El ‘niño de la jaula’ muestra el abandono de los indígenas en Argentina
Los padres de un adolescente de 14 años con un retraso madurativo lo tienen entre barrotes para evitar que se escape al monte
Entre los 8 y los 14 años, Álvaro ha pasado gran parte de sus días en una jaula. Sufre una discapacidad mental severa, no habla ni va a la escuela de su comunidad, situada en el noreste de la provincia argentina de Salta. Tampoco ha sido examinado por médicos especialistas ni ha recibido atención de asistentes sociales. Sus padres optaron por encerrarlo por precaución, para evitar que se escapara y se perdiese en el monte cuando ellos salían a trabajar. El caso extremo de este adolescente, residente en una comunidad con mayoría de etnia wichí, muestra el abandono que sufren algunas comunidades indígenas en el país austral. La comunidad del menor, Alto la Sierra, está en un paraje aislado, mucho más cercano a la frontera con Bolivia y Paraguay que a la capital provincial, de la que le separan 700 kilómetros. Y sus habitantes sufren importantes carencias en el acceso a servicios básicos, vivienda, educación y sanidad.
"Cuando tenía tres o cuatro años se le apareció el problema de estar mal en la cabeza. Lo ponemos en una jaula porque no lo podemos largar porque se escapa. Por la noche duerme tranquilo con nosotros y por la mañana lo volvemos a encerrar porque nosotros estamos andando y no nos podemos descuidar porque sino se escapa y no lo vemos más", dijo el padre al periodista salteño Brian Salazar, responsable de la difusión de las imágenes en Facebook.
La familia cobra una pensión de discapacidad por su hijo y ha recibido unas chapas para ampliar su vivienda de adobe, pero no sabe cómo ayudarle ni ha conseguido que reciba atención médica especializada a domicilio. "Llevarlo a Salta es muy complicado. Está mudo, no habla. Si tiene ganas de orinar no lo dice, sólo se levanta y se baja el pantalón. Mejor un médico para que lo atienda acá", agregó el padre.
El alcalde del municipio, Moisés Valderrama, asegura que nunca vio al menor entre barrotes durante sus visitas a la comunidad, en la que residen unas 50 familias. "Siempre lo vi normal, pero puede que lo tuvieran así por la agresividad o porque se les fue al monte", dice a EL PAÍS Valderrama. "A la familia se le dieron materiales para la vivienda y atención médica, pero no quieren despegarse de su hijo", asegura. La versión del Gobierno provincial es similar. "El chico tiene una severa deficiencia mental y necesita un tratamiento especial que se da en la provincia de Salta. Pero el padre y la comunidad no accedían al traslado", responden por teléfono desde el Ministerio de Primera Infancia salteño.
Tres de cada diez habitantes de Argentina es pobre. En el norte, la cifra asciende al 44% y la situación se agrava aún más entre las comunidades indígenas. Después de que saliese a la luz su caso, Álvaro fue trasladado este lunes en un avión sanitario al hospital materno-infantil de Salta. "La familia vio su responsabilidad, lo tenían que trasladar", dice el alcalde de Santa Victoria al ser preguntado sobre el supuesto cambio de parecer de los padres.
Las autoridades descartan retirar a los padres la custodia del menor y creen que en todo momento su intención era protegerlo. "Físicamente está bien, está bien cuidado. Encerrarlo fue su forma de reacción ante una realidad que los supera, para evitar que huyera. Lo que hay que hacer es trabajar con las familias para transformar estas prácticas", señalan desde Primera Infancia. El adolescente será atendido ahora por neurólogos y otros especialistas, pero garantizar su atención posterior parece difícil. También lo es detectar casos similares entre las dispersas comunidades originarias, según admiten desde el Gobierno salteño. "Estamos hablando de un territorio que es 117 veces el tamaño de Buenos Aires, en el que viven unas 30.000 personas y conviven 6 comunidades originarias".
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