Mauricio Macri logra una tregua de 10 días con los sindicatos peronistas
Cuatro ministros reciben a la cúpula de la CGT bajo la amenaza de una huelga general
El presidente Mauricio Macri ha ganado tiempo en su contienda con los sindicatos peronistas. Un día después de que su gobierno admitiera que el 32% de los argentinos es pobre, una cifra que lo aleja de su promesa de campaña de lograr “pobreza cero”, cuatro ministros del gabinete recibieron al triunvirato que lidera la Confederación General del Trabajo (CGT). La reunión ha terminado en un empate técnico: los sindicalistas plantearon sus reclamos y el gobierno se comprometió a dar una respuesta dentro de 10 días. En ningún momento se habló de huelga general, pese a las amenazas previas de la CGT. "Hemos hecho planteos concretos, un bono para trabajadores activos y sectores sociales y excluir el aguinaldo de ganancias (impuesto al salario) y discutir las escalas", dijo Héctor Daer, uno de los integrantes del triunvirato gremial a la salida del encuentro en el ministerio de Trabajo.
Daer negó que el plazo dado al Gobierno implique una tregua, aunque lo cierto es que Macri se ha asegurado 10 días de paz social, al menos con los gremios que responden a la CGT. Hace una semana, 120 delegados de la central otorgaron al triunvirato que los lidera la potestad de poner fecha a una huelga sin necesidad de consultar con las bases. Con ese mandato, Daer, Juan Carlos Schmid y Carlos Acuña se presentaron en el ministerio, donde visitaron su titular, Jorge Triaca, y a los ministros de Hacienda, Alfonso Prat-Gay; de Producción, Francisco Cabrera y de Interior, Rogelio Frigerio.
Los sindicatos presionan por una baja el impuesto al salario y mejoras en el poder adquisitivo de trabajadores, desempleados y jubilados. El Gobierno ofreció subir en un 17% el mínimo no imponible para pagar ganancias, una oferta que los gremios consideraron insuficiente ante previsiones de inflación mayores que esa cifra. La CGT debe satisfacer las demandas de sus bases, que sienten en carne propia la crisis económica, mientras cultivan la estrategia de nunca romper del todo con el poder de turno.
La relación entre Macri y los sindicatos se inició en diciembre con una tregua que cada vez parece más débil. Macri llegó al poder con el desafío de ser el primer presidente no peronista en completar su mandato desde 1922. Del otro lado tiene al peronismo partidario, con poco poder de fuego por su división entre kirchneristas y no kirchneristas, y a la CGT, conformada por decenas de gremios que son la fuerza de calle del partido. Macri ha reconocido la importancia de esos sindicatos con una reunión que mantuvo con los “gordos”, como se llama a sus dirigentes, la mayoría de ellos en sus puestos desde hace más de 30 años. Recibió a cambio una tregua, pero la reactivación económica prometida se demora y la paciencia del peronismo sindical se acaba.
"Si no hay respuestas, vamos al paro. Hay urgencias sociales como el mantenimiento de los planes, hay muchos compañeros que la están pasando mal", dijo Acuña antes de ingresar al encuentro con los ministros. No consiguieron lo que esperaban, pero el tono de los “gordos” fue otro a la salida. "Nos vamos con el ánimo de seguir adelante con pedir respuesta al Ejecutivo", dijo Daer. Por el momento, Macri ha logrado desactivar la protesta social con una parte de los gremios, aquellos más vinculados a la burocracia sindical. Tiene abierto otro frente de batalla con aquellos grupos más combativos, reunidos en la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA). Fuerte entre los empleados públicos y los maestros, la CTA realizó una huelga esta semana y ya anticipó que hará otra en octubre.
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