Kiki Morente: “Hacer música es levantarte por la mañana, irte al estudio y salir de madrugada. Eso se llama trabajar”
El cantaor llega a su segundo álbum, ‘El cante’, con ambición renovadora y una determinación que le permite lidiar hasta con la fama
La letra del tema que da título a El cante, el nuevo trabajo de Kiki Morente (Granada, 31 años), es casi un argumentario para terciar en los debates sobre pureza, fusión, apropiación y renovación que monopolizan la escena flamenca en los últimos años. “Yo escucho los cantes de / antiguos maestros que cantaba mi pare y que / me enseñó el flamenco”, canta Kiki, nacido José Enrique Morente Carbonell, en una estrofa que también repite su hermana Soleá y que desemboca en un estribillo –”...
La letra del tema que da título a El cante, el nuevo trabajo de Kiki Morente (Granada, 31 años), es casi un argumentario para terciar en los debates sobre pureza, fusión, apropiación y renovación que monopolizan la escena flamenca en los últimos años. “Yo escucho los cantes de / antiguos maestros que cantaba mi pare y que / me enseñó el flamenco”, canta Kiki, nacido José Enrique Morente Carbonell, en una estrofa que también repite su hermana Soleá y que desemboca en un estribillo –”Yo conozco las raíces y también lo de ahora mismo”– que deshace el nudo gordiano de los orígenes sin enrocarse en discusiones bizantinas. “He querido traducir mi tradición a un sonido actual”, explica. “En este momento de mi carrera quería ir un poco más allá y desarrollar un nuevo sonido para acompañar mi cante”.
La última vez que esta revista entrevistó a Kiki acababa de estrenarse con un primer largo, Albayzín (2017), que su padre, el revolucionario del género Enrique Morente (1942-2010), había dejado esbozado. Aquél era un disco clásico, ortodoxo; una carta de presentación. Cuatro años después, El cante encara otros horizontes sin quemar las naves. “Estoy contento de echar la vista atrás, de ver que el tiempo va pasando y seguimos queriendo aprender”, explica Kiki, que, como otros compañeros de gremio, suele emplear la primera persona del plural para aludir al círculo de colaboradores, productores, músicos y creativos que intervienen en cada proyecto.
En El cante, ese círculo está capitaneado por Enrique Heredia, El Negri (de La Barbería del Sur), e incluye los nombres de Jaime Beltrán (de Pájaro Jack) o el madrileño José Romero, responsable de los arreglos electrónicos y traperos. El resultado es un sonido compacto y minucioso que demuestra que reinterpretar el flamenco después de Rosalía es algo más complejo que sazonar cantes antiguos con autotune y samples de R&B. El cante es un disco que, asegura Morente, su padre habría aprobado.
“Cada día aprendo algo nuevo de la carrera de mi padre, de él me viene el amor al cante y al arte, y también una disciplina y un modo de trabajar y aprender”, explica. “Morente abrió las puertas por las que estamos entrando ahora mismo muchos de los que nos atrevemos a hacer cosas nuevas. Lo que defendía Morente es que hay que ser valiente. Y creo que este disco le hubiera gustado, porque su raíz es el cante, y también porque yo me entretengo, trabajo mucho con la música y me peleo conmigo mismo. Hacer música es levantarte por la mañana, irte al estudio y salir de madrugada. Comerte la cabeza, darle 20 vueltas a las cosas e intentar perfeccionarlas. Eso se llama trabajar. Hay que dedicarle tiempo a lo que te gusta. Eso él lo valoraba mucho”.
La presencia de Enrique Morente planea sobre todo el álbum, pero especialmente en La riña en la Venta Nueva, una malagueña que padre e hijo cantan al unísono gracias a la tecnología. También está presente en los títulos goyescos de las canciones, en un guiño al legado culturalista de un genio del flamenco que mezcló el jondo con el rock, la literatura y el compromiso. “Para mí Goya representa el color de lo flamenco, porque en la España de Goya surgió el flamenco”, cuenta Kiki. “Mis hermanas Estrella y Soleá me ayudaron a empaparme de la obra del genio, a buscar no solo los hits de Goya, sino las piezas que contaban algo de cada canción”.
La entrevista se desarrolla en un estudio de El Rastro, cerca de la casa madrileña donde viven los Morente cuando no están en Granada. Durante las fotos, el cantaor se divierte con la ropa y manda a su madre fotos de los estilismos. Asegura que las redes sociales no le obsesionan, y tampoco la celebridad mediática. Desde el pasado verano, los dimes y diretes sobre su amistad –hasta ahí la versión oficial– con la periodista Sara Carbonero han puesto su cara y su nombre en los foros de la prensa rosa. Asegura que su presencia en la prensa del corazón no le quita el sueño.
“Estamos en una edad en que nos estamos moviendo, y estas cosas pasan. Intento mantenerme al margen”, responde. “Me interesan los medios buenos, que aporten a la cultura, el arte y la moda. La fama rosa no me interesa”. Lo que le interesa, repite, es trabajar. A la hora de lidiar con los medios, explica, aplica los consejos de su hermana Estrella. “Hay que estar siempre bien, atender a todo el mundo, estar simpático, a lo suyo, trabajar y p’alante”.
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