Andrew Garfield: “De repente fallecen tus padres, te llega una crisis y las prioridades cambian”

El actor californiano estuvo en San Sebastián para presentar ‘Vivir el momento’, estrenada en enero, y tuvo tiempo para hablar de cine, turismo gastronómico y capear la crisis de los 40

Andrew Garfield posa en San Sebastián para ICON. Viste chaqueta Pikol y lleva su propio reloj Omega.Antonio Macarro

Cualquiera arquearía la ceja al escuchar a un quejumboroso Andrew Garfield hablar de la crisis de los 40. El actor californiano no aparenta los 41 años que cumplió el pasado agosto, pero uno de los regalos que se hizo para pasar el trago fue una semana en el festival de cine de San Sebastián: siete días de surf y restaurantes con dos amigos, o Spider-Man y un par de colegas de pintxos por Donostia. Allí nos encontramos con él e, inevitablemente, antes de entrar en su carrera y en Vivir el momento, la película de John Crowley que presentaba, la conversación se centra en la comida. Garfield saca el móvil y me muestra fotos de los platos que cenó en Arzak. “Fíjate, esto es sopa de ajo”, señala emocionado. “Mi favorito es este de atún. Y eso de las ¿cocochas?, menuda sorpresa. No sabía que existían, ni que se podían comer. Y mira qué hacen con la langosta”, suelta con una sonrisilla. “Lo que más admiro es que cocinan con productos de la zona”, añade. Donostia, entonces, bien. “Impresionante. Me lo recomendó Florence [Pugh, su compañera en Vivir el momento]. Fue muy insistente y no se equivocó. Menuda semana”. Antes de bloquear el móvil, mira otra foto de un plato y suspira.

Pero volvamos a las crisis vitales. “A lo mejor es una palabra demasiado fuerte, llámalo final y reinicio. La crisis de los cuarenta llega cuando la gente se resiste a dejar de ser joven y yo simplemente lo he aceptado”, dice Garfield soltando una carcajada. “Me explico. Leí el guion de Vivir el momento en un momento en el que me dio por reflexionar sobre el sentido de la vida. Siempre he sido así, pero entonces estaba aún más obsesionado. Le daba vueltas a todo: la vida, la muerte, el amor, el tiempo... Tienes 39 o 40 años, miras al pasado y al futuro. Te cuestionas dónde estás y piensas: ‘Y ahora, ¿qué?’. Bueno, pues ahora estoy nervioso pero emocionado con lo que vendrá. En los actores todo esto se acentúa. Porque a los 20 y a los 30 tienes muy claro que quieres encarnar los mejores papeles y proyectos: ‘Quiero ese guion y que el proyecto se haga’. Pero... ¿a los 40?”.

Todo lo dice con una sonrisa, como confirmando la verosimilitud del mensaje, pero aparece el dolor: “De repente, fallecen tus padres. Perdí a mi madre [murió de cáncer de páncreas en 2019] y así, de sopetón, te llega esa crisis. Los deseos, las necesidades y las prioridades cambian. La única posibilidad de corregir ese volantazo vital es retomar el control”.

En Vivir el momento hay una aproximación a esas pérdidas emocionales por el cáncer que sufre la coprotagonista, y que en el desorden cronológico en que se ve la película, presentada como las piezas de un puzle que el público debe montar en su cabeza, adquiere fiereza narrativa. “Con todo, sé que soy un hombre, y que lo que para mí es un planteamiento laboral y filosófico, para las mujeres significa ponerlas contra la pared. Forma parte de la tragedia cultural que nos incentiva para que persigamos la eterna juventud”.

Garfield es el rey de los papeles de prohombre: esos personajes de buen corazón pero dispuestos a luchar.Antonio Macarro

Esta película es la primera en la que Garfield interpreta a un padre. Su rostro aniñado se hizo popular cuando, tras estudiar interpretación en Londres y curtirse en la tele y en secundarios en el cine (como en Leones por corderos o El imaginario del doctor Parnassus), en 2010 encadenó Nunca me abandones, La red social y se anunció su fichaje como el nuevo Spider-Man. Con los años, ha priorizado un cine más de autor (Silencio, con Martin Scorsese, o Hasta el último hombre, por la que fue candidato al Oscar), sin importarle si es protagonista o no. “Estoy al servicio del cineasta. Un poco como mi personaje en la película. Sería capaz de vivir al servicio de su mujer y su hija. Su esposa, en cambio, siente una llamada interior artística que la impulsa. Y es muy fácil descarrilar en ese viaje: quererlo todo puede llevarte —o no— a quedarte sin nada. El equilibrio... en el equilibrio está la vida del artista”.

Garfield le tiene cogido el punto a ese tipo de personajes: el Eduardo de La red social, el Peter Parker de Spider-Man, este Tobias de Vivir el momento. Gente de buen fondo, pero con carácter ante las injusticias. El espectador los adora, porque entiende que les mueve su gran corazón, aunque en un momento dado puedan dar un puñetazo en la mesa. “Comparten que intentan pasar inadvertidos, gustar a todo el mundo y que eso es imposible. Su lucha está en su pulso interior entre ser invisibles y sus ganas de formar parte de la fiesta de la vida”, confirma el actor, que se estira en la silla, mientras abre los brazos y alborota el aire para remarcar la fiesta: “Con el tiempo, deben encarar sus propias limitaciones y oponerse ante quienes quieren aprovecharse de ellos”.

Al intérprete le gusta cambiar su manera de afrontar los personajes según cada proyecto. “Unas veces me los llevo a la cama [estuvo un año preparándose y perdió 18 kilos para Silencio], pero otras me voy del rodaje y allí se quedan. Cada papel es una amalgama entre lo que está escrito en el libreto y yo mismo. Se alimentan de partes de mí, algunas sé que existían, otras las descubro en ese momento. Permito a cada personaje entrar en mi interior. En esta ocasión, le dejé ver mi faceta más familiar. Luego siempre necesito descompresión, ser Andrew y, no sé, ir a la boda de un amigo. Me encanta trabajar, subir a los escenarios, filmar películas, interpretar, pero...”.

Puede que por ello haya trabajado mucho menos que muchos de sus compañeros de generación. “Cuando oigo ¡acción!, no me permito distracciones, estoy ahí al 100%, disfrutando del pánico de mantenerme a la altura del proyecto. Es cierto que por ese ser Andrew me concedo mis pausas. Es mi ritmo, necesito mi tiempo. Lucho contra un miedo interior, y es que se descontrole mi carrera. Siento que para mí es mejor tomarme esos descansos. Piensa que mi primera película fue con Robert Redford y Meryl Streep. ¿Cómo haces para igualar eso?”, dice soltando otra carcajada .

Durante sus días en San Sebastián, dos actores vestidos de Spider-Man paseaban por la ciudad con una foto de Garfield y un cartel en el que preguntaban a los transeúntes si habían visto al tercer hombre araña. ¿Llegó a cruzarse con la pareja? “No, pero en el vestíbulo del hotel charlé con uno, Marcos. Me pareció divertido, la verdad”. Se pone en pie, choca la mano, y retorna a su auténtico interés: “¿Cómo dijiste que se llamaba el plato?”. Cocochas, Andrew.

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