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Las memorias paralelas del rey Juan Carlos

Felipe VI ha rebajado el nivel de desconexión de la monarquía y se ha alejado de su padre

El libro aún no ha llegado a España pero me he leído todo lo que ha caído en mis manos, empezando por la imperdible entrevista de Charles Jaigu para Le Figaro traducida y publicada por este periódico. Al periodista extranjero la figura del rey emér...

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El libro aún no ha llegado a España pero me he leído todo lo que ha caído en mis manos, empezando por la imperdible entrevista de Charles Jaigu para Le Figaro traducida y publicada por este periódico. Al periodista extranjero la figura del rey emérito le recuerda a Lear, por aquello de haber sido “abandonado por los suyos”. A mí se me ocurre que las diferencias con Lear son importantes porque a Juan Carlos sus hijos no le han traicionado, sino que lo han echado por ser un peligro para la institución que representa. En lo que sí coincido es en que se trata de un personaje trágico y me pregunto por las consecuencias que su tragedia ha tenido para el reino.

Lo de trágico lo comprendí el día que escuché el podcast XRey, creado en 2020 por Eva Lamarca y Álvaro de Cózar. Hay un momento en el episodio titulado ‘Secreto’ en el que se explica que Juan Carlos empuñaba el arma que mató por accidente a su hermano Alfonso, de 14 años, cuando él tenía 18. Don Juan, el padre, se deshizo de la pistola arrojándola al mar, ningún forense examinó el cadáver y el régimen dijo que Alfonso se había disparado accidentalmente limpiando su pistola. El accidente es trágico, pero estas circunstancias lo hacen aún más duro.

Estas circunstancias me ayudan a explicarme algunos fragmentos de sus memorias y a que dé la impresión de que vive fuera del mundo. Como cuando dice de Franco: “Le respetaba enormemente, apreciaba su inteligencia y su sentido político. (…) Nunca dejé que nadie lo criticara delante de mí”. Publica esto el emérito en un momento de auge de la ultraderecha en Europa y de necesidad radical de memoria y juicio democrático. Habla así de Franco y parece que en la España franquista que él conoció no había fusilamientos, no había represión, no había discriminación, no había exilio… Por alguna razón, todo esto no entró en la mirada del emérito, no pudo verlo.

Creo que Juan Carlos vivió separado de la realidad desde mucho antes de ser proclamado rey. Un poco como la María Antonieta de Sofia Coppola, pero sin pelucas ni tacones. A mí, vivir ajeno a la realidad me parece una tragedia, un precipicio a la soledad más absoluta que es quizá la que atraviesa ahora el emérito. Lo de que su mascota en Abu Dabi sea un loro mudo me parece el correlato más eficaz y doloroso de este aislamiento. Lo siento por él, pues la ausencia de realidad es una condena. Y por todos nosotros, porque la prueba de que un país es un país antiguo es precisamente que mantiene estructuras políticas separadas de la realidad. En ese sentido, creo que su herencia aún está presente y que queda mucha pelea dentro y fuera de la monarquía para pegar la política y las instituciones a la realidad.

Felipe VI, nuestro actual rey, ha conseguido rebajar el nivel de irrealidad de la monarquía y se ha alejado sabiamente de su padre porque, para cualquier persona conectada con la vida, la de Juan Carlos fue una monarquía delirante. Por eso, a punto de cumplir el 50º aniversario de la monarquía parlamentaria, creo que hemos de agradecer la cordura de Felipe VI. Pues por encima de república o monarquía, conviene distinguir en estos tiempos entre la cordura y el delirio. Como republicana, se me hace raro escribir esto, pero celebro tener un rey que al menos está aquí, en lo real.

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