Sondeo inclusivo
El 95% de los consultados por Metroscopia entiende que el genérico “los alumnos” engloba a los dos sexos
El lenguaje duplicativo que excluye el genérico choca con algunos problemas a la hora de llevarlo a la práctica habitual de millones de hispanohablantes.
En primer lugar, se topa con la dificultad de encadenar concordancias en oraciones largas. Por ejemplo: “Estuvieron en nuestro albergue unos huéspedes y unas huéspedas alemanes y alemanas que fueron muy simpáticos y muy simpáticas y que se marcharon contentos y contentas tras mostrarse muy agradecidos y agradecidas con nosotros y nosotras por los días en que los alojamos y las alojamos”. A ese extenuante esfuerzo de concentración que s...
El lenguaje duplicativo que excluye el genérico choca con algunos problemas a la hora de llevarlo a la práctica habitual de millones de hispanohablantes.
En primer lugar, se topa con la dificultad de encadenar concordancias en oraciones largas. Por ejemplo: “Estuvieron en nuestro albergue unos huéspedes y unas huéspedas alemanes y alemanas que fueron muy simpáticos y muy simpáticas y que se marcharon contentos y contentas tras mostrarse muy agradecidos y agradecidas con nosotros y nosotras por los días en que los alojamos y las alojamos”. A ese extenuante esfuerzo de concentración que se exige al hablante se habría de unir la inagotable paciencia de quien estuviera a la escucha.
Otra dificultad se halla en la imposibilidad de modificar la ingente cantidad de ejemplares escritos hasta hoy con las reglas gramaticales vigentes, entre ellos las obras maestras de nuestra cultura. Y tantas canciones, obras de teatro, películas, cuentos populares, refranes…
Por su parte, el pretendido morfema e que se ofrece como nuevo genérico también precisaría de un esfuerzo mental tremendo, y su uso arrojaría dudas de comprensión en una multitud de vocablos masculinos específicos que ya forman sus plurales con esa letra, como “profesores”, “jueces”, “jugadores”, “estudiantes”, “actores”, “jefes”, “directores”, “concejales”, “criminales”, “conserjes”, “bedeles”, “bebés”, “hablantes”, “militares”… De tal modo que el triplete “niños, niñas, niñes” no serviría en “locutores, locutoras, locutores”, pues de nuevo coincidirían en su forma el significante del genérico y el del masculino. En tales casos, habríamos de fiar la interpretación al contexto, lo cual no supondría un gran avance respecto de los demás genéricos. (Por cierto, sería mejor denominarlos “genéricos”, y no “masculinos genéricos”, pues coinciden con el masculino en el significante pero no en el significado; lo mismo que pasa si decimos “la cartera que me trajo el paquete se dejó la cartera”).
A menudo se oye en el discurso público que las mujeres no se sienten incluidas en el genérico actual. La única herramienta para comprobarlo son los sondeos basados en muestras representativas, un método similar al que damos por bueno en la vida cotidiana cuando una cucharada de sopa nos informa sobre el sabor que tiene todo el contenido del plato.
Pues bien, la empresa Metroscopia ha elaborado un sondeo que arroja alguna luz acerca de este asunto. La muestra se tomó el 28 de marzo, dentro de la secuencia semanal El pulso de España que distribuye a sus clientes. Se preguntó a 1.000 personas representativas de la realidad nacional, con un margen de error para los datos globales de +/- 3,1 puntos.
A los consultados se les planteó si al oír “los niños” o “los alumnos” entienden que se incluye a los dos sexos. El 95% respondió que sí. De entre ellos, los votantes del PSOE contestaron afirmativamente en un 92%; los del PP, en un 99%; los de Ciudadanos, en un 93%; los de Vox, en un 98%, y los de Unidas Podemos bajaron a un 84% (bastante alto, sin embargo).
Las duplicaciones le parecen bien a un 33%, y mal al 55%. Y únicamente un 14% apoyó el uso del morfema e (apenas un 32% entre votantes de Podemos).
Ahora bien, las críticas a la ingeniería inclusiva no impiden que apoyemos las duplicaciones moderadas como sistema para denunciar en el discurso público la discriminación de las mujeres, mientras siga existiendo. Las razones extralingüísticas le dan sentido a eso, sí; pero ya se ve que las lingüísticas no.
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