Harris Dickinson: “Me tomo en serio la profesión de actor, pero no estamos salvando vidas”
Creció en un barrio conflictivo de Londres y empezó a trabajar a los 14 años. Tal vez por eso el mundo de la fama no le asusta y compartir cama con Nicole Kidman en el thriller erótico ‘Baby Girl’ es solo uno de los deberes que cumplir en su jornada laboral
Me siento con Harris Dickinson (Londres, 28 años) en la terraza de una cafetería en el este de la capital británica. Es una mañana de verano inusualmente clemente: en otras palabras, no llueve. Harris, vestido con chándal gris y zapatillas deportivas, se muestra afable y discreto. No tiene pinta de haber protagonizado el thriller erótico Baby Girl junto a Nicole Kidman. En ella, Dickinson interpreta a un joven becario envuelto en un tórrido romance con su poderosa jefa (Kidman), mientras Antonio Banderas y Jean Reno observan con desaprobación.
“Nicole ha hecho películas increíbles y es una especie de leyenda, así que cada día me decía: ‘¿cómo voy a relajarme?’. Pero, por suerte, no me agobié”, declara ahora, sin una pizca de fanfarronería. “Cuando empiezas a trabajar con nombres cada vez más grandes, el misterio que los rodea desaparece. No son más que personas normales. Tengo una especie de escudo contra la afectación del mundillo o como queramos llamarlo, lo absurdo de todo. Me tomo en serio lo que hago, estoy muy agradecido y siento respeto por la industria, pero no estamos salvando vidas”.
A diferencia de muchos actores de linaje privilegiado, Dickinson es de clase trabajadora. Nació en el conflictivo barrio de Leytonstone, en el noreste de Londres, y se crio en el también duro Walthamstow. Tiene tres hermanos mayores, fue a un colegio público, estuvo a punto de alistarse en la marina y trabajó como basurero, camarero, portero de hotel y dependiente en una tienda de ropa. “Desde los 14 años, repartía periódicos y trabajaba a tiempo parcial. No creo que haya nada de especial en eso, pero hay gente que no trabaja hasta que sale de la universidad”, dice.
Cuando dejó de repartir periódicos, se unió a un grupo de teatro y luego empezó a actuar junto a las estrellas más importantes del mundo, con inusitado aplomo. “Tienes que amarlo y desearlo con todas tus fuerzas. En uno de mis primeros trabajos, yo era Chico 3. Había un actor de 15 años con bastante éxito que no hacía más que repetir que el no quería ser actor, mientras yo estaba tan desesperado que habría dado mi brazo izquierdo por ser Chico 1, Chico 2 o farola”. Aunque sus 1,88 metros le hacen lo bastante alto para funcionar como farola, no fue necesario. Se hizo con un agente, completó un curso de cine y ahorró para irse a Hollywood. “Les dije a mis compañeros que me iba en busca de la fama”, dice con una gran sonrisa en la cara. “Pero todo salió mal y tuve que pedir que me readmitieran en el trabajo”.
Después vino Beach Rats, de la directora Eliza Hittman, ganadora de Sundance en 2017, que le valió un par de premios al mejor actor y nominaciones en todo el mundo. “Los otros chicos de la película no eran actores, sino chavales de la calle”, cuenta. “Jugaba al baloncesto y me metía en líos con ellos para que me aceptaran en su pandilla”.
Dickinson es conocido por aceptar retos y superarlos. En El clan de hierro (2023) interpretó a uno de los supermachos hermanos Von Erich, héroes de la lucha libre, y era arrojado de un lado a otro del ring como una muñeca de trapo. “Fue duro”, dice suspirando y sacudiendo la cabeza. “No escogí ser actor para hacer esas cosas físicas de atleta todos los días. O sea, joder, estuvo bien aprender una nueva habilidad, me gusta disfrazarme y me alegré de hacerlo, pero no voy a ponerme a luchar en un futuro próximo”.
Antes estuvo en la provocadora El triángulo de la tristeza (2022), de Ruben Östlund, Palma de Oro en Cannes, que arremetía contra los superricos en una avalancha de vómito, orina y heces. Era Carl, un mecánico de coches reconvertido en modelo que se valía de su belleza para medrar. “Fue un verdadero punto de inflexión para mi”, afirma. “Ruben hace muchísimas tomas [una media de 23 por escena] y, aunque al final del día estés completamente agotado, sientes que de verdad ha merecido la pena”.
El actor también ha formado parte del próximo título del director Steve McQueen, Blitz, mientras completaba el montaje de su debut tras las cámaras, una película sobre los sin techo que prevé estrenar en 2025. “He trabajado con organizaciones benéficas que se centran en las personas sin hogar como Under One Sky. Quería mostrar la realidad de vivir en la calle”. No tiene más planes, pero es evidente que está feliz con la idea de pasar tiempo en casa con su pareja, la cantautora Rose Gray, a la que conoció en el instituto, y ponerse al día con los viejos amigos y la familia. “Me gusta estar en casa y hacer el vago”, concluye sonriendo con alegría. ”Se me da muy bien el tiempo libre”.