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Macri invita al activismo social para luchar contra la inflación

El Gobierno argentino creará una app para que los ciudadanos busquen precios más bajos

Carlos E. Cué

La inflación es un mal endémico en Argentina que ha tumbado ya varios gobiernos en su historia. Era un problema enorme en toda América Latina que casi todos los países han logrado controlar menos Venezuela, que supera el 200% y según el FMI podría llegar al 700% en este año, y Argentina, donde el año pasado se colocó en un 25% y desde que Mauricio Macri llegó al Gobierno se ha disparado aún más, rondando o superando el 30% según los distintos cálculos. El nuevo presidente argentino y todo su equipo económico están muy preocupados con la inflación, han hecho de todo para intentar frenarla, sobre todo con presiones a los empresarios para que no suban injustificadamente los precios, pero nada parece dar el resultado esperado.

Macri, harto, acaba de optar por una fórmula novedosa: llama al activismo social, a la colaboración de los ciudadanos contra la inflación y los empresarios que abusan de la situación para aumentar sus beneficios. El presidente, que culpa de la inflación al anterior Ejecutivo de los Kirchner, acaba de anunciar que el Gobierno creará una aplicación para móviles en la que los supermercados estarán obligados a publicar todos sus precios actualizados y así los ciudadanos podrán decidir qué supermercado de su zona les conviene más.

"Le hemos pedido a todos los supermercadistas que publiquen en Internet los precios de los artículos que ellos venden, para que con una aplicación de celular cualquier argentino pueda chequear donde se encuentra el mejor precio y así defender su salario. Ahí estaremos todos controlando", aseguró el presidente en un acto precisamente en la cadena de supermercados COTO, una de las más conocidas. El Gobierno anterior también intentó sin éxito presionar a los supermercados, pero Macri cuenta con la fortaleza de que viene del mundo de las grandes empresas, tiene más apoyo internacional y además acaba de empezar su mandato con un  fuerte respaldo social.

Las distorsiones de precios en Argentina son descomunales, y todo depende del tipo de tarjeta que se use, del día en que se haga la compra, de manera que un producto puede valer un precio un lunes y la mitad un martes o puede haber variaciones inesperadas dentro de la misma marca que hacen imposible para una familia calcular cuánto se va a gastar en la compra. Todos los periódicos argentinos están llenos de publicidades de los supermercados con ofertas de enormes descuentos en función del día de la semana en que se compre. Nadie sabe ya realmente cuanto valen las cosas, y hay muchas, como la ropa o la tecnología, que están bastante más caras que en Europa o EEUU, por lo que muchos argentinos aprovechan sus vacaciones en el extranjero para hacer todo tipo de compras.

El caso paradigmático es el de la carne, producto estrella de cualquier menú argentino. Hasta el ministro de Economía, Alfonso Prat Gay, admitió la semana pasada que se había recorrido varios supermercados y se quedó sorprendido al ver que el kilo de asado -que no es el corte de carne ni mucho menos más caro- estaba a 140 pesos (10 dólares) cuando según los cálculos del ministerio debería rondar los 90 pesos (6,5 dólares). Nadie se hace responsable de esas subidas, mientras los ganaderos culpan a los supermercados e invitan a los clientes a acudir directamente al mercado central para comprar la carne.

De fondo hay una guerra muy fuerte entre el Gobierno y algunos grandes empresarios, precisamente el mundo del que viene Macri y algunos de los miembros de su Ejecutivo, con el que los macristas están cada vez mas decepcionados. "Aquí todo el mundo piensa en su bonus de beneficios a fin de mes y nadie tiene una mirada sobre el país, sobre el intento que estamos haciendo para cambiar las cosas", se queja un macrista que conoce bien al empresariado argentino.

Macri necesita resolver este problema cuanto antes porque si no baja la inflación no podrá hacer una negociación razonable de las subidas salariales de este año. Mañana tiene una reunión clave con los sindicatos, que están pidiendo aumentos de sueldos por encima del 30%, incluso el 35%. Los maestros de Buenos Aires, la primera negociación clave, amenazan con hacer huelga y que no arranquen los colegios públicos cuando toca, el 29 de marzo. Si Macri quiere evitar un marzo caliente necesita controlar la inflación y por eso está pidiendo ayuda a los ciudadanos. Aún así, el presidente ha admitido que este es un problema muy difícil de resolver en Argentina y que tardará al menos dos años en volver a una inflación de un dígito, similar a la del resto de países latinoamericanos. "Va a ser un camino que va a llevar de dos a tres años", aseguró.

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