Las dos incógnitas
Tras la derrota del kirchnerismo, dos enigmas se proyectan sobre la región: cómo pasará de una hegemonía al equilibrio, y cómo se relanzará la economía tras la receta populista
El kirchnerismo fue desalojado del poder. Los argentinos eligieron presidente a Mauricio Macri, de la coalición Cambiemos. Macri derrotó a Daniel Scioli, el candidato designado por Cristina Kirchner. Se abre ahora un proceso dominado por dos incógnitas. La primera: cómo será el pasaje de una hegemonía personalista a un sistema equilibrado de poder. La segunda: como se relanzará la economía luego del agotamiento de la receta populista. Estos enigmas se proyectan sobre toda la región.
La vida pública argentina enfrenta, entonces, un giro en su dinámica. Del ejercicio monopólico del poder pasa a un régimen en el que ningún actor puede orientar por sí solo la política
Macri logró revertir la derrota que había sufrido en la primera vuelta. De 34,15% pasó a tener 51,4% de los votos. Scioli, que había obtenido 37,08%, sacó en el balotaje 48,6%. La diferencia fue de apenas 2,8 puntos. La paridad impone una nueva dinámica política. En la anterior elección presidencial, en 2011, la señora de Kirchner había obtenido el 54% de los votos y superado por 37 puntos a quien la secundaba. Sólo por este desbalance fue posible su embestida autoritaria sobre la justicia y sobre la prensa. Desaparecida la amenaza de un rival competitivo, la presidenta no encontró otro límite que las reglas del sistema. Suele ocurrir con todos los caudillos.
La situación de Macri es muy distinta. Además de haber triunfado por escaso margen, buena parte de sus votos le es ajena. Expresa a quienes, sin haberlo elegido en el primer turno, le prefirieron sobre Scioli en el segundo. Ahora tendrá que conquistarlos. Además, los peronistas fueron derrotados, pero no aplastados. Seguirán controlando el Senado. Y la bancada más numerosa de diputados. Macri no tendrá en esa Cámara la mayoría. Es la primera vez que un presidente accede al poder con esa desventaja.
La vida pública argentina enfrenta, entonces, un giro en su dinámica. Del ejercicio monopólico del poder pasa a un régimen en el que ningún actor puede orientar por sí solo la política. El conflicto entre “ellos” y “nosotros”, que fue la estrategia de los Kirchner, debería dar lugar a la negociación y el acuerdo. La destreza del equipo político de Macri —su ministro del Interior y sus espadas parlamentarias— será tan relevante como el profesionalismo de sus funcionarios económicos.
Este es el desafío inmediato del nuevo presidente: debe liderar un reordenamiento de la economía desde una base política acotada. La señora de Kirchner deja un gran desaguisado. La inflación ronda el 25% desde hace años. La actividad está estancada y aumenta el desempleo. El país no ha salido de la cesación de pagos con los acreedores externos. El mercado de cambios está intervenido. Entre el dólar oficial y el paralelo hay una brecha del 70%. El Banco Central sigue emitiendo para solventar un déficit de siete puntos del producto. A estos desajustes endógenos se sumaron en el último año la caída en el precio de la soja y la recesión de Brasil, el principal socio comercial de la Argentina. El éxito de Macri depende de su habilidad para persuadir al peronismo, sobre todo a sus gobernadores, de que sólo a través de algunos ajustes se podrá ordenar la vida material de la Argentina. Será una negociación interesante: los problemas a solucionar fueron creados por un Gobierno peronista.
El próximo 10 Macri asumirá la presidencia. Se sabrá a partir de entonces si, a escala regional, su Gobierno es un espejo que adelanta.
La transición que iniciaron los argentinos cobija proyecciones internacionales. Puede tener consecuencias en Brasil, donde la estabilidad de Dilma Rousseff sigue en tela de juicio. En Venezuela, que celebrará elecciones decisivas el 6 del mes que viene. En Ecuador, que está desfinanciado por la caída de los precios del petróleo. En Bolivia, donde Evo Morales irá en febrero próximo a un referéndum por su reelección. No en vano Lula da Silva recorrió la provincia de Buenos Aires apoyando a Scioli. No en vano Scioli recibió asesoramiento de Vinicio Alvarado, el cerebro de las campañas negativas de Rafael Correa.
Contra este telón de fondo se recortan dos anuncios de política exterior. Macri ratificó que romperá el entendimiento con Irán para negociar la investigación del atentado contra la mutual judía AMIA, que sigue impune desde hace 21 años. También prometió pedir la suspensión de Venezuela en el Mercosur por los agravios de Maduro al sistema democrático. Un nuevo test para Rousseff. Los opositores al chavismo respondieron el mensaje: varios de ellos llegarán a Buenos Aires para entrevistarse con dirigentes de Cambiemos. El próximo 10 Macri asumirá la presidencia. Se sabrá a partir de entonces si, a escala regional, su Gobierno es un espejo que adelanta.
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