Vivir cada día con molestos controles

Octava entrega del diario de la enviada especial de EL PAÍS con sus impresiones sobre la vida en Bagdad

¿He hablado ya de los controles? Tengo la impresión que a los iraquíes les molestan más los puestos de control que los ocupantes, aunque los unos son consecuencia de los otros. Qué perdida de tiempo y de paciencia. Además está prohibido utilizar el móvil mientras los cruzas. Como no queda otra, me dedico a observar los procedimientos y así he descubierto el último 'juguete' de las fuerzas de seguridad iraquíes.

Se trata de un detector de explosivos y armas. El aparatito tiene una especie de antena que vibra cuando sus sensores descubren trazas de explosivo. Como un zahorí, el agente enc...

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¿He hablado ya de los controles? Tengo la impresión que a los iraquíes les molestan más los puestos de control que los ocupantes, aunque los unos son consecuencia de los otros. Qué perdida de tiempo y de paciencia. Además está prohibido utilizar el móvil mientras los cruzas. Como no queda otra, me dedico a observar los procedimientos y así he descubierto el último 'juguete' de las fuerzas de seguridad iraquíes.

Se trata de un detector de explosivos y armas. El aparatito tiene una especie de antena que vibra cuando sus sensores descubren trazas de explosivo. Como un zahorí, el agente encargado del ingenio pasa junto a tu coche, sin ni siquiera mirarte, concentrado en la caja negra que tiene entre las manos. Y todos pendientes de la antena. No la he visto vibrar nunca, pero Abbas que como estuvo en el Ejército con Saddam se considera una autoridad en estos asuntos, levanta las cejas escéptico.

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Al parecer, la antenita de marras no sólo se emociona con la pólvora sino también con las colonias fuertes. Circula una historia apócrifa de un atildado iraquí al que el detector puso en evidencia. La verdad es que yo, advertida de que a los islamistas radicales no les gusta el perfume, evito ese riesgo. Claro que cuando te han manoseado de arriba abajo siete veces en 500 metros, cualquiera sabe a qué huele una.

Lo del manoseo me pasó ayer cuando acudí a una conferencia de prensa en el hotel Al Rashid, dentro de la denominada Zona Internacional. Primero la acreditación y el bolso. Luego la acreditación y el pasaporte. Primer cacheo. Ahora deje aquí sus cosas y espere afuera mientras las olfatea el perro. Segundo cacheo... Para los iraquíes es un calvario diario. No entiendo para que pasamos tanto escáner corporal y tanto control biométrico si al final la única forma de descartar que seamos terroristas es el cacheo tradicional (y a conciencia).

"Con un registro bien hecho en la puerta de entrada valdría", concede un experto, "pero entre la corrupción y que los iraquíes no se fían unos de otros, se han multiplicado los filtros". Tal vez ésa sea la explicación par la variedad de nacionalidades que les acompaña en los accesos a la Zona Verde. Hay ugandeses, peruanos, fiyianos y no sé de cuántos países más, que todo lo que conocen de Irak son sus puestos de control.

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Un niño iraquí observa a un militar estadounidense en Bagdad.FRANCE PRESS

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