Rebeca Atencia, la veterinaria gallega que salva chimpancés víctimas de la caza en Tchimpounga
Mano derecha de la etóloga Jane Goodall, dirige el mayor centro de rescate de primates de África
Desde muy pequeña, la veterinaria gallega Rebeca Atencia (Ferrol, 46 años) deseó con fuerza salvar al mundo. Hoy es la directora del Instituto Jane Goodall en el Congo. Amaba la naturaleza, los pájaros, los árboles. Quería proteger a los animales de los peligros de la civilización. Un suceso le cambió la vida: el incendio de las plantaciones de eucaliptos de Serantes, a las afueras de la ciudad, donde jugaba con sus hermanos. Jaime, su amigo el guardabosques, mostró a los ...
Desde muy pequeña, la veterinaria gallega Rebeca Atencia (Ferrol, 46 años) deseó con fuerza salvar al mundo. Hoy es la directora del Instituto Jane Goodall en el Congo. Amaba la naturaleza, los pájaros, los árboles. Quería proteger a los animales de los peligros de la civilización. Un suceso le cambió la vida: el incendio de las plantaciones de eucaliptos de Serantes, a las afueras de la ciudad, donde jugaba con sus hermanos. Jaime, su amigo el guardabosques, mostró a los niños los animales que había rescatado: crías de zorro y de águila que había podido salvar de las llamas. Aquello impactó hondamente en la niña Rebeca y le mostró un camino en la vida que habita con pasión. “Sentía una necesidad enorme de hacer algo por los animales. Quería ayudarlos como había hecho Jaime”, cuenta en un parque a las afueras de Madrid.
Atencia, ojos grandes, sonrisa luminosa, es tan tierna como decidida. Al estar a su lado es fácil percibir una fuerza y una determinación asombrosas, pero también la inocencia de quien tiene el corazón conmovido. La niña que habita en ella, la que supo a los nueve años que quería ser veterinaria, asoma en todo momento. Y aparece para insistir en que su historia rescatando grandes simios en la jungla estaba marcada desde aquel llamado infantil. Muchos le preguntan cómo acabó en África salvando chimpancés. No fue una decisión de un día para otro, les dice. Fue su camino en la vida. Mientras estudiaba, se esforzó por trabajar en zoos, en safaris, en centros de rescate. En 2005 se fue al Congo para colaborar con una ONG en la reintroducción de chimpancés huérfanos. Allí vivió en soledad en una pequeña cabaña, entregando su vida a los animales. Para ella, era una suerte vivir en la jungla como Jane Goodall o Dian Fossey, sola y rodeada de chimpancés. Fue allí donde se cruzó con la propia Goodall. Ambas hicieron clic. A Goodall Rebeca le recordó a ella misma a esa edad, persiguiendo su propio sueño. La primatóloga británica se quedó impresionada con aquella joven “que no tenía miedo de trabajar duro y podía vivir sin las comodidades básicas de la vida”, escribe en su propia web. En la selva se sentía completamente en su hogar. Y Goodall supo verlo. De hecho, le ofreció inmediatamente dirigir el mayor centro de rehabilitación de chimpancés en África, el centro de Tchimpounga. Desde entonces se ha dedicado a rescatar, cuidar y salvar chimpancés víctimas de la caza furtiva y el tráfico ilegal.
La veterinaria es la mujer de camisa militar que está junto a Jane Goodall en el vídeo, ya viral, del abrazo de Ulengue. En él puede verse a aquel chimpancé rescatado abrazar a Goodall tras salir de la jaula, antes de adentrarse en la selva. Es un momento estremecedor. El mismo animal que se emociona al despedirse salta también a los brazos de Atencia, su rescatadora. Fue ella quien lo atendió cuando llegó al centro de rescate, apenas un bebé. Estaba extremadamente deshidratado, desnutrido y deprimido y ella se ocupó de él hasta que pudo crecer y regresar a la selva. Atencia vive ahora a caballo entre el Congo y Madrid, donde se ha instalado para enfocarse en sus labores de búsqueda de financiación, además de darle a su hijo la oportunidad de tener una infancia más normalizada, sin perder la esencia de crecer libre y salvaje.
En la ciudad, viste con ropa de montaña y se mueve en un coche desvencijado, que maltrata como a sus jeeps por los caminos africanos. Su hijo se llama Kutu, como un chimpancé al que había curado y con el que estableció una relación muy especial. Aquel animal le salvó la vida, rescatándola de un ejemplar violento que le mordió gravemente en la cabeza. Mientras notaba caer la sangre por las mejillas, pensó que moriría allí mismo. Maldijo el estar allí, perdida en la selva. Se preguntó que quién le mandaría haberse ido tan lejos a salvar animales salvajes que terminarían por matarla. Pero Kutu, su chimpancé amigo, apareció de la nada y le facilitó la huida. Recuerda que la miró diciéndole: vete, tienes un segundo para largarte.
Atencia ha trabajado con Juan Luis Arsuaga para investigar la tecnología de reconocimiento facial que el paleontólogo ha desarrollado en Atapuerca e implementarla en la protección de chimpancés. Él y su equipo le enseñaron a utilizar programas que escanean un objeto a partir de fotos y proporcionan una imagen tridimensional. Esta tecnología, la fotogrametría, es la que usan en las excavaciones para tener una imagen 3D del yacimiento. Con las caras de los primates digitalizadas, podrán cruzarlas con un algoritmo que desarrolla la Universidad de California y reconocer a los primates en la selva mediante cámaras. El objetivo es que no caigan víctimas de la caza furtiva.
Arsuaga y ella se conocieron cuando la Sociedad Geográfica Española le concedió el Premio Nacional y el paleontólogo la llamó después para entrevistarla en su programa de Radio Nacional. A él le interesan mucho los primates y siempre le consulta sobre un montón de cuestiones. El padre de Atapuerca, que contesta por correo electrónico, resalta su coraje y su capacidad para dirigir equipos. Muchos la señalan como la sucesora de Jane Goodall, pero ella le saca hierro al asunto. Dice que Jane es única, que ha inspirado su vida, que es un honor estar cerca de ella. Y regresa a sus amados chimpancés porque, insiste, salvarlos a ellos es salvarnos a nosotros mismos.
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