Una cita de veracidad dudosa

Se atribuye al filósofo George Steiner la frase “lo que no se nombra no existe”, afirmación lingüísticamente falsa

George Steiner en Jerusalén, Israel, el 5 de enero de 2005.Lior Mizrahi (Getty Images)

Circula desde hace años una aseveración atribuida a George Steiner (1929-2020) según la cual “lo que no se nombra no existe”. Pero albergo dudas sobre su autenticidad, pese a que integrantes del actual Gobierno y otras personas relevantes se la adjudican con frecuencia a ese filósofo cuando hablan sobre lenguaje sexista y defienden dupli...

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Circula desde hace años una aseveración atribuida a George Steiner (1929-2020) según la cual “lo que no se nombra no existe”. Pero albergo dudas sobre su autenticidad, pese a que integrantes del actual Gobierno y otras personas relevantes se la adjudican con frecuencia a ese filósofo cuando hablan sobre lenguaje sexista y defienden duplicaciones como “ciudadanos y ciudadanas” o “niños y niñas”.

Para empezar, desconfío de la cita porque en ninguna de esas abundantísimas menciones se detalla dónde y cuándo escribió eso Steiner. Después de horas y horas de búsqueda en bibliotecas y en internet, sólo he hallado dos referencias precisas al origen: en un artículo que firma una estudiante de grado de la UNED publicado en diciembre de 2020 en el número 31 de una revista sobre educación social, y en un trabajo sobre “el impacto de género” elaborado para un posgrado en 2021. Ambos textos remiten a la página 199 de la edición de Lenguaje y silencio publicada por Gedisa en 1976. Pero he releído este libro para comprobarlo y no he encontrado la frase en cuestión ni en esta página ni en ninguna otra.

Por otro lado, me parece extraño también que esa oración, cruzada con “Steiner”, ofrezca esta semana en Google 6.240 casos en español (44.500 sin el apellido), mientras que en francés (su idioma materno) la afirmación ce qui n’est pas nommé n’existe pas y el apellido Steiner sólo proporcionan 68 resultados (1.830 sin su nombre), ninguno en Google Libros; y en inglés (lengua en la que escribió casi toda su obra), what is not named does not exist apenas da 96 casos (977 sin el cruce con el apellido), con una sola mención conjunta en Google Libros. Y en ambos idiomas muchos de esos registros son traducciones del español. Por tanto, la supuesta cita de Steiner ha triunfado en el mundo hispano, pero apenas en inglés y francés.

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Además se trata una afirmación que no parece casar con el pensamiento del filósofo, quien escribió que “sólo en los textos triviales o de circunstancias, la suma del significado es la suma de las partes” (Le sens du sens, 1988, página 62). En efecto, a menudo el sentido de lo que decimos expresa mucho más que el grupo de palabras pronunciadas, merced a los sobrentendidos, las presuposiciones, las insinuaciones, las connotaciones, las implicaturas: se puede decir sin decir.

“Lo que no se nombra no existe” puede valer, por ejemplo, si hablamos de algo que se censura. Ahí el aserto es aceptable: lo que se oculta no existe para quien lo desconoce (no así para quien lo veta). Pero en cuanto a la aplicación habitual de la frase en el lenguaje público de hoy, no sólo aquello que no se nombra sí existe, sino que además se percibe a través de los mecanismos de comprensión del propio lenguaje. Por ejemplo, la frase “mañana viene Eutimio; esconde el whisky”, comunica más de lo que expresa la suma de sus palabras. Si hablamos del globo “terráqueo”, incluimos el mar, porque la Tierra abarca la tierra y el agua, aunque esta no se mencione. La locución “violencia de género” no especifica ninguno en concreto, pero entendemos de qué género se habla. De igual modo, la afirmación “en África hay hienas, cebras y jirafas” incluye a los ejemplares machos sin que sea preciso nombrarlos; a las ofertas para los viajeros se apuntan las viajeras, y el Estatuto de los Trabajadores no deja sin derechos a las trabajadoras.

Por tanto, no se puede sostener literalmente y para todos los casos que “lo que no se nombra no existe”. Quizás lo dijera Steiner, aunque yo desconfíe de que sea cierto. Pero si lo hizo, estaba equivocado.


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Steiner falleció en 2020, y no en 2000. La errata ha sido corregida gracias al aviso del lector Ralf Uno.



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