El socialismo y la democracia

En el Congreso del PSOE están presentes las distintas almas del socialismo español

Foto de familia del Consejo Político Federal del PSOE, este viernes en Valencia.Rober Solsona (Europa Press)

La izquierda pierde su sentido si no se reconsidera en cada momento. Su sentido principal es cambiar el statu quo, pero ello conlleva muchas más exigencias y críticas que conservarlo; tal vez por ello la izquierda sea tan inconformista consigo misma y, en ocasiones, es acusada de “traición a los principios”. Esta reflexión corresponde al sociólogo José María Maravall, uno de los principales teóricos del socialismo español, en su último libro ...

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La izquierda pierde su sentido si no se reconsidera en cada momento. Su sentido principal es cambiar el statu quo, pero ello conlleva muchas más exigencias y críticas que conservarlo; tal vez por ello la izquierda sea tan inconformista consigo misma y, en ocasiones, es acusada de “traición a los principios”. Esta reflexión corresponde al sociólogo José María Maravall, uno de los principales teóricos del socialismo español, en su último libro (La democracia y la izquierda, Galaxia Gutenberg), que ha sido publicado pocos meses antes de los trabajos teóricos para el 40º Congreso del PSOE, que se celebra este fin de semana.

Este cónclave se desarrolla en un contexto muy diferente a los anteriores. En primer lugar, en medio de un renacimiento de la socialdemocracia, que ha ganado las elecciones en Alemania y está gobernando en el norte de Europa y en España y Portugal. Segundo, con un partido orgánicamente pacificado después de las tensiones pasadas. Por último, con un Ejecutivo y un grupo parlamentario que han tenido que ponerse las “anteojeras bipartidistas” (Maurice Duverger) para administrar el país en el seno de un Gobierno de coalición.

La ponencia marco —un documento de 304 páginas a un espacio, publicado en la página web del PSOE— traza un parteaguas: hasta 2017 el socialismo español definía la justicia social como una lucha por la igualdad de oportunidades a través de los mecanismos redistributivos del Estado de bienestar. El nuevo proyecto parte de la afirmación de que las sociedades desarrolladas son cada día más desiguales porque antes del proceso de redistribución, en la propia realidad de la producción, el capital se está llevando la mayor parte de las rentas y aumenta la polarización entre una minoría a la que las cosas le van bien, y una mayoría que se ha estancado o retrocedido. Así, la lucha contra la desigualdad, sin abandonar la consolidación del Estado de bienestar, se ha convertido en un elemento central de la política.

Es muy sugerente comparar transversalmente esta ponencia —a la que en el congreso se le añadirán innumerables enmiendas— con algunos de los dilemas que sugiere Maravall en su libro. Por ejemplo, para muchos el socialismo es el heredero legítimo de un liberalismo que se toma en serio sus principios; para otros muchos, el socialismo es el antagonista del liberalismo. ¿Cómo es posible que se puedan defender ambas posiciones en el seno del mismo partido? Las dos almas del socialismo. Hay socialistas que defienden que, en definitiva, el socialismo es la profundización de la democracia. La defensa de los principios heredados del liberalismo se ha ejercido, de forma sistemática, a partir del programa de Bad Godesberg del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), en noviembre de 1959, dirigido por Willy Brandt. Otro de los popes del socialismo, el austriaco Bruno Kreisky, decía: “El socialismo es democracia, ilimitada en los aspectos político, económico y social”.

Hay elementos muy oportunos de la ponencia marco. Por ejemplo, frente a la escasa reflexión de la socialdemocracia sobre las consecuencias de la internacionalización de la economía (que se manifestó en su nulo papel de alternativa en los años de la Gran Recesión), hay una propuesta de una nueva versión de la globalización: debe ser gobernada ante la evidencia de que la existente ha multiplicado los perdedores y no es un proceso beneficioso por definición. Al mencionar a los sectores que están en la cúspide de la clasificación social no se nombra como en el pasado a los bancos o las multinacionales en general, sino a los fondos de inversión y las grandes empresas tecnológicas que han dado lugar al “capitalismo de vigilancia”.

Prácticamente al tiempo que el Congreso del PSOE, se ha oficiado la Universidad de Otoño de Unidas Podemos y la convención del PP. Si se entra en sus páginas web se verá en la primera un manifiesto titulado Defender lo logrado, ir a por más, y absolutamente nada en la del PP, a pesar de que su reunión se titulaba Una semana por las ideas.

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