Roban y salen corriendo
La moderna policía del lenguaje políticamente correcto anda al acecho de todo lo que se menea, en juicio sumarísimo
Circuló mucho durante el franquismo una anécdota ocurrida en uno de los festivales de Navidad que se celebraban cada año en el teatro Calderón, de Madrid, en presencia de la esposa del dictador. En aquellos actos benéficos, transmitidos por TVE, actuaban las grandes glorias musicales de la época, entre las cuales un jovencísimo Raphael solía cantar El pequeño tamborilero (ropopompom). La memoria de los españoles d...
Circuló mucho durante el franquismo una anécdota ocurrida en uno de los festivales de Navidad que se celebraban cada año en el teatro Calderón, de Madrid, en presencia de la esposa del dictador. En aquellos actos benéficos, transmitidos por TVE, actuaban las grandes glorias musicales de la época, entre las cuales un jovencísimo Raphael solía cantar El pequeño tamborilero (ropopompom). La memoria de los españoles de entonces guardará aún lo que se asegura había comentado un narrador de radio al empezar el acto: “En estos momentos hace su entrada en el palco la esposa del Generalísimo, doña Carmen Polo de Franco. Los músicos se ponen de pie con el instrumento en la mano. El musical, se entiende”.
Tal vez la primera descripción (“con el instrumento en la mano”) habría pasado inadvertida para muchos si no se hubiera añadido nada más, pero la aclaración obligaba a todos a darse cuenta del doble sentido. El autor temió el malentendido, y quiso ponerse la venda antes que la herida. Para su suerte, no había entonces redes sociales.
Una frase también de doble sentido insospechado para quien la pronuncia se oyó durante el partido Marruecos-España del pasado Mundial, cuando Juan Carlos Rivero, de TVE, describía la actitud de los jugadores magrebíes en su afán por arrebatar el balón a los españoles y montar con velocidad el contraataque: “Los marroquíes roban y salen corriendo”. Lo cual desató iras en las redes. Así que en el Marruecos-Portugal el narrador la repitió, con una aclaración inmediata: “Es un término estrictamente futbolístico, quien lo quiera sacar de quicio que se mire el cerebro”.
El verbo “robar”, como saben los aficionados, refleja en el fútbol (y antes en el baloncesto) la acción de quitar la pelota al rival. Pero la moderna policía del lenguaje políticamente correcto anda al acecho de todo cuanto se menea. Por ejemplo, el exvicepresidente Pablo Iglesias reaccionó pidiendo que TVE despidiera al locutor de forma sumarísima, como se deduce de lo que escribió en Twitter: “Si hubiera decencia en RTVE, el señor que ha dicho ‘los marroquíes roban y salen corriendo / es un término futbolístico / quien lo saque de quicio tiene un problema’ no debería volver a trabajar en la televisión pública. Y así Vox, PP y Cs tenían independiente para su moción”.
Hay que ver, una afirmación de doble sentido en la que puede incurrir cualquiera sin darse cuenta y una aclaración bienintencionada (y quizás de lógico enfado) acaban situando a un periodista deportivo como candidato de la derecha en una moción de censura. Y luego los unos se quejarán de los excesos de los otros.
El pobre Rivero ya se había visto en un partido anterior en otra situación comprometida, como recogió luego el divertido Juan López Córcoles en la SER (Si amanece nos vamos). Con Iker Casillas a su lado, que se había retirado del fútbol por un infarto, el locutor empezó a decir esta frase: “Este partido no es apto para…”. Ahí se paró, y remató como pudo: “… Para corazones débiles”.
Todos nos equivocamos, pero da la impresión de que Pablo Iglesias y otros tuiteros no distinguen entre dos tipos de fallos muy diferentes: los errores de quienes no saben que se están equivocando y las acciones antiéticas o negligentes que se ejecutan a conciencia. La frase de Rivero no entra ni siquiera en el primer capítulo, porque resultaba pertinente para el deporte que narraba y se habrá dicho antes en decenas de partidos. Lo que debemos preguntarnos es qué prejuicios actúan para que solamente se interprete como ofensiva si se refiere a los marroquíes.