El modelo es Johnson, no Roosevelt
El presidente tejano pasó a la historia por Vietnam, no por sus esfuerzos sociales y civiles
Muchos analistas opinan que la presidencia de Joe Biden ha colapsado a los siete meses de su mandato por la aparatosa victoria del extremismo talibán en Afganistán sobre las fuerzas americanas y sus aliados. Lo que hasta ese momento se definía como un “momento Roosevelt” en la acción política de Biden (una política económica y social que, para entendernos, se podía considerar cercana a l...
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Muchos analistas opinan que la presidencia de Joe Biden ha colapsado a los siete meses de su mandato por la aparatosa victoria del extremismo talibán en Afganistán sobre las fuerzas americanas y sus aliados. Lo que hasta ese momento se definía como un “momento Roosevelt” en la acción política de Biden (una política económica y social que, para entendernos, se podía considerar cercana a la socialdemocracia) ha devenido en un “momento Johnson”, en referencia al trigesimosexto presidente de EE UU, Lyndon B. Johnson (desde 1963 a 1969), cuyos extraordinarios esfuerzos en materia de derechos civiles y sociales quedaron desdibujados por el desastre de la guerra de Vietnam (había, en aquel periodo, cerca de 500.000 soldados americanos en el pequeño país asiático y unos 30.000 cayeron en combate).
Sepultado por el mito de Franklin Delano Roosevelt, gran héroe de la Gran Depresión y de la victoria de la II Guerra Mundial contra el fascismo, que murió con las botas puestas, LBJ soportó la guerra de Vietnam en medio del peor escenario posible: la rebeldía estudiantil del año 1968, con los campus universitarios incendiados y con el mito del Che Guevara (que había sido asesinado un año antes en Bolivia) en las manifestaciones de todo el mundo de aquel año mágico, bajo el eslogan de “Crear dos, tres, muchos Vietnam”. Para mayor confusión, en 1968 fueron asesinados el líder de los derechos civiles Martin Luther King y Robert Kennedy (hermano del presidente John F. Kennedy, que se había postulado como próximo presidente estadounidense).
Como vicepresidente, LBJ sustituyó en la presidencia al primer Kennedy, cuando este fue asesinado el 22 de noviembre de 1963, en Dallas. No perdió el tiempo desde que juró su cargo en el Air Force One. En vez de volver a las esencias de un new deal inacabado, Johnson puso en circulación el concepto de Gran Sociedad (Great Society), una nación en la que la igualdad de oportunidades y una alta calidad de vida llegasen a ser patrimonio de todos los norteamericanos. Bajo el paraguas de Gran Sociedad se arropaba un conjunto de programas de reforma social cuyo objetivo principal era la eliminación total de la pobreza (que pasó del 23% de la ciudadanía al 12% en esos años) y de la discriminación racial. Se aprobaron el seguro de salud para los ancianos (Medicare) y para los pobres (Medicaid), que fueron las mancuernas del pequeño Estado de bienestar de EE UU. Hubo incrementos del gasto público en sectores como la educación (componente esencial del sueño americano), la sanidad, la ordenación urbana, el medio rural, el transporte público, el medio ambiente y la inversión en infraestructuras.
En el año 1964, LBJ impulsó las importantísimas leyes de derechos civiles —que prohibían la discriminación racial en establecimientos públicos y en cualquier empresa o institución que recibiera fondos federales— y de derecho al voto, que prohibió la segregación del voto en las elecciones y dio voz a millones de negros del sur para que votasen por primera vez en varios Estados que no lo permitían. En el 50º aniversario de esta legislación, Barack Obama, el primer presidente negro de EE UU, se señaló a sí mismo como uno de los beneficiarios de esa medida: “Estas normas me abrieron las puertas, es por ellas que estoy hoy aquí. Millones de personas de mi generación recogimos el testigo que él [LBJ] nos tendió y tenemos una deuda que pagar”. LBJ también activó la ley de control de armas, como respuesta a los asesinatos de los dos Kennedy, de Luther King y del líder negro Malcolm X.
Pese a todo ello, el vector Vietnam fue el eje dominante en los años de Johnson y es el mayor recuerdo que ha quedado de él. Si no hubiera sido por ese desastre bélico, que culminó en 1975, el rudo Johnson hubiera formado parte de la lista de los mejores presidentes americanos por sus cinco años de actividad legislativa. Su falta de popularidad lo convenció de no presentarse a la reelección presidencial y retirarse a su rancho tejano.
A tener en cuenta por la Administración de Biden-Kamala Harris.
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