Una plaga de víboras obliga a cerrar un parque público en Buenos Aires
Las serpientes, llegadas con las inundaciones, entran por los desagües
El anuncio llama la atención tanto por la falta de ortografía como por lo curioso del mensaje. Un enorme parque ubicado a orillas del rio de la Plata ha tenido que cerrar sus puertas por la presencia de "vívoras". Es la segunda vez que ocurre en el año y el fenómeno se debe a la proliferación de camalotes (pequeñas islas de tierra y vegetación que se desprenden de la ribera de los ríos) en el estuario de Buenos Aires que se registra desde las inundaciones que afectaron al litoral de la Argentina en diciembre.
El sitio de Facebook de Parque Costanera anunció el pasado 18 de febrero un primer cierre de las instalaciones por la presencia de ofidios, advirtiendo que era “un riesgo muy grande para el usuario que el parque se encuentre abierto en esas condiciones”. Las serpientes se encontraron entre la grama pero también en las ollas por donde ruedan las patinetas a diario. Todo indica que ingresan al parque por los desagües que van al río.
El sitio se ha convertido en un punto de referencia para los skaters porteños desde que se inauguró en octubre de 2013 en lo que antes se conocía como parque Saint Tropez. Ubicado en un espacio de 7,5 hectáreas el espacio también ofrece áreas para la práctica del longboard, mountain bike, slackline y un muro para palestra. También tuvo buena acogida por parte del público general ya que tiene 350 metros de costa y la vista al río no es algo muy usual en la capital argentina, que siempre vivió de espaldas al agua.
Sin embargo, le ha costado mantener sus puertas abiertas durante este verano. Las inundaciones que afectaron a las provincias de la Mesopotamia argentina en diciembre trajeron una oleada de camalotes que a su vez acercaron a la ciudad a serpientes, culebras, arañas, ratones y nutrias. La municipalidad de Berisso (a una hora de Buenos Aires) ha prohibido el baño, la permanencia y el acampe en los balnearios en sus 23 kilómetros de costa.
No muy lejos de allí, en un club al borde del río, el 22 de febrero, una niña de 12 años fue mordida por una serpiente venenosa mientras tomaba el sol, en otra zona repleta de camalotes. Su vida no corrió peligro gracias a que el animal no llegó a liberar su veneno, pero las serpientes se han convertido ya en una preocupación inesperada para los habitantes de Buenos Aires, una megalópolis nada acostumbrada a tratar con animales salvajes.
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