El Papa envía un rosario a una ultrakirchnerista encarcelada
Francisco da un mensaje de apoyo a Milagro Sala y tensa aún más su relación con Macri
La relación entre el presidente de Argentina, Mauricio Macri, y el Papa Francisco, aumenta cuando faltan menos de dos semanas de que se vean las caras por primera vez desde que el político liberal asumiera la jefatura de Estado en diciembre pasado. El pontífice envió la semana pasada un rosario bendecido por él a Milagro Sala, una dirigente social ultrakirchnerista que este martes cumplirá un mes en prisión acusada de tumulto e instigación al delito tras organizar acampadas en plazas públicas en demanda de ayudas sociales. Después se sumaron otras acusaciones como desviación de fondos públicos. Macri ha respaldado la decisión judicial por la que fue detenida Sala, y en una entrevista con EL PAÍS incluso aplaudió a los jueces por su valentía.
Es un mensaje claro del Papa de apoyo a una dirigente que es considerada por Macri como lo peor del kirchnerismo. Y lo hace precisamente antes del viaje a Roma del presidente, con lo que le está pidiendo indirectamente que se mueva para liberarla antes de acudir a visitarlo. “Es un gesto de cercanía en estos momentos de detención, un gesto simbólico que señala la injusticia de la detención. Espero que el 27 de febrero ya esté libre”, señala Eduardo Valdés, exembajador kirchnerista ante el Vaticano.
El Gobierno de Macri ha reaccionado con sorpresa ante un asunto que se le está complicando mucho más de lo previsto. La relación entre Macri y Francisco empieza a ser un problema real. "Calculo que considera a Sala como una dirigente social que se ha dedicado a trabajar por los humildes, pero cuando una sabe que está rodeada de sospechas de cuestiones más complicadas también tiene que pensar que es una cuestión más controvertida”, aseguró la vicepresidenta, Gabriela Michetti, descolocada ante la noticia del apoyo del Papa.
En el macrismo hay cierto malestar con Francisco porque creen que es peronista y quería que ganara Daniel Scioli. Esta visita el 27 pretende acabar con esas rencillas, pero el asunto de Milagro Sala la dificulta si en estas dos semanas no se produce la liberación.
Una portavoz de Scholas Occurentes, una red mundial de escuelas impulsada por el Papa, confirmó a EL PAÍS que uno de los dos directores generales de esta entidad, Enrique Palmeyro, trajo “a título personal” el objeto de rezo enviado por Francisco desde Roma. Palmeyro se lo entregó a uno de los dirigentes de la organización que dirige Sala, Tupac Amaru, que acampan ahora en la Plaza de Mayo de Buenos Aires para reclamar su liberación. Cuando era arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio había visitado de incógnito la obra social de la Tupac Amaru en la provincia norteña de Jujuy y como Papa en 2014 recibió en Roma a su líder, un gesto claro de respaldo.
La Tupac Amaru que lidera Sala pasó de ser una organización de parados en la crisis argentina de 2001 a una que con fondos estatales construyó en los 12 años de kirchnerismo miles de viviendas, pequeñas fábricas, centros educativos y sanitarios y en el que trabajaban más de 6.000 personas. Sin embargo, su actividad siempre fue polémica por formar una especie de estado paralelo. El nuevo gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, aliado de Macri, acusa desde hace años a Sala de haber montado “un sistema de desvío de dinero público”.
Por eso, apenas asumió el poder en diciembre, se negó a seguir dando fondos a la Tupac Amaru y dijo que solo se los enviaría directamente a las 300 cooperativas que la integraban. Ante esa decisión, Sala organizó una acampada frente a la Casa de Gobierno jujeña y prometió multiplicar las protestas en otras plazas de la provincia y del resto de Argentina. Un juez jujeño la detuvo, Amnistía Internacional pidió su liberación y dos semanas más tarde, otro juez añadió otro motivo para su detención: la imputó por fraude a la administración pública, asociación ilícita y extorsión por la gestión de los fondos para viviendas sociales.
Pero el encarcelamiento despertó protestas callejeras de kirchneristas e izquierdistas en toda Argentina. El Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, crítico del kirchnerismo, opinó: "Si Milagro Sala tiene que responder a la justicia por otras cosas, que lo haga dentro del marco de la ley, como corresponde, pero no por protestas sociales, porque esto es criminalización”. También un columnista muy crítico con el kirchnerismo como Joaquín Morales Solá, de La Nación, atacó el arresto: “No es admisible que haya sido puesta presa primero y que luego se le hayan abierto varias causas, la de asociación ilícita, entre otras”.
Se montó incluso una acampada en la plaza de Mayo, frente al despacho de Macri. Por intercesión de la Iglesia católica, el número dos del Gobierno, Marcos Peña, recibió a principios de febrero a dirigentes de la Tupac Amaru en Buenos Aires.
El vínculo entre Francisco y la política argentina ha sido cambiante. Cuando Jorge Bergoglio era arzobispo de Buenos Aires, había mantenido una distante relación con los Kirchner. Sus críticas a la corrupción fueron interpretadas como dardos opositores durante diez años. Sin embargo, apenas ocupó el trono de San Pedro en 2013, este sacerdote porteño de simpatía peronista en su juventud y la entonces presidenta de Argentina, la peronista Cristina Fernández de Kirchner, dejaron atrás sus mutuos recelos y protagonizaron siete encuentros.
En cambio, el Papa, crítico del capitalismo, no llamó para fecilitar a Macri por su victoria electoral en noviembre pasado. Tuvo que ser el presidente argentino quien lo llamara en diciembre para felicitarlo por su cumpleaños. A partir de entonces comenzaron a organizar un viaje del presidente argentino al Vaticano para el 27 de febrero. Si Sala sigue en la cárcel para entonces, el encuentro se puede complicar.
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