La golpiza a un menor de 13 años estremece a Argentina
Un grupo de vecinos intenta linchar al ladrón de un teléfono móvil en el centro de la ciudad de Córdoba
El ladrón llora como un niño. Yace en el suelo, rodeado de unas 40 personas que lo atosigan a gritos. Tiene la cara ensangrentada y pide entre lágrimas que lo suelten. Una mujer lo protege con sus brazos: es una paramédica testigo de la violencia que decide salvar al menor. Le limpia la sangre y llama a la ambulancia. Algunos la insultan, otros la apoyan. El adolescente terminó preso, luego de pasar por el Hospital de Niños. La escena quedó registrada en un vídeo y llegó a los medios.
El menor entró a una tienda de ropa junto con un cómplice y cuando encontró la ocasión corrió con el móvil que arrebató a una mujer. Pero en su huida fue interceptado por la gente que pasaba por el lugar, en pleno centro de la ciudad de Córdoba, la más poblada del país después de Buenos Aires. Lo rodearon y lo golpearon, hasta que una paramédica decidió protegerlo, temerosa de que la violencia terminara por matarlo. "La gente gritaba que lo lincharan. Otros no, lo defendían, decían que era un chico, que lo soltaran. No me dejaron atenderlo y me llegaron a agredir a mí. Recibí patadas, obviamente por atrás, y me tiraron del pelo", contó la mujer al canal El Doce de Córdoba.
Otro grupo atrapó al compañero del ladrón, otro menor de 14 años. Mientras tanto la turba insistía en agredir al de 13, entre gritos y empujones. "Lo que hice fue ponerlo en una posición de seguridad porque estaba sangrando mucho, porque no teníamos muchos recursos y tampoco colaboraron a la hora de ayudarme", explicó la médica. Los dos adolescentes fueron detenidos por la Policía y atendidos en un hospital. Un juez intenta determinar ahora si el vídeo sirve para identificar a los atacantes.
El diario La Voz del Interior, de Córdoba, reconstruyó la historia de la víctima. Su padre está preso y él menor vive con su madre, que “ya no sabe que hacer con él”. Según los testigos del barrio de chabolas donde tiene su casa la familia, el adolescente usa el dinero que roba para comprar “matarratas”, como llaman a un ansiolítico de fabricación casera que hace estragos entre los más jóvenes. Tiene varios arrestos por robo, todos arrebatos que hace en la calle.
No es el primer caso de justicia por mano propia que hay en Argentina, aunque hay que remontarse hasta 2014 para encontrar agresiones públicas de esta magnitud. Aquel año se sucedieron diez casos en menos de dos semanas, al punto que el impacto social que produjeron llegó hasta el papa Francisco en el Vaticano. “Me duelen cada una de esas patadas”, dijo el argentino. El caso más impactante fue en la ciudad de Rosario, la tercera gran urbe argentina, donde un grupo de vecinos golpeó a David Moreyra, de 18 años, cuando acaba de quitarle el bolso a una mujer. Después de lincharlo lo dejaron tendido en el suelo con una visible “pérdida de masa encefálica”. Murió a los cuatro días en el hospital. Después de eso sobrevinieron una decena de casos de revancha colectiva en varios puntos del país.
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