clandestinamente la frontera de Argelia con sus hijos de corta edad para reunirse con su marido en Francia, es un ejemplo de mujer fuerte e independiente. Contable de profesión, ella dirigió su campaña electoral en las legislativas de 2014, cuyos resultados le abrieron las puertas del Parlamento en representación de los tunecinos de Francia.

Ounissi resta importancia a las diferencias entre el feminismo islámco y el clásico, de inspiración laica. Bajo su punto de vista, el feminismo clásico, obsesionado con la liberación del cuerpo, a menudo ha excluido a las categorías de mujeres que no entraban en su molde de "mujer ideal". “Hay que romper con este molde. Lo importante es conseguir que las mujeres puedan elegir libremente su camino, que pueden compatibilizar maternidad y carrera profesional. Pero también ser amas de casa sin miradas de menosprecio”, remacha.

En la batalla por redefinir paradigmas y estereotipos, esta dicharachera política dispone de 26 aliadas en el Parlamento. Ennahda, situado en el extremo más moderado dentro del espectro del islamismo árabe, es el partido que cuenta con un mayor porcentaje de diputadas en su grupo parlamentario. Para evitar compartir la bandera de campeón de los derechos de la mujer, y ya en plena precampaña de las municipales, el presidente Béji Caïd Essebsi ha propuesto la igualdad de sexos en la herencia, una cuestión muy sensible para Ennahda al estar claramente regulada en la sharia.

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En todo caso, Ounissi no se ve liderando la causa de la mujer desde la Kasbah -la sede del Gobierno- en el futuro. “No se me ha pegado el “virus” de la política. Para mí, esta es una actividad temporal, y creo que así debería de ser. Mi deseo continúa siendo dedicarme a la academia”, confiesa esta joven brillante, de sonrisa perenne, que aparcó sus avanzados estudios de doctorado sobre Políticas Sociales en la Sorbona. Eso será así siempre que no le convenzan para seguir rompiendo moldes.

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