Los Macron demuestran a los Trump que París sigue siendo París

El presidente estadounidense, tras criticar la seguridad de París, asegura ahora que “quiere volver”

Con la agenda organizada por el Elíseo para la estancia de poco más de 36 horas de los Trump en París, el presidente estadounidense y su esposa tendrán ocasión de visitar algunos de los lugares más icónicos de la capital francesa. Muchos de ellos, como la Torre Eiffel o los Campos Elíseos donde el viernes asistirán al desfile del 14 de julio, han sido objetivo de atentados que le han servido al inquilino de la Casa Blanca para criticar una y otra vez la estrategia antiterrorista francesa y, por ende, europea.

El chef Alain Ducasse recibe a los Trump y los Macron en la Torre EiffelYVES HERMAN (AFP)

Pero de críticas y tensiones, nada de nada. Al menos, ante las cámaras. Del duelo de manos que representaron Macron y Trump durante su primer encuentro, en mayo en Bruselas, en pocas semanas, y pese a diferencias profundas en cuestiones clave como el cambio climático, en París se pasó a gestos amistosos, palmadas en la espalda, conversaciones plagadas de risas y sonrisas cómplices entre los dos presidentes y sus esposas.

Hasta tal punto que Macron, pese a ser el anfitrión, incluso a...

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Pero de críticas y tensiones, nada de nada. Al menos, ante las cámaras. Del duelo de manos que representaron Macron y Trump durante su primer encuentro, en mayo en Bruselas, en pocas semanas, y pese a diferencias profundas en cuestiones clave como el cambio climático, en París se pasó a gestos amistosos, palmadas en la espalda, conversaciones plagadas de risas y sonrisas cómplices entre los dos presidentes y sus esposas.

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Hasta tal punto que Macron, pese a ser el anfitrión, incluso aceptó viajar con Trump en La Bestia, la limusina blindada en la que se desplazan los presidentes estadounidenses dentro y fuera de su país, para regresar juntos al Elíseo después de su encuentro inicial en el Palacio de los Inválidos. Allí iniciaron su cita con una visita a la tumba de Napoleón y a la del mariscal Foch, comandante supremo del comando aliado en la Primera Guerra Mundial, durante la cual no pararon de charlar animadamente.

Mientras los dos mandatarios ventilaban asuntos de Estado a puerta cerrada en la sede presidencial, Brigitte Macron y Melania Trump continuaban su gira por París, en una agenda paralela que incluyó una visita privada a la Catedral de Notre Dame y un paseo en barco por el Sena durante el que las dos primeras damas también continuaron prodigándose sonrisas.

El desafío de esta primera visita oficial de Trump a Francia era grande. Macron ha recibido muchas críticas por invitar al presidente norteamericano que tanto ha insultado a París y a Francia entera. Los franceses todavía recuerdan el famoso “amigo Jim” que Trump citó en febrero para criticar lo que considera debilidad de sus pares europeos ante el yihadismo y afirmar que “París ya no es París”.

Pero fue pasar unas horas en la Ciudad Luz y todo eso parecía agua pasada bajo uno de los puentes del Sena. “Gracias por el tour por algunos de los edificios más increíbles del mundo (…) esta es una de las ciudades más bellas del mundo”, se deshacía en elogios Trump en la rueda de prensa conjunta. Poco después, los Trump y los Macron volvían a reunirse en el restaurante panorámico de lujo Le Jules Verne, del laureado chef estrella Alain Ducasse, en la Torre Eiffel, otro de los iconos de París. Allí, los Macron agasajan con una cena “entre amigos”, según el presidente galo, a los Trump en su primera —y única— noche parisina. Puede sin embargo que no sea la última. Porque Trump hizo una promesa en París: “Voy a volver”.

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